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Fue difícil salir de casa aquella noche, por no decir imposible, Mark pensó que se había fracturado una pierna al prácticamente saltar desde su habitación hacia el césped del patio trasero. Estuvo aproximadamente diez minutos ahí echado quejándose en voz baja del dolor y cuando se sintió mejor dio un rápido vistazo a su hogar, con las piernas como gelatina empezó a caminar hacia el río Han.

Las calles eran silenciosas, estaban vacías y traían consigo un aura escalofriante.

Todas las películas de terror que había visto en sus dieciocho años de vida empezaban a cobrar sentido. Mark esperaba encontrarse con un asesino a la vuelta de la esquina o algún monstruo en...

 
 

—Hey.
 
  

—¡Ah! 


Cómo un impulso tonto se cubrió a sí mismo con sus brazos, cerró sus ojos y espero su lenta y dolorosa muerte. En lugar de eso oyó una risa.


—Tranquilízate chico, no quiero que te hagas en los pantalones —La suave voz del otro inundó sus oídos, el chico hablaba mientras reía—. No creí que de verdad fuese a asustarte.

 

—No me asusté —Mark por fin se digno a mirarlo. El chico frente a él tenía el cabello de un castaño, casi rubio, que le caía por los costados mal arreglado. Su piel era tostada, visiblemente más morena que la piel de papel de Mark. Sus labios eran delgados, rosados...
  
  

—No, no lo hiciste, ¿Y el grito qué? ¿Fue de emoción? —Mark frunció el ceño y miró al desconocido a los ojos; estos eran de un color azul brillante precioso, único. Mark podría perderse en ellos con facilidad.

 

 —No, yo... —Ambos se miraron, Mark olvidó por completo lo que iba a decir.

 
 

Los ojos ajenos parecían brillar como un par de luces en medio de la calle oscura. Sus ojos con destellos lilas parecían tener vida propia, escaneaban el rostro de Mark con cautela y el Canadiense no parecía darse cuenta.
 
 

—¿Cómo te llamas?
 
 
 

—Mark Lee —Respondió al instante, sin darse cuenta realmente.

 
 

—Tú no eres de por aquí ¿Cierto? —Mark negó, humedeciendo sus labios—. Sólo los extranjeros se pasean de noche solos por este lugar —El chico renegó como si le estuviese reprochando—, luces como alguien ingenuo.
  

—¿Disculpa?
 
 

—Perdonado, ¿Hacia dónde ibas?




Mark miró confundido al chico, abrió y cerró los labios repetidas veces pero no estaba seguro de que decir, no sabía si debía contestarle siquiera. El tipo aquel era extraño, pero si fuese algún tipo de secuestrador ya lo hubiese llevado consigo.

Tosió recobrando la compostura y empezó a pensar. ¿A dónde iba realmente? A buscar por lo menos el cadáver de Renjun, pero, ¿Dónde empezaría a buscar? Espera, el río Hangang, sí.

 
 
 

 —El río Han.

 

—¿Qué? —El desconocido frunció el entrecejo, Mark tragó y asintió dispuesto a repetir lo dicho—, te oí, me refiero a que, ¿Estás bromeando?
 
 

—No, en realid-
 
 

—¿No has oído acerca de los secuestros que han estado sucediendo últimamente?
 
 

—Sí, per-
 
 

—Nada, ahora escúchame, Mark Lee —Aquel chico parecía enojado, mucho— no tengo planeado lidiar con más policías cerca de mi hogar así que regresa por donde viniste y ni se te ocurra acercarte a alguien, mucho menos si son chicos guapos y encantadores. Te cortarán la cabeza y la meterán en un refrigerador antes de que te des cuenta.

Aquel sujeto dio media vuelta dejando a un aturdido Mark procesando lo que acababa de oír, para su suerte, su cerebro pareció captar rápido la información y cuando notó que el otro ya estaba lejos, corrió tras él, tomándole del brazo para que se detuviera.

 

—Tú... —Tomó aire— ¿Sabes quien es el culpable de los secuestros? —el otro elevo las cejas un poco sorprendido, como si no hubiese sido consciente de lo que él mismo había dicho hace poco.

 

—Vete —soltó de un tirón y siguió caminando, Mark no se iba a quedar ahí.

 

—¡Lo sabes! —Lee señaló su espalda acusatoriamente mientras lo seguía— ¿Acaso eres tú el responsable?

 

—No soy yo, yo no mato personas.

 

—Pero si lo sabes.

 

—No lo sé.

 

—Actúas como si lo supieras.
 

—Por dios, para.


—Por favor —Lee suspiro, volviendo a detener el avance del chico tomándole de la muñeca—, necesito saber quién es el culpable de... —Mark bajó el rostro, el chico parecía un poco más interesado—. Renjun... Incluso sí ya no se encuentra con vida... él era especial, no merece ser un caso más en el periódico.

 
 
 

Sus ojos se aguadaron. Mark soltó al casi rubio para frotarse las cuencas y tragó el repentino nudo en su garganta que lo estaba asfixiando, aún era una herida fresca para él. Esa era la razón por la cual estaba afuera durante la noche solo con un desconocido que bien podría ser un asesino en potencia. Mark sacudió su rostro y se reincorporó, con los ojos rojos miró el rostro del chico frente a él quién mantenía su rostro neutro. Lee sonrió porque se vio a sí mismo lamentable, se avergonzó y le dio la espalda dispuesto a irse.

 

—Disculpa, es sólo que todo esto me tiene muy alterado. Renjun era alguien muy especial para mi, para mis padres, para todos los que lo conocían. Ha pasado un tiempo y aún nadie puede resignarse a la idea de que él-

 

—¿Tu amigo es chino?
 
 

—¿Qué?
 
 
 
 

Mark se giró de nuevo, creyendo haber oído mal. Un pequeño brillo se escondió en sus ojos.


 
 

—Tiene cabellos negros, es como de mi estatura, piel cremosa, labios pequeños, un acento gracioso al hablar...


—Sí, sí...  —Mark renegó, quizás ahora del desconocido estaba jugando con él— ¿Per-
 
 

—De acuerdo —Él suspiró—, te llevaré a verlo.

 

—¿Qué?


—Pero tú no puedes contar nada de lo que verás, independientemente de lo que sea, si le cuentas a alguien de esto, te haré sufrir. ¿De acuerdo?

 
 
 

No, joder, no.
 
 
 
 

—Entiendo.
 
 

—Bien. Mi nombre es Haechan, por si te lo preguntabas.

Circus || ᵐᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora