Capitulo IV

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  Josh tenía razón. En cuestión de dos semanas ya era uno de los chicos más populares de la secundaria Lincoln. En los recreos se sentaba en la mesa de los populares, junto a Charlie y Julie, junto a Dylan, Garrent y Nick, por nombrar algunos jugadores más importantes del equipo. Incluso con algunas chicas de Volleyball, que era el deporte más importante de la secundaria después del fútbol.
  Yo seguía sentándome en el patio, leyendo un libro o simplemente con mi teléfono hablando con mi única amiga Malía, quien lamentablemente no iba a la misma preparatoria que yo, sino que estaba en la preparatoria Western. Malía era muy importante para mí, con quién compartía secretos y muchas primeras veces en el mundo del adolescente. No nos veíamos mucho, pero sabía que estaba ahí para mí.
  Josh y yo seguíamos saliendo, él no quería ocultarlo y siempre me invitaba a sentarme en su mesa y a ir a esas fiestas, pero yo prefería seguir siendo la invisible. Se había enojado un sin fin de veces conmigo, pero mi respuesta seguía siendo la misma.
  —Y ahora ¿Cuál es ese libro? Ya no es el mismo de ayer— dijo él, mientras caminaba hacia el árbol bajo el que estaba sentada. Me dió un rápido beso en los labios y se sentó a mi lado. Miré a todos lados esperando a que nadie nos haya visto, parecía que no.
  — Los besos los dejamos para después del horario de clases, Josh— le dije, él puso los ojos en blanco, yo sonreí sin poder evitarlo, — y el libro se llama "La chica del tren" —dije.
  — Pero vimos la película, es un poco aburrido leer algo que en realidad ya has visto, porque tu imaginación se limitará a lo que has visto y no al universo de imaginación que podrías acceder si no hubieses visto la película — dijo abriendo una bolsa de papas fritas, ofreciéndome, a lo cual yo tomé unas cuantas.
  — Sí, tienes razón, pero en mi defensa, mi curiosidad es más grande que mi deseo de imaginar, y no podía quedarme tan sólo con la versión de la película sabiendo que hay un gran libro que tiene la historia original, la versión principal y con la que prefiero quedarme. Como con la película que vimos ayer, La Duff. La película era la típica para adolescentes, graciosa, con sexo y una pequeña parte de enseñanza. Pero el libro, sin embargo, es algo completamente diferente, es toda una lección de vida, y deberías leerlo para no quedarte con esa versión de la estúpida película — dije, para luego meterme las papas en la boca.
  —Touché — dijo.
  Seguimos comiendo en silencio por un rato más. Sentía su mirada fija en mí, pero seguí leyendo de todas formas. Hasta que sentí su mano poniendo un mechón de cabello detrás de mi oreja.
  —Sophie, te quiero.
  Mi corazón latió a toda velocidad, no quería levantar la mirada del libro, porque no sabía qué hacer o qué decir. Y es que no estaba preparada para tal confesión. Sabía que Josh sentía algo fuerte por mí, al igual que yo por él, pero decir te quiero es entregarse, es dar por sentado que todos tus sentimientos hacia la persona son tan grandes que no pueden esconderse. Pero decir te quiero también era bajar tus defensas, y dejarte al desnudo frente al otro. Es darle el poder de destruirte, o hacer de ti el ser humano más feliz.
  —No es necesario que digas nada. No quisiera que dijeras algo que no sientes sólo por la obligación y presión de devolverle al otro el sentimiento. Cuando me lo digas quiero que estés segura. Tan segura como yo lo estoy ahora, que viéndote a ti sentada haciendo la cosa más normal del mundo como lo es respirar, siento la necesidad de decirlo, como si fuera a vomitar las palabras —dijo cortando el silencio.
  Cerré mi libro, lo dejé sobre la mochila que estaba a mi lado, miré a Josh a los ojos y lentamente me subí a su regazo. Él me miró asombrado y expectante, a lo que tomé su cara y lo besé. Introduje mi lengua en su boca, y rocé la suya, mordí su labio y él soltó un pequeño gemido. Me ruboricé y me aparté de sus labios. Miré a sus ojos azules, esos ojos que no me cansaba de mirar, unos ojos que ahora mismo me miraban con mucha intensidad y me hacían sentir deseada. Supe al mirar a sus ojos que estaba perdida, que aunque no había dicho las palabras "te quiero" ya le había dado a Josh el poder de destruirme.
—¿Me harías el honor de convertirte en mi novio oficialmente? —pregunté.
Josh sonrió y sus ojos se achinaron.
—Por supuesto que sí. Sí sí sí sí sí sí...— dijo, pero lo interrumpí con un beso.
  Lo sentí sonreír y eso me hizo sonreír también. Era increíble la cantidad de veces en el día que sonreía cuando estaba a su lado.
  —Ahora que eres mi novia oficialmente... ¿Te sentarás conmigo? —preguntó haciendo morritos.
  Reí.
  —Está bien, lo haré. Pero tendrás que ayudarme con matemáticas, sino no hay trato.
  Él estiró su mano y yo la mía.
  —Hecho —dijo.
  —Perfecto, ahora déjame levantarme antes de que nos vean y piensen cosas raras — dije, pero él sostuvo mi cintura haciendo fuerza hacia abajo sin dejar que me levante.
  —Estoy cómodo así. Además tengo una situación aquí, y no sé cómo resolverla, y no quiero que nadie lo vea —dijo con sus mejillas rojas.
  —¿Situación? ¿A qué te refieres?—pregunté confundida.
  Él señaló con su cabeza hacia abajo, a lo cual yo miré, y abrí mis ojos enormemente. Su pantalón deportivo tenía un bulto grande, demasiado notorio.
  —Lo siento, yo no controlo esto. Además fuiste tú la que mordió mi labio, te he dicho que es mi punto débil.
No pude evitar reír a carcajadas, Josh me miró serio, pero yo seguía riendo a carcajadas.
  —Lo lamento, déjame levantarme, no quiero empeorar las cosas —le dije, y él soltó el agarre. Me senté a su lado y le pasé mi mochila con la cual se cubrió. Volví a reír y él me miró sonriendo.
  —Perdón, no quería ponerte incómoda o algo así —dijo Josh.
—Tranquilo, Josh, soy virgen pero no del todo inexperta en el sexo. Además estas cosas suelen pasar —dije mirándolo.
   —Sí, aunque no suele pasarme esto tan sólo con un beso.
  Lo miré sorprendida.
  —Voy a hacer como que te creo —le dije riendo.
  —Es en serio, mi cuerpo reacciona así de esta forma precipitada solo a ti, al parecer.
  —Bien... Cambiemos de tema para que así tu amigo vuelva a dormir —dije haciendo que Josh riera fuertemente.
  —Ok, cuéntame cómo te fue en clases hoy sin mí —me respondió.
  Comencé a contarle de mi día, del escrito sorpresa de biología que él se había perdido, sobre las biomoléculas y la membrana plasmática. Le conté también de cómo una chica llamada Casey me molestaba por ser tan callada y asocial, y le conté de cómo le respondí a esa chica haciendo que se sintiera avergonzada. Me felicitó por eso. Le hablé de la charla incómoda que tuve con mamá acerca de su relación con papá. Esperaba que lo resolvieran. Él escuchó atentamente a cada una de mis palabras hasta que se olvidó de su asunto.
—Hablando de madres... Mi mamá quiere conocerte. Le he contado sobre ti, le dije que salíamos y le dije lo hermosa e inteligente que eres. Cuando le cuente que oficialmente somos novios se pondrá feliz. Así que dime qué día te parece bien ir así le aviso con tiempo, sino va a matarme —me dijo.
  Me sorprendí, me puse nerviosa, pero me pareció hermoso que le haya hablado a su madre de mí. Sabía lo importante que era su madre en su vida, que era la única familia que tenía, y que ellos dos juntos habían pasado por mucha mierda.
  —El fin de semana estaría bien, el sábado sería perfecto, si es que no vas a ir a la fiesta de Charlie  —le respondí, esperando a que no vaya allí.
  —Le puedo decir a Charlie que tengo un compromiso familiar, supongo que lo entenderá —accedió.
  —Perfecto, entonces puedes avisarle, yo le diré a mi mamá para que así pueda salir a cenar con papá para arreglar las cosas. Ahora vamos adentro, ya tocará la campana y todavía tengo dos horas de matemáticas, aunque podría no entrar y quedarme aquí contigo —dije.
  Josh me miró con el ceño fruncido.
  —De ninguna manera, entrarás a matemáticas conmigo, te sentarás allí a mi lado y prestarás atención —dijo autoritario.
  Junté mis manos y puse morritos.
  —Por favor, no voy a entender nada de todas formas —dije intentando persuadirlo.
  —Sophie, no.
  Al ver que no me levantaba tomó mi mochila y se la colgó, me levantó por la cintura y me colocó en su hombro.
  —¡Josh bájame ahora! Nos verán todos, por favor —dije, apartando mi pelo largo y castaño de mi cara.
   —¿Y eso qué importa? Ahora eres mi novia, que se enteren todos.
  No pude evitar reír, y así fuimos por el pasillo de la secundaria hasta llegar al salón de clases.

Josh, the dark side of adolescenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora