Cenizas

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El bachillerato. Una ráfaga de hormonas, peleas, drama y amistades que marcarán a quién sea que decida vivirlo. Samuel había tenido ya una pequeña probada de lo que era, y había sido una persona muy popular en su momento. En efecto, la escuela donde había sido admitido de vuelta era aquella donde, ahora los chicos que se habían graduado, se habían enterado de su regreso y decidieron darle una cálida bienvenida en la entrada. Globos e incluso un pequeño pastel había sido llevado por más de 10 personas.

Claro que el castaño no pudo haber pedido absolutamente nada mejor que eso. Recibió las cosas con una sonrisa amplia y pura, que denotaba nada más que felicidad. "Las cosas son distintas, Samuel" Le dijo Francisco, uno de sus antiguos compañeros de atletismo y de salón. "Pero estoy seguro de que puedes atravesar cualquier obstáculo que venga ahora" Dijo seguro, tomando su hombro y darle un apretón reconfortante. "Gracias tío" Respondió, para sonreír y abrazarlo también.

La pequeña rebanada de pastel entró en la mochila que ahora colgaba de su hombro, captando muchísimas miradas de todo aquel que pasaba a su lado. Más que nada, chicas.

"¿Quién es?" Se escuchaba en los pasillos, para él sentir un pequeño escalofrío recorrerle la espalda y sonreír tímido. "¿No se mira mayor...?" "¿Estará repitiendo curso?" Odiaba escuchar a la gente murmurar acerca de él, de hecho, era la única fobia que tenía después de haberse roto la pierna.

Sonará estúpido, pero cuando estaba en el hospital solía escuchar como sus padres y los doctores murmuraban cosas respecto a su estado y el como en ocasiones parecía un caso perdido, puesto que la sangre no lograba circular apropiadamente y las cosas se complicaban para la familia De Luque. Específicamente, para el castaño.

Apresuró el paso y entró a su salón. Dejando la mochila en el suelo justo al lado de su asiento, suspirando profundamente para cerrar un momento los ojos. Despertarse en la mañana era una pesadilla, y más pesadilla era tener que seguir escuchando gente hablar a sus espaldas. Soportaba perfectamente, claro, callaba su boca respirando hondo y pensando en que la gente tenía derecho a murmurar, porque la gente no puede pasar desapercibido algo tan obvio como alguien que luce mayor de 16 años y está sentado en el salón de primero de bachillerato.

Es normal, es completamente normal.

Entonces alzó el rostro, mirando como un chico caminaba tomando la mano de otro más delgado y más pequeño. "¿Su hermano?" Fue lo primero que pensó, para ver como el chico más delgado lo dejaba en un asiento y tomaba asiento a su lado. Parecía ser que le susurró algo cuando aquello pasó, puesto que solo escuchó un "Me puedes decir Alex, ya te lo dije" Del contrario.

Sin embargo no le prestó demasiada atención, decidió ponerse los auriculares y escuchar música a todo volumen para ignorar, tan solo por un momento, las voces que parecían no poder callarse. "¿Tengo ansiedad o de qué demonios se trata esto?" Pensó, para volver a recostar su frente en el pupitre y suspirar.

Claro que no por mucho tiempo, ya que en algún punto comenzó a dejar de escuchar ruido e intuyó que el profesor o profesora ya estaba en el centro.

Y ciertamente, ahí estaba. Una mujer que fácilmente podría ser su madre, sosteniendo un montón de papeles en manos para dejarlo en el escritorio, ponerse los lentes que colgaban de su cuello y mirar detenidamente a todos los presentes, incluyéndolo a él. Por no decir que él fue el primero al que logró ver. La conocía, esa mujer ya le había impartido una materia en el pasado. De nombre Hilen, la maestra lo adoró muchísimo el año en el que trabajó a su lado.

"¿Samuel de Luque?" Escuchó, para asentir con una sonrisa sin decir nada. "Es un gusto tenerte de vuelta" Sonrió, para el castaño sonreír y asentir con la cabeza. "Muchas gracias" Aunque claro, esto no había ayudado en lo absoluto a callar todas las voces que parecían volverse más fuertes después de aquello.

KARMA | WigettaWhere stories live. Discover now