Capítulo 1

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Viernes, 19:00 PM.
12 horas restantes.

Hace unos diez minutos subí al auto. El camino iba bastante silencioso. El paisaje solo era campo, algo que odiaba de Argentina.

Agarré mi celular, a ver si ahora tenía señal, pero se me apago porque no tenía batería. Resople y Joaquín me miró.

—¿Pasa algo? —me miró y yo a él.

Es un tanto lindo, si.

—Se me murió el cel —me acomode mejor en mi asiento de copiloto. El cinturón de seguridad me hacía transpirar.

—Ponelo a cargar ahí —me señaló un cable, que estaba conectado al que supongo que era su celular.

—Pero lo estas cargando vos —me miró de nuevo y accedí, desconectando el suyo y poniendo el mío.

—¿Podes poner música? —asentí y él me indicó como poner el bluetooth. Puse mi playlist de Spotify y deje el celular donde estaba.

Voy cruzando las etapas de una noche larga
Abro puertas en mi mente, quiero enloquecer.
Todas esas luces, giran sobre mi cabeza
Y nuevos sonidos se adueñaron de mí.

Moví mi cabeza al ritmo de la melodía.

Estoy sintiendo que mi cuerpo quema y los sonidos entran por mis venas, ya nunca quiero que esto llegue hasta el fin —no pude contenerme y cante. Joaquín me miro como ¿sorprendido?

Voy buscando el cielo, estoy bailando en el infierno —Joa me la siguió.

Voy buscando el cielo, estoy bailando en el infierno hasta el fin —cantamos a la par. Cuando la canción terminó, nos reímos.

—No me dijiste que cantabas —soltó Joaquín.

—No lo vi necesario —me encogí de hombros.

—Cantas hermoso —lo miré y me sonrojé. Vos sos hermoso, quise decir, pero me lo guardé.

—Gracias —la conversación finalizó ahí.

La playlist seguía y no pude evitar cantar una que otra canción.

—Joa.. ¿Te puedo decir Joa? —lo miré y él asintió—. ¿Falta mucho para llegar a la primera estación de servicio?

Joa se hizo el pensativo.

—Más o menos una hora, ¿por qué?

—Tengo hambre.

Él sonrió y no se porque no me desmaye.

—En el asiento de atrás hay comida. Agarra lo que quieras —no lo dude dos veces.

Me saqué el cinturón y por medio de los dos asientos de adelante, busqué comida atrás. Mi posición era un tanto comprometedora, ya que tenía literalmente mi culo frente al espejo retrovisor y al lado a Joaquín.
Me apure para agarrar unas gomitas que había ahí y volví a mi lugar.

—¿En serio? ¿Teniendo sandwiches agarras eso? —rode los ojos y volví a pasarme por el medio de los dos asientos.

Agarré un sandwich rápidamente y me senté nuevamente en mi sitio.

—¿Me agarras unos chicles, por favor? —quise decirle que no era su sirvienta, pero él me estaba haciendo un favor.

Ya cansada, volví a girarme para atrás. Divise unos chicles de menta y se los di. Él los dejo guardado en su bolsillo.

—¿Por qué me pediste chicles si no los ibas a comer? —frunci el ceño, él sonrió pícaro. Entendí todo. Joaquín estaba aprovechando mi posición—. Estúpido.

Me puse el cinturón de seguridad y apoyé mi cabeza sobre el vidrio de la ventana, mirando el aburrido paisaje mientras que atras se escuchaba Viejas Locas y yo comía mi sandwich de jamón y queso.

Ahí paso mi primer hora. Solo faltaban once más.

12 horas » tucu correa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora