Narrado.
-Justin, baja el volumen de la música.
Él me miró con una sonrisa burlona y bajó el volumen de la radio.
-Sabes que odio esas canciones para niños pequeños.
Volvió a reír.
-Lo siento, pero me gustas un poco más cuando te enojas.
-Mejor dime a dónde me trajiste.
Miré mi alrededor por las ventanas, pero por más que trataba de averiguar en dónde estabamos no se me venía ningún sitio a la mente.
-¿Dónde estamos Justin?
Fruncí el ceño y lo mire confundida.
-Tienes que vendarte los ojos con esto, ¿okey?
Me entregó un pedazo de tela verde.
-¿Qué? No.
-¿Confías en mí?
-Sí, claro.
-Entonces hazlo.
Rodé los ojos.
Me coloqué la tela en los ojos y la até por detrás.
-¿Y bien?
No recibí respuesta, sólo escuché la puerta de la camioneta cerrarse, se había bajado.
-¿Justin?... ¿Justin?
-Aquí estoy, ven baja.
Bajé con su ayuda de la camioneta y un inmenso olor a flores invadió mis fosas nasales. Caminamos un poco hasta que Justin me indico que me detuviera.
-Anda, ya puedes ver.
Me quité la tela de los ojos y pudé ver un gran jardín lleno de rosas rojas y algunas rosadas. Pasaron un par de minutos y pudé decifrar el mensaje, ¡las flores formaban una oración! Leí palabra por palabra: "¿Quieres ser mi novia?".
-Oh por Dios, ¡sí!
Corrí y lo abracé. Él me elevo y me dió un par de vueltas por el aire.
-Ven aquí.
Me tomó de la cintura y me acercó a él. Me besó.
-No sabes las ganas que tenía de poder hacer esto.
Susurro algo agitado en mis labios.
-Igual siempre que salíamos me besabas cada que tenías oportunidad.
-Pero todos esos besos tuvieron que ser robados.
-Tarado.
Sonreí y lo besé.
-Oye... ¿recuerdas que te dije que debía contarte algo?
Me miró y frunció su ceño.
-Sí, ¿pasa algo?
-No... bueno sí, pero no te preocupes que no es nada malo, ni mucho menos.
-Dime...
-Me mudé.
-¿En verdad?
Me miró sorprendido.
-¿En qué momento?
Reí al ver su reacción.
-Fue fácil... aunque en realidad compré la casa hace casi dos meses.
-Eres increíble.
Sonrió, me tomó del rostro y me besó.