Capítulo 2: Nuevo Amigo

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Han pasado ya varios días, desde el abandono de aquel soldado. Me preguntó, otra vez, si estará bien. Honorio y Catalina, se están haciendo buenos amigos, me alegro por ellos, pero la amistad que tenemos entre Honorio y yo se está deteriorando, por culpa mía, porque cada vez soy más asocial y fría. 

Estábamos por llegar al Pueblo Del Hielo, según en la mapa. Decía que los habitantes de este pueblo, ayudaban a todos, incluso a los enemigos del Imperio al que pertenecían. Levante la cabeza para mirar el cielo, estaba oscuro, significaba que iba a llover, avise a  mis compañeros, entonces empezamos a cabalgar más rápido hacía el pueblo, seguíamos recto, hasta llegar en un cruce y nos fuimos por el lado derecho, empezaba a llover, la tierra se convertía en barro y eso nos iba a retrasar mucho el viaje, pero  llegamos al Pueblo Del Hielo, en donde, nos recibieron de buena manera, con comida caliente, bebida, alojamiento y comida para los caballos, pero el jefe del pueblo no vino a visitarnos. Después de la comida, me fui a mi habitación y me encontré, por sorpresa, una bañera con agua caliente, me desvestí y me metí en ella. Me relaje, hace mucho tiempo no tuve esta sensación.

A la mañana siguiente, afuera del hotel, escuché gritos de los habitantes del pueblo, me levanté y me asomé por la ventana, pude escuchar lo que decian y me quedé impactada, el alcalde murió ayer por la noche. Cuando me vieron aquellas personas que gritaban, me dijeron.

 — ¡Ella es la asesina!— exclamaron la multitud con rabia

De repente, empezaron a tocar la puerta de mi apartamento, me vestí la armadura y buscaba mi espada Claymore, pero no la encontraba, y de repente la puerta se echó abajo, entraron unos soldados con lanzas y el comandante.

  — Tú sentencia, la pena de muerte, en la hoguera. Causa: Asesinato del alcalde de este pueblo. Pruebas: Tu espada, en la escena del crimen. Soldados llevarla a la plaza — dijo el comandante

  — ¡Imposible! Yo estaba dormid  — exclamé, pero me interrumpió con un puñetazo en la cara

  Cuando salí del hotel, Honorio y Catalina me estaba mirando, como si fuera una asesina, en ese momento sentí vergüenza, impotencia y con mucha rabia. Cuando estaba llevando a la plaza, por las calles, oí insultos, me tiraron comida y basura. Más adelante, vi la plaza con una cruz latina y debajo de ella ramas, al lado había dos personas, uno era el clérigo, que está haciendo un hechizo de anti-magia, para que no pudiera usar la magia, y el otro tenía una antorcha en su mano derecho. Pensé que iba morir hoy, cuando llegamos al centro de la plaza, quise mira por última vez el cielo, el único lugar en donde nadie me miraba o me tirará cosas. En ese instante, el cielo se cubrió con un tono negro, eran flechas, una lluvia de flechas.

Las flechas caían en picado, unas de las primeras flechas, atravesaron al clérigo, aproveche en ese momento para conjurar un hechizo de protección, las flechas cayeron, vi como  mataban a todos los habitantes del pueblo, algunos corrieron hacía a mí, pero como la protección, sólo me protegía a mí y los que consiguieron estar cerca de mí, suplicaron, lloraron, se arrodillaba ante mí, pero sólo pensé en cerrar los ojos y que  esto acabase.

Abrí los ojos, toda la calle, había gente muerta, niños, bebés, hombre y mujeres. Todos estaban muertos, excepto yo. Empecé a correr hacía el ayuntamiento, para recuperar, mi espada Claymore, tras correr varios metros, encontré el ayuntamiento y entré, vi las escaleras y después, por suerte, localice el despacho del alcalde, accedí en ella  y mi espada estaba ahí mismo, clavada en el pecho del alcalde, me acerqué y saqué mi espada. Empecé a escuchar gritos de los habitantes del pueblo, por el lado norte, me aproximé a la ventana del despacho,  había soldados asiáticos con caballos, una armadura plateado y no le se podía ver su rostro, también tenían unas katanas y otros Jian, también tenían escudos cuadrados y grandes, de color negro. Recordé aquel soldado  que salvé. Tenía que haberle matado, pensé. Salí del ayuntamiento, fui corriendo hacia al establo, donde estaba, mi caballo. Volví por el mismo camino, que realiza anteriormente, hasta llegar, al hotel.

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