1 - Réquiem de la última flor

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Día 1: Cofee Shop

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En un borroso rascacielos de neones monocromos, cruzando el silencio, un suspiro fue derramado.

El sonido de campanilla de la puerta indicó que un nuevo cliente había llegado, pero ninguna palabra de bienvenida salió de la boca de Manuel.

Era ese día del mes después de todo, y solo una persona acudía a su cafetería.

- Un café amargo. - Aquella voz dijo, con su acento argentino habitual.

Más rasposa que la última vez, ¿Martín había estado fumando?

Sin dirigirse ni siquiera una palabra, el castaño preparó el pedido con calma. El aroma de los granos tostados de la más alta calidad eran un deleite para la mayoría de sus clientes, esparciendose por el lugar que acogedoramente invitaba a relajarse.

Tal vez por eso Martín continuaba viniendo, le gustaba creer que era su cafetería favorita o algo por el estilo.

O tal vez le gustaba porque era la única que permanecía abierta hasta tales horas. Manuel nunca admitiría que solo lo hacía aquellos días.

El olor del café ya terminado lo sacó de sus pensamientos.

- Un café amargo. - Le entregó la taza al otro sin demora, aquella con un aza dorada que había dicho preferir en su segunda visita.

- Gracias. - Sí, definitivamente su voz sonaba distinta.

Martín no dudó en comenzar a beber, aún si el café no se había enfriado lo suficiente. Tal vez porque estaba aburrido de la fragancia de las flores de loto en el florero junto a él.

Casi ninguno de sus clientes era un bebedor rápido, todos se tomaban el tiempo de degustar su orden. Martín no era la excepción, y Manuel tampoco estaba dispuesto a hacer que se apresurara.

Era la magia de tomar café, aunque a él le gustara más el té.

- Me enteré de que pintaste un cuadro. - Mencionó mientras limpiaba automáticamente una de las tazas ya limpias, solo para mantener sus manos ocupadas con algo. - Salió en las noticias. -

- Ah, sí... -

Martín no parecía sorprendido al respecto, aunque de seguro la prensa no lo había dejado tranquilo en un buen rato.

¿Siquiera lo hacían alguna vez? Se trataba del mejor pianista del siglo después de todo.

Cualquier otro habría estado más que encantado de recibir a tal artista en su cafetería, pero para Manuel era solo algo normal.

Le había visto ascender desde lo más bajo después de todo, cuando eran solo dos estudiantes, uno con grandes dotes musicales y el otro con un sueño idealizado de poder tener una vida tranquila y estable.

Ambos lo habían conseguido, su cafetería aún siendo pequeña era una de las más famosas de la ciudad. Aunque no le gustaba presumir demasiado al respecto.

Y Martín, un pianista prodigioso con sus días extraordinarios, ahora había pintado un cuadro que la prensa aclamaba a voces.

El mayor artista del siglo, con una perfecta historia de éxito.

Solo una vez tocó el abandonado piano de su cafetería, y la triste melodía que sus dedos entonaron aún estaba grabada en los oídos de Manuel.

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Latin Hetalia - Promptatón 2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora