Empezar de cero

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Han pasado dos años después de aquel día. Samuel puede caminar como cualquier persona normal pero decidió tomarse su tiempo para volver a estudiar. Y en cuanto a William...

Oh dios, ese pobre hombre.

"William el desayuno ya está listo" Ese pobre hombre no volvió a vivir incluso si pudo volver a caminar. "Lo sé, voy" Ese pobre hombre no pudo volver a sonreír, a salir, no pudo volver a hacer nada sin un bastón y una persona a su lado, o en su defecto, sin Yuma. El perro guía que su familia le había conseguido en cuanto William logró volver a caminar. O sea, casi al cumplir un año aquel accidente.

Yuma era un Golden retriever joven pero bastante tranquilo. Cuyo rastro siempre estaría en los sillones, o en la cama de Will. Cuya rutina había sido despertar, bajar, comer, dirigirse a su habitación, tomar una ducha para volver a bajar por comida más tarde, recostarse en el sillón y subir a dormir. Claro está que el orden de esta rutina no podía ser cambiada estrictamente hablando de salidas o eventos, básicamente, porque el chico era el más odiado en la ciudad.

En las escuelas, la noticia del demonio que los atormentaba ahora había sido maldecido con aquel accidente hizo de su reputación un asco, sino es que antes ya lo era, y perdió el miedo que había invocado sea por donde sea que fuera. Sus amigos, quienes sí fallecieron en el accidente, habían dejado un legado bastante oscuro a su paso, sus familiares culparon con rabia al hijo de los García. Al hijo ciego de los García. En cuanto volvió a su casa no tardaron las amenazas a muerte y huevos tirados en sus ventanas. Por no decir muchas cosas más.

Por lo que una mudanza no se hizo esperar.

La nueva casa era bastante acogedora. Lejos del centro y por las orillas de la ciudad. Un nuevo lugar donde empezar dado que Madrid es pequeño pero muy habitado, por lo que vecinos y personajes nuevos se avecinarían en la puerta. Cosa que claramente William detestó. Su mejor amigo, y básicamente la única persona que quería, había sido arrebatada de su presencia radicalmente. Frank había decidido ir a visitarlo frecuentemente, estando consciente de la insolación y depresión que Guillermo tenía y parecía no querer dejar ir.

Aquella nueva casa, también, contaba con un orden increíble. Las cosas no se movían de lugar y si era el caso, Guillermo era guiado por sus padres para enseñarle la nueva localización de estas. El chico detestaba éste acto, pues parecía estar jugando a "ponle la cola al burro" haciéndolo sentir enfermo. Cosa que claro, sus padres nunca supieron puesto que desde lo que pasó, no escucharon hablar más al chico, sino para saber que éste sabía el desayuno estaba listo, y las veces en las que Frank dejaba la puerta abierta para que sus padres vieran que su hijo estaba bien, que hablaba y que todo parecía normal cuando estaba a su lado.

Le recordaba un poco a sí mismo, y al mismo tiempo, a ese nuevo él. Ya no podían jugar videojuegos, ya no podía comer sin ensuciarse por no poder calcular perfectamente la distancia entre el tenedor y su boca, ya no podía ver películas como antes, ya no podía leer, ya no podía, en general, seguir su vida como lo era antes. Y así era como volvía a caer en depresión.

La historia siempre se repetía. Despierta, baja a desayunar y volvía a su habitación para quedarse en silencio escuchando música a bajo volumen en una grabadora que, desde que se mudaron, no había cambiado de posición y estaba ligeramente polvorienta. Pero hoy, era diferente. Porque hoy, William, seria testigo de lo que era el terror en carne propia, de nuevo.

"¡¿Volver a la escuela?!" Gritó, para dejar caer el sándwich en el plato y mirar frente suyo, donde su madre y su padre se encontraban sentados. "Habíamos pensado en un tutor privado, pero no tenemos suficiente dinero como para uno..." Susurró su padre, pensando en que todos los ahorros se habían utilizado para las comodidades de su hijo. "¿Guille por qué gritas?" Escuchó a su hermana bajar de las escaleras, para sus padres mirarla en silencio ordenándole, de alguna manera, guardarlo también. "No voy a volver a la escuela, mucho menos pública, me van a asesinar" Susurró, agachando la mirada para poco a poco hundir sus hombros. "¿Quieren que muera de una vez o...?" "¡Guillermo!" Gritó su madre, para este retroceder por un salto de la mesa, observando el lugar donde el sonido provenía. Había desarrollado ese sentido bastante bien ahora. "No puedes quedarte sin hacer nada toda tu vida, hay muchas oportunidades para la gente ciega hoy en día" William frunció el ceño, se puso de pie, y, sin decir nada, volvió a su cuarto.

KARMA | WigettaWhere stories live. Discover now