Capítulo 4: Una propuesta interesante.

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Lunes 14 de agosto del 2017...

Una vez se hubo sentado y después de haberla observado un momento enfoque de nuevo mi atención en la maestra y dijo.

- Continúe por favor - una vez dicho eso me presenté.

- Mi nombre es Alex, a mi me gusta mucho leer y escribir, me gusta crear cosas con la imaginación al escribir y eso, creo que así está bien - ella se sorprendió y dijo.

- Así que te gusta escribir, qué interesante - me observó quizá más que a los demás y cambió enseguida, su mirada a la joven que acababa de entrar, ella sonrió y luego habló.

- Me llamo Esperanza y creo que lo que más me gusta es vivir - me sorprendí ante su respuesta, creo que hasta la maestra, pero ella lo supo disimular y dijo.

- Creo que a todos nos gusta eso ¿no muchachos? - la pregunta era para todos los del salón, todos respondieron que si, yo sólo moví los labios diciendo que si, pero no emití sonido. Una vez ella se presentó el resto del salón lo hizo y el otro nuevo era Fernando, en fin al terminar las presentaciones, la maestra comenzó a explicar en qué consistía la materia, en cómo estaba dividida a través de los temas y los días en los que veríamos cada tema de entrada deberíamos de leer dos capítulos enteros para el Viernes que era nuestra próxima clase de Desarrollo, una vez no hubo dudas y todo estuvo perfectamente entendido y ella salió justamente a las 9, teníamos una hora y media para esperar a la siguiente clase, nuestra clase debería terminar a las 10 pero hoy terminó temprano por ser el primer día, pero ya teníamos tarea como bien predije, todos comenzaron a salir del salón de clase para dirigirse a nuestra pequeña cafetería o a la de la facultad de economía que nos quedaba muy cerca iba a salir con Van, Elena, Paloma y Luciana, pero ellas iban a ir a la facultad de educación y a pesar de estar igualmente dentro del campus estaba un poco más lejos que la de economía y no me apetecía caminar, así que les dije que no iba con ellas y cuando iba a dejar el salón ya nadie estaba sólo la nueva, Esperanza, mi instinto de socializar y ser buena persona no me dejó salir del salón sin ofrecerle bajar conmigo.

- ¿Quieres ir a comprar algo conmigo o quieres que te compre algo? - era un acto desinteresado la verdad, sólo quería ser amable y hacer que se sintiera cómoda, nada más.

- Mmm... - comenzó a pensar, pero no tardó demasiado - Bajo contigo esperame - y esperé junto a la puerta, mi cartera estaba en mi bolsa trasera del pantalón que llevaba ese día, observé cómo buscó su cartera, larga como la de la mayoría de las mujeres, no voy a mentir la mía era de hombre, café, pequeña y daba en mi bolsillo trasero, cuando se pusó de mi pie abrí la puerta, salí y la sostuve para que ella también saliera - Gracias - me dijo con una sonrisa, parecía ser una persona bastante risueña.

- De nada - le alcancé a contestar, y nos quedamos en silencio hasta llegar a las escaleras, siempre era más fácil bajar que subir, bajar era natural, la gravedad nos hacía bajar, subir era ir en contra de ella.

- ¿Te puedo hacer una pregunta? - sonreí y le dije.

- Ya me la has hecho, pero adelante pregunta lo que quieras - amaba dar esa contestación, además mi tono era educado.

- ¿Por qué sólo moviste los labios cuando la maestra preguntó si les gustaba vivir? - no me esperaba esa pregunta, menos que se haya dado cuenta.

- Porque no era necesario decirlo en voz alta - no la miré simplemente seguía bajando, ya estábamos por el primer piso, sólo nos faltaba llegar a la planta baja.

- ¿Acaso no te gusta vivir? - me paré en seco y ella quedó un escalón más abajo que yo.

- No es eso mmm... - estaba pensando si responder o no, sabía regresaría al salón y que los demás salones estarían a nada de salir también, miré a través de sus ojos, y en ellos vi que podía confiar en ella - ¿Te parece si vamos a comprar y te respondo? - ella asintió con la cabeza y bajamos a comprar, yo me compré dos perros y un agua en nuestra cafetería y ella igual, nos miramos y sonreímos, claro que a ella se le notaba menos que le gustaba comer, una vez hecha nuestra compra y daba gracias a Dios que fue rápido porque odiaba esperar y más cuando se arremolinaba la gente, aunque aquí era más decente, si hacían fila, cuando llegamos a nuestro piso ella me miró.

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