4

3.1K 647 379
                                    

Mark Lee abre sus ojos a las seis en punto de la mañana en un Martes, él se despierta gritando, llorando, clamando piedad, él le grita al monstruo que no lo lastime. Él grita "Por favor Renjun, no me comas" mientras se retuerce en la camilla.

Eventualmente, dos hombres y dos mujeres entran a su habitación. Los hombres lo sujetan a la camilla y las dos mujeres, sin decir nada, le preparan un calmante. Luego de ser inyectado, Mark Lee se relaja mientras escucha la voz de la enfermera en tono de lástima.



—Tranquilo hijo —Dice ella— ya todo está bien, estás a salvo aquí.



—R..Ren...



—El monstruo ya no está, no corres peligro ahora.



Mark quiere decirle que está loca, que no intente darle el avión, pero el tranquilizante hace un efecto rápido y poco a poco lo adormece, así que todo lo que quiere decir termina en balbuceos mientras que la enfermera le repite una y otra vez que todo estará bien. En cierta forma, se lo agradece y se siente a salvo, al menos hasta que ella se va y se queda sólo de nuevo. Ahí es cuando lo ve de nuevo, Mark lucha por mantener sus ojos abiertos, asegurándose de que es real. Mark escucha las cadenas arrastrarse por el piso y los gruñidos de Renjun acercarse a él. Esta vez no puede gritar, así que decide cerrar los ojos y esperar su muerte otra vez.

Fue difícil salir de casa aquella noche. Por no decir imposible, Mark pensó que se había fracturado una pierna al prácticamente saltar desde su habitación hacia el césped del patio trasero. Estuvo aproximadamente diez minutos ahí echado quejándose en voz baja del dolor. Cuando se sintió mejor dio un rápido vistazo a su hogar y con las piernas como gelatina, empezó a caminar hacia el río Han.

Las calles eran silenciosas, estaban vacías y traían consigo un aura escalofriante.

Todas las películas de terror que había visto en sus dieciocho años de vida empezaban a cobrar sentido. Mark esperaba encontrarse con un asesino a la vuelta de la esquina o algún monstruo en...



—Hey.



—¡Ah!



Cómo un impulso tonto, se cubrió a sí mismo con sus brazos. Cerró sus ojos y espero su lenta y dolorosa muerte, en lugar de eso, oyó una risa.



—Tranquilízate chico, no quiero que te hagas en los pantalones —La suave voz del otro inundó sus oídos, el chico hablaba mientras reía—. No creí que de verdad fuese a asustarte.


—No me asusté —Mark por fin se digno a mirarlo. El chico frente a él tenía el cabello de un castaño, casi rubio, que le caía por los costados mal arreglado. Su piel era tostada, visiblemente más morena que la piel de papel de Mark. Sus labios eran delgados, rosados...



—No, no lo hiciste, ¿Y el grito qué? ¿Fue de emoción? —Mark frunció el ceño, miró al desconocido a los ojos, estos eran de un color precioso, único.

Circus || ᵐᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora