Bajo la nieve

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                                                                        Bajo la nieve.

                                                                               ~☼~

 El cielo se desprende y baja a la tierra en hermosas lagrimas heladas que refractan la luz blanca. El paisaje pasa rápido por la ventana del tren.

Hace frío.

Tenemos dos horas de estar viajando, yo y mis pensamientos. Nadie más que nosotros dos con un solo objetivo: reunirnos con ella.

El vagón está solo y puedo escuchar a mi propia respiración hacer eco entre los asientos y no se devuelve hacia mí. Se pierde. Se pierde como el paisaje en el exterior que se ve cubierto por una capa fría de blanca nieve y que no podré recordar por una razón simple: porque mis recuerdos son solo para ella.

He llegado a mi destino y la estación también está sola. Veo a mi costado una banqueta que no se inmuta ante la gélida conducta del paisaje y espera paciente a que alguien le haga compañía. Veo a mi otro costado un farol que alumbra el hielo que se acumula a su alrededor y entonces pienso que también se mira solo. Respiro hondo y ordeno mis pensamientos; concluyo que ni el farol ni la banqueta están tan solitarios. La nieve les hace compañía.

El camino hacia donde ella es silencioso y el cielo gris se remueve, triste, lento... infinito. Mi aliento se escapa en nubes y se desvanece sin decirme adiós. Los árboles me saludan con sus ramas desnudas, y sé que esperan impacientes que el sol derrita el hielo y lo convierta en vida; en verde y flores multicolores.

Un conejo pasa a mi costado y me acompaña hasta unos metros antes de donde está ella. Luego se pierde, confundiéndose como la nieve.

Sin embargo ella está aquí, esperándome, y me hace feliz venir a visitarla. Le sonrío, pero ella no me devuelve la sonrisa, sin embargo imagino que lo hace. Me siento junto a ella e intento buscar su mano, pero desde hace mucho tiempo que no puedo tomarla.

La amo, y no sé si ella aun me ama.

Y a pesar de que no sé si ella me ama, yo sigo queriéndola... solo a ella, vivo por ella, y ella fue todo lo que siempre quise.

Después de que mueres es difícil para quien vive saber hacia dónde vas y si le echaras de menos.

Lo único que sé es que aun la amo. Incluso si mueres es difícil dejar ir aquello que siempre quisiste.

Termino mi visita contándole como ha estado todo en casa y espero que me escuche en donde sea que se encuentre. A mí me encantaría escuchar su voz una vez más, de donde fuese que viniese.

Y esté donde esté, no me queda más que pensar que está bien... no me queda más que creer que me escucha decirle que aun la amo.

La nieve sigue siendo blanca...

El camino a casa sigue siendo silencioso...

Mis pensamientos vuelven a ser, sin ella, uno solo.

æthērDonde viven las historias. Descúbrelo ahora