Trabajo desde marzo en una empresa como secretario, es un milagro haber conseguido un buen puesto habiendo egresado el año pasado. Aún no poseo un contrato como tal, pero estoy seguro que lo conseguiré, si logro pasar el ocho de agosto invicto, por supuesto. Mi jefe es una persona bastante seria, siempre que hablamos mantiene un habla excesivamente formal, pero a pesar de ello, sé que en el fondo tiene un gran corazón. Guardo un recuerdo de él que me hace mantener en pie mis sospechas, un sábado frío de Junio, tuve que ir muy temprano a su casa para entregarle unos documentos para una reunión que haría. En mi mente yacía una idea de una ostentosa casa, en la que se reflejaría su sueldo, pero mi sorpresa fue encontrarme con un modesto apartamento y que una vez entré a él gracias a una copia de llaves que se me otorgó, contemplé a mi Jefe jugando cariñosamente con su mascota, mostrando una bella sonrisa que no había visto jamás. Al notar mi presencia se reincorporó, caminando hacia mí y saludando cordialmente, luego de ello le entregué los documentos y me retiré de inmediato.
Choi Seungcheol definitivamente es una buena persona, que sigue religiosamente las reglas. Aunque no niego el hecho de que aún me falta mucho por conocer de él y que quizás nunca conozca.
Cada vez se aproximaba más mi tan esperada fecha y mis nervios aumentaban, necesitaba mi dotación de sus letras anual. Me hallaba en mi escritorio pensando en cual sería la nueva trama amorosa, ya había terminado con todas mis tareas laborales y el ocio me llevaba a pensar cosas como ésa. De pronto oí desde la oficina de Seungcheol como se estrellaban papeles contra las paredes y no tardaron en convertirse en objetos de vidrio. Mi mente quedó en blanco por unos instantes, pues tanto alboroto trajo de golpe recuerdos que había enterrado ya, pero me obligué a olvidarlos así de rápido como habían llegado y me aventuré a ver que ocurría. En el corto trayecto me topé con SeungKwan, me dirigió una mirada cómplice de lástima con un toque de tristeza que me puso los pelos de punta, me detuve frente a la gran puerta que escondía detrás todos esos golpes, posé mis manos en las manillas, sentía mi frío sudor pegarse a ellas, no estaba listo para ver pero aún así, respiré hondamente dando un paso hacia delante abriendo ambas puertas y cerrándolas detrás de mí, me quedé un par de segundos mirando el suelo de cerámica negra, nunca me había detenido a mirarla con tanto esmero, me di cuenta de que era casi un perfecto espejo, en ella podía ver mi afligido rostro que poco a poco levanté.
Él estaba apoyado contra el gran ventanal de su oficina, sobre el escritorio ya no quedaba nada, la computadora, los folders, carpetas, portaretratos, todo estaba regado en el piso, este desastre llega a unos tres pasos de la puerta, comencé a atravesarlo con sumo cuidado, sosteniendo mi vista en el pelinegro causante de todo el desorden, llegué al mueble donde en algún momento se hallaba todo, apoyé mi mano allí y hablé.
— ¿No crees que todo esto es un poco desconsiderado con las personas del aseo? — dije con un tono suave, lo que menos quería era llegar a encender esa furia nuevamente en él.
Se quedó callado mirando como pasaban los miles de autos por la avenida, parecía estarse imaginando como sería lanzarse desde ahí y me inquieté, sé que es tan sólo una suposición mía, pues nadie es más impredecible que él, pero podía ser una posibilidad ¿Estaría deseando acabar con su vida?, desearía saber que realmente está surcando en su mente, para así poder saber qué hacer y cómo actuar en este momento, ¿Qué será lo que le llevó a descontrolarse de éste modo? Siempre había mantenido su postura de una forma impecable.
Tal vez ese era el problema, ¿Quién no se cansaría de llevar una vida regida por las reglas?
Un golpe contra el vidrio detuvo estrepitosamente mis pensamientos di un pequeño respingo como respuesta y sin una gota de duda camino hacia él, sosteniendo la mano con la que provocó el gran estruendo. Tengo total conciencia de que su contextura es mucho más fuerte que la mía, pero eso no me detendría, porque quizás ahora mismo el vidrio esté intacto, pero basta solo un par de golpes más para que lo rompa en mil pedazos y se lance al vacío, no permitiré eso. Giró lentamente su cabeza hacia mí, fijando sus profundos ojos cafés en los míos. Mantuvimos esa conexión por unos minutos, es como si nos estuviéramos gritando sin palabras. Lo más molesto es que él parece leerme como si fuera un cuento para niños, mientras que él para mí, es como una novela compleja e indescifrable, una de ésas que me provocan insomnios y dolores de cabeza, una de ésas que me encantan oración a oración.
Pueeeees, aquí me tienen de nuevo, espero que le haya gustado este segundo capítulo, está hecho con mucho amor y cansancio de niña de cuarto medio en camino a la PSU.
¿Alguno de ustedes son de Chile y están como yo?
Eso es todo por hoy, baibai.
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The writter. [Jicheol]
FanfictionLa relación profesional que tienen Seungcheol y Jihoon parece inquebrantable. Exacto, parece. Mientras Seungcheol marca las distancias, Jihoon se embeleza cada vez más por un seductor escritor.