No corras, no hay a donde ir

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Cuando hay peligro los tomitas tienden a enfocarse en caminos que les aseguren la supervivencia. El corazón les empieza a latir con rapidez y la vista se les suele nublar, muchos optan por alejarse del lugar, otros buscan sitios donde  no puedan ser encontrados y hay otros que deciden ver al peligro a los ojos para después atacar. Mike lo sabia  y por eso no estaba preocupado por lo que la muchacha le podría hacer, lo que si temía eran las consecuencias de interactuar con ella, pero sabia que no tenia elección, el no la busco y nadie le advirtió de la visitante"ya no hay marcha atrás"-se repitió.  

"Me llamo Mike y alguien te transporto a mi casa. ¿Cómo te llamas?"- dijo el tratando de escoger bien sus palabras. No quería que la muchacha complicara más las cosas.   "No te haré daño" -añadió. 

Mike espero unos minutos y al no obtener respuesta de la chica, optó por levantarse de donde estaba y se alejo de ella, recostó su cuerpo a la ventana y decidió seguir molestando a los transeúntes hasta que la chica se calmara.  Apenas mike se volteo la chica decidió correr a la puerta para girar la perilla. "Con que preferiste escapar"- Pensó él. 

"La cerradura solo abre desde afuera" -Le dijo  sin despegar su vista  de la ventana. " la única forma de irte del lugar es que te transportes, esa puerta lleva años sin abrirse"  pero la muchacha no lo escucho, decidió seguir intentándolo hasta que hasta llegar al punto de frustración.  "va a empezar a llorar, que molestia" se decía  "es mejor dejarla ser".

Mike no escuchó los llantos que esperaba sentir y tampoco escuchó los golpes a la puerta de hace un rato. Al parecer la chica había caído vencida. 

"¿Cómo llegue aquí? ¿Donde estoy?" - respondió ella en voz baja. 

"Quien Sabe, eso quería saber yo" "¿tienes un nombre?" 

"Leah.." "Mike, ¿cierto?"

"Aja.."

"¿Me ayudarías a regresar a mi casa?"-Le pidió ella. 

"No puedo hacerlo" -  le dijo Mike. No  quería irse de la habitación y no tenia ganas de molestar a sus superiores. "...pero tampoco te puedes quedar acá..."

"Quiero irme a mi casa" -suplico Leah con la garganta seca.  "por favor.. " exhaló con las lagrimas asomadas en su rostro. " Me quiero ir". 

Sin saber que hacer, mike seguía viendo el exterior: habían niños jugando con palos y con llantas de vehículos. Los demás tomines estaban tranquilos, faltaban unas horas para que el papel de observación llegará pero  los llantos de Leah estaban comenzando a consumirle la calma. Con los años Mike había perdido la paciencia, y cualquier situación complicada lo desesperaba. "¡Callate! No me dejas pensar"  pensó en decirle pero no lo hizo, no valía la pena.  Alejándose de la venta, se acercó al espejo que yacía en la pared junto a la puerta. 

"Quizás él te pueda ayudar" refiriéndose al brillo que salia del espejo. "No puedo demorarme mucho así que apresúrate".  le explico él  extendiendo su mano para que ella se acercara. "te llevare con henri, es un anciano con mucho tiempo y poder. " 


Regla dos: Toma caminatas largas, pero sin descuidar tu puesto. Te estamos vigilando.

Todas las Almas pueden VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora