Bajo acuarelas

92 12 1
                                    

                                                                        Bajo acuarelas:

                                                                                 ~☼~

 Duele.

Mis ojos arden y duelen, y cada articulación de mi cuerpo oxidado chirría con cada uno de mis movimientos. Es como si estuviese muriendo.

Y la verdad de las cosas es que estoy muriendo.

‒Phil‒el niño dice mi nombre y su voz llama mi atención. Vuelvo a verle e imagino que le sonrío.

Yo no tengo sonrisa. Soy un modelo carente de gestos.

‒ ¿Si, Kyle?

‒ ¿Cuándo regresaras a casa?

‒No lo sé Kyle.

Y el solo recuerdo de un hogar distante provoca que mis emociones afloren. Es curioso ¿Saben? Un robot con emociones pero que no puede gesticularas.

Quiero llorar, y en el intento, de mis ojos no sale agua, sale aceite.

Me estoy muriendo.

Me estoy apagando.

‒Phil‒vuelve a decir el niño. No sé por qué lo llamo niño. Ya tiene quince años, pero pareciera que fue ayer cuando aún jugábamos a las escondidas. Su madre me compró como su juguete... al final fuimos los mejores amigos‒. Está atardeciendo.

‒Eso parece Kyle.

‒ ¿Quieres helado?

Asiento con mi cabeza y mi cuerpo oxidado vuelve a emitir chirridos. Esto es deprimente.

Helado. Comer helado. Puedo sentir su sabor... pero en mi estómago se derrite sin digerirse. Soy una máquina. Las maquinas no comemos.

Kyle saca de su bolso una pinta de helado de chocolate y comienza a darme cucharadas.

No puedo moverme. No más.

‒Kyle‒digo.

‒ ¿Si?

‒ ¿Cómo va la escuela?

‒Bien. Tengo amigos nuevos.

‒Eso es bueno.

‒Ninguno tan bueno como tú Phil.

Y sin siquiera poder procesar la emoción, mis ojos comienzan a llorar lágrimas de aceite que manchan mi ametalado rostro.

No quiero morir.

No quiero apagarme.

Pero ya no soy nada útil y debo de dejar de existir.

Sinceramente, las maquinas no morimos, pero me siento más humano que ninguna otra. Tengo recuerdos...

‒Kyle...

‒ ¿Dime?

‒Ya es demasiado tarde, deberías de regresar a casa.

Él no parece muy contento de querer hacerlo, pero debe de irse. Asiente negadamente y me da un abrazo.

‒Te veré mañana Phil-se despide y lo veo marcharse, echando miradas hacia mí de vez en cuando hasta que al final, tras un montón de basura, desaparece.

Kyle se ha ido.

Y ya no habrá mañana…

No para mí.

Yo sigo aquí, en el lugar al que hui porque es mi tiempo de apagarme.

El cielo se torna de colores pasteles. Un diluido de acuarelas purpuras y naranjas, de rosados y grises. Es una linda pintura. Recuerdo que una vez Kyle me hizo una pintura de acuarelas.

Esta es la última cosa que podré presenciar.

Esto es lo último que podré recordar.

Y sin previo aviso mi cielo se torna oscuro, y mis ojos se cierran. Mi cerebro artificial se apaga de apoco y cada función vital de mi sistema se muere.

Soy una máquina.

Y las maquinas no morimos.

Pero ahora me siento más humano.

Porque tengo a Kyle.

Porque quiero vivir.

Porque recuerdo un cielo de acuarelas

æthērDonde viven las historias. Descúbrelo ahora