El pasado de Alexander (Saga Kuznetsov 1) ✓

Prologo

Él sabía lo que significaba perder todo, y sabía que ella también era consciente de ese sentimiento devastador.

Ella creía que había perdido el amor,pero él había perdido el futuro que había labrado, había perdido años, y esperanza.

—  Sabes que esta decisión no solamente tuya. — Dijo él en un susurro.

— Claro que lo es, tú tienes un futuro mejor delante tuyo.

Él quería gritar, gritar hasta quedarse sin voz, gritar hasta que los años retrocedan al momento exacto en que todo cambio. Estaba frente a su amor, su esperanza y su sol. Pero se negaba a ser su esposa, su compañera o su amiga siquiera.

— Nada nos impide ser felices. — Musitó.

- A ti no, a mi sí.

— Eso es una estupidez, y lo sabes.

— No me casaré contigo.

Él la miro por un largo rato. Se preguntó qué era lo que realmente le impedía ser feliz, si había cometido algún error y Dios le quitaba nuevamente lo que quería.

— Puedes casarte con otra mujer, una que... — Ella calló cuando él levantó la mano.

Había estado apunto de casarse y la vida se lo había arrebatado, y ahora nuevamente pasaba lo mismo. Había sufrido castigos y dolores inimaginables, había cruzado todo el maldito océano solo para finalmente morir en la playa. Bajó la mano lentamente.

— Nos Condenas a una vida infeliz y solitaria. — Él volvió a levantar la mano cuando ella abrió la boca para protestar. — No me permites ser feliz contigo, la única mujer que amo,y la que amaré siempre. Seré el viejo del pueblo, con su imposible amor no correspondido... lo más triste es que si es correspondido. No quiero un futuro si no puedo tenerlo contigo, no hay felicidad para mi si tu no estas ahi.

— No te hagas esto... Busca una mujer que te de lo que yo no puedo. Mi destino esta marcado, pero el tuyo no.

— ¿De que hablas?

— Me casare... — Ella miró para otro lado para no ver la conmoción en su rostro. — Mi padre ha elegido a mi futuro marido.

— ¿Y porque no puedo ser ese hombre? — Dijo en un susurro contenido.

— Por que no es lo que yo quiero para ti. Decidí dejarte libre.

— Decidiste destruirme... Eso es lo que hiciste.

Él se dio vuelta y se marchó despacio, se dio vuelta para verla y ella estaba con las manos en su rostro, sollozando.

Nada, no podía sentir nada. Ni tristeza o enojo, simplemente quería desaparecer, como años atrás.