Prólogo

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Prólogo

Últimamente me gusta pensar que todas las cosas y situaciones de la vida tienen su lado bueno. Por ejemplo, el echo de tener que levantarme a las 6 am todos los días no es tan malo porque tengo mi gran momento a solas para tomar un café, perderme en mis pensamientos y trabajar en mi novela... o algo parecido a una. O el echo de tener que quedarme dos horas más en el colegio los jueves es algo bueno porque es para que me ayuden a mejorar mis notas. Sé que son ejemplos estúpidos pero... En fin. También trato de buscarle el lado bueno a las personas aunque, siendo sincera, no siempre lo logro, pero trato de hacerlo porque me ayuda a no rechazarlas tanto, lo cual me ayuda a integrarme a la sociedad porque si no me integrara todos creerían que soy una sociópata.

Sólo digo, es fácil ser una persona rencorosa y echarle la culpa al mundo entero por cómo estás tú y por ser estúpidos, pero es mejor tener paz contigo mismo y ver el lado positivo y bueno de las cosas, hacer eso no va a empeorar tu situación. En fin, trato de ser positiva, trato de que esa palabra me defina, quiero que sea la característica que utilicen mis amigos y familia para describirme y creo que lo estoy logrando. Siempre hay algo bueno, siempre. No importa qué tan malo sea lo que te pasa, hay algo positivo en eso, sólo hay que tratar de encontrarlo.

- Sophie, ¿estás escuchándome?- pregunta Katherine, mi psicóloga.

- Lo siento, no estaba prestando atención - contesté con sinceridad mientras Katherine sonrió de lado y anotó algo en su libreta.

- Preguntaba qué es lo positivo que sacas de tu relación ya terminada con Josh.

Lo pensé mucho, no sabía por qué preguntaba eso, Katherine sabía que no me gustaba hablar de Josh.

- Mmm... Supongo que el echo de tener un poco de experiencia con el amor ya es algo positivo.

- ¿Todavía te duele hablar sobre él? - preguntó.

Suspiré, el tema me debilitaba, yo odiaba ser débil, pero con mi psicóloga no me importaba.

- Por supuesto que me duele hablar de él y me duele demasiado el pensar que le hice daño a alguien, y sobre todo a Josh, que me quería más de lo que muchos de mis familiares me quiere. Josh no se merece estar mal, es un buen chico.

Varias lágrimas cayeron por mis mejillas y no traté de limpiarlas, Katherine era, probablemente, la única persona que me ha visto llorar además de mi mamá.

- ¿Has podido verlo, has ido a visitarlo? - preguntó ella, pasándome un pañuelito desechable.

- Su mamá no me deja entrar a la clínica, me dijo que me olvidara de él, que ya no tenía más nada que ver en la vida de su hijo. Ella me hace responsable de la adicción de Josh y, lo cierto, es que ella no sabe ni la mitad de las cosas. Lo peor de todo es que no me deja explicarle

Katherine seguía anotando cosas en su libreta de cuero negro, recuerdo que los primeros días me moría por saber qué escribía en ella, hasta le pedí que me dejara leer todo lo que documentaba allí sobre mí, pero siempre me decía lo mismo, - Cuando estés lista - , pero lamentablemente, para ella, todavía no lo estoy.

- Tal vez tu mamá podría comunicarse con ella para que ustedes dos tengan una charla - propuso, pero sabía que eso era imposible.

- Katherine, mamá no quiere saber nada de esa familia. Ella los culpa de mi supuesta depresión, así que no le hablaría jamás a la mamá de Josh.

- Bien, entonces lo tendré que hacer yo- dijo, mientras seguía anotando en su libreta. - Hasta aquí llegamos hoy, te veré la próxima semana cariño.

Mientras salía del consultorio de Katherine y entretanto me dirigía hacia mi casa, pensaba en Josh, en toda la historia que nos encierra, en lo estúpidos que fuimos y en el daño que nos hicimos. No podía creer que a nuestros cortos dieciciete años pasáramos por tanto, me preguntaba si el resto de los adolescentes pasaron por lo mismo o por cosas similares, me preguntaba si alguien me entendería, porque mi psicóloga escuchaba pero dudo mucho que entendiera cómo me sentía o cómo se sentía Josh. Habría sido mejor si él y yo no hubiésemos salido juntos, tal vez debí haber callado mis sentimientos y rechazarlo, pero cuando me miró con esos ojos azules supe que no había marcha atrás. Mis hormonas se rindieron ante él, ante su físico, ante su sonrisa, ante su bondad, ante su inteligencia... Será por eso que todos me echan la culpa de su adicción. Él era simplemente el chico perfecto, el ejemplo de chico ideal, lo que toda madre quiere, mientras que yo era la chica que faltaba mucho a clases, que tenía notas apenas aceptables, la que no tenía muchos amigos, la que nunca participaba, la que nunca se reía... la invisible. No entiendo cómo es que él se fijó en mí, cuando recuerdo la primera vez que nos vimos y la primera vez que hablamos sonrío de feliz nostalgia, fue uno de los momentos más imborrables de mi vida.

Josh, the dark side of adolescenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora