• สาม •

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Cielo gris, viento frío, calles mojadas, zapatos enlodados y un alma marchita.

YuGyeom lleva haciéndose la misma pregunta desde hace un tiempo: ¿Qué hago aquí?

Se niega a sí mismo a desaparecer sin encontrar una respuesta. No es tan débil como para rendirse a la mitad del camino. Fuerza a su corazón a no hacerlo, por más que quiera en ocasiones.

  — Llegas tarde, Kim.

YuGyeom se inclina al profesor Park, con su ropa semi empapada y sus botas negras llenas de lodo.

Odia los días lluviosos.

  — Pasa.

El pelinegro camina a pasos rápidos hacia su asiento, ya que el profesor está explicando en el pizarrón y no quiere estorbar.

Pero algo le impide sentarse.

  — Kim, siéntate.

YuGyeom no se mueve.

  — Kim. — JinYoung comienza a perder la paciencia, dejando su libro en la mesa para acercarse al alumno que interrumpía su clase. Al bajar la mirada a lo que YuGyeom veía, aprieta la mirada. — Si el culpable no habla ahora, les bajaré 15 décimas a todos de la calificación de su examen de mañana.

Las quejas no tardan en retumbar por el salón de clases. YuGyeom las escucha lejanas, sus ojos puestos en los garabatos de su mesa.

  — ¿No van a hablar? Perfecto, 15 décimas menos a to-

  — Fue Bhuwakul.

El salón se queda en total silencio después de que YuGyeom hablara. Sus orbes -involuntariamente- acuosos se posan en los sorprendidos de BamBam.

  — ¿Q- qué? — ríe, nervioso. — ¡Claro que no!

  — ¿Cómo lo sabes, Kim?

YuGyeom mira al profesor.

  — Preferiría decírselo al terminar la clase.

JinYoung asiente.

  — Ambos se quedan antes de irse al receso. — ordena para después continuar con la clase.

YuGyeom por fin se sienta, pasando sus dedos por la tinta roja de su mesa.

Navajas, varias navajas dispersas por toda la tabla. Un escalofrío le recorre el cuerpo al recordar la sensación de éstas sobre su piel. A pesar de que han pasado años desde la última vez que usó una, aún podía sentirlas.

Sólo son dibujos, Kim. Dibujos. Se dijo a sí mismo.

Quiso calmarse, pero su piel seguía ardiendo.

JinYoung miraba a ambos chicos, con sus brazos cruzados.

  — ¿Y bien, Kim?

YuGyeom mira de reojo a BamBam. Su rostro sólo confirma no ser inocente.

  — Él es el único en el aula que sabe lo que hacía con las navajas en la secundaria. Dudo que alguien más las haya dibujado sólo porque sí.

  — ¿Por qué lo hiciste, Bhuwakul?

No responde.

  — ¿Te quedarás en silencio?

Así lo hizo.

  — Bien, el trabajo que diste ayer queda anulado. — sentencia el profesor. — Te damos la mano y nos tomas del pie. No nos dejas ayudarte.

  — No necesito la ayuda de nadie.

  — ¿No necesitabas tanto la de YuGyeom que te enojó que te rechazara? No dudo que por eso hayas rayado su mesa como si aún fueras un niño.

El orgullo de BamBam cae al suelo después de las palabras llenas de razón del profesor.

  — Pídele disculpas a YuGyeom y limpia el banco, si lo haces quizá considere darte unos cuantos puntos.

  — Ni de loco voy a pedir-

  — No necesito disculpas. — YuGyeom se pone de pie. — No de alguien como él.

BamBam se levanta también, enojado.

  — ¿Qué quieres decir?

Si tú me lastimas. ¿Es justo que yo también te lastime a ti?

  — Estoy seguro que sabes perfectamente qué es lo que quiero decir. — responde YuGyeom, luego de mirar de pies a cabeza a BamBam.

El tailandés arde en rabia y, por alguna razón, su pecho se oprime ante la mirada de disgusto de YuGyeom.

  — ¡Tú, bast-...!

  — Sólo olvídate de que existo, Bhuwakul. — levanta su mochila del piso. — No sería la primera vez.

YuGyeom abandona el aula.

Bad Reputation • YugBamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora