Al Descubierto

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— Quiero hablar contigo y me gustaría que levantaras tu mirada para que podamos hacerlo correctamente. — parpadeo un par de veces, sin poder aceptar que le dije aquello. Mi cabeza se movió automáticamente, cumpliendo su deseo. — Así esta mejor.

— ¿Qué necesita hablar conmigo?

Siento como sostiene su mirada sobre mi cuerpo. Yo en cambio, volví mis ojos hacia cada una de las palabras que reposan en los documentos sobre mi escritorio, como si no los hubiera leído diez veces antes.

— Quisiera disculparme. — Recorrí desde sus pies hasta esos profundos y hipnotizantes ojos, a los que correspondo bastante descolocado e intentando no perderme en su inmensa oscuridad.

— ¿Por qu-

— Por mi indebida actitud de ésa tarde. Sé que han pasado un par de días, pero no fue sino hasta ahora que me atreví a venir, me siento muy avergonzado por lo que hice.

¿Él también no sabía cómo enfrentar lo que había pasado?

Eso explica el poco interés por mí ausencia en sus cuatro paredes, él también lo prefería de esa manera. Pero aun así, ¿Por qué disculparse?

— Director Choi, no tiene porqué disculparse, a cualquiera le pudo haber ocurrido.

— No suelo besar con quienes me relaciono laboralmente.

Espera, ¿Qué?

¿Lo recuerda?

Siento como mi sangre abandona mi rostro, dejándolo completamente pálido, transmitiendo lo que mi voz no es capaz de decir, trago en seco e intento reincorporarme.

— No tiene porqué disculparse, fue  tan solo un accidente, no tiene importancia.

— Pero si hubiese sido algo sin importancia, irías normalmente a mi oficina como solías hacerlo.

— ¿Acaso hay un problema con ello?, Todos sus documentos llegan en el momento a su lugar y sus llamadas también.

— Interfieres en el trabajo de otros para que eso sea así, es tú trabajo, hazlo correctamente o me obligarás a tomar otras medidas.

Los primeros días luego de su visita, me fue imposible no quedarme como una estatua frente a su puerta, deseando que no estuviera dentro o que él la abriera para no tener que poner un pie dentro. Sin embargo, logramos ignorar al elefante en el edificio, volviendo nuestra relación aún más profesional de lo que alguna vez fue, y aunque no fuese la mejor de las situaciones, al menos podría pedirle de frente mi deseado 8 de agosto libre y no por fax.

O al menos así lo creí.

Pues aquí me encuentro, una vez más sin saber qué hacer o decir, detrás de este desquiciado pedazo de madera que tantas veces me ha visto sentir lo mismo en el último tiempo.

¿Cuántos días llevo intentándolo? ¿Dos? no no, tres, ayer Seungkwan se encargó de burlarse de mí después de volver fracasado a pesar de haberle convencido de que la tercera era la vencida. Pero ya restan dos días para el lanzamiento del libro, y no puedo aplazar más la petición, probablemente me regañe por la poca antelación o de plano la niegue.

Suspiro una vez más, dándole la espalda a la puerta y cerrando mis ojos al mismo tiempo, llevando dos de mis dedos al puente de mi nariz, pensando en cuanto será el soborno que tendré que darle a otra persona para que vaya por mí.

  — ¿Quién podría ser? — dije por lo bajo, dando un paso hacia adelante.

Pronto siento como una suave brisa acaricia mi cuello, tan sutil fue su roce, que lo percibo casi como un regalo por mi cuarto intento. Pero de golpe un agarre no tan suave aprisiona mi hombro, cortando toda la sensación agradable y obligándome a retroceder mucho más que un paso. Me despertó del impacto sólo el golpe de la puerta frente a mis ojos, la vista es no muy distinta a la que tenía momentos antes de rendirme, sólo hay un pequeño detalle.

Que ahora observo el lado de la puerta que me encierra en el mismo lugar con mi Jefe.

  — ¿Sabes que tengo una cámara para poder ver quien ingresará a mi oficina? Creí mencionártelo el primer día que estuviste aquí. — un sudor frío cubrió mi piel, causándome paradógicamente un calor sofocante.

 "Estás haciendo un todo espectáculo para Seungcheol." Así me dijo Boo en mi segundo intento y ahora más que nunca me pesaban sus palabras, él lo sabía desde antes, todos lo sabían y yo debía saberlo también.

Empuñé mis manos, sintiendo como la sangre dejaba de correr por ellas. Preparándome de alguna manera para girar y enfrentar sus ojos una vez más, pero mi mente no me lo permite, golpeándome con recuerdos de todo lo que él debió ver, jugando cruelmente conmigo. Pero sino me volteaba en este instante, podía dar por acabado mi empleo.

Giré ligeramente sobre mis talones y le encontré completamente ensimismado en su computadora, con unos anteojos sobre su tabique que nunca antes vi. La calidez que lo rodea en esta ocasión es imposible de ignorar, ese nuevo accesorio le viene de maravilla y parece saberlo, pues se ve más tranquilo de su apariencia, no como en las reuniones, en las que comúnmente no deja de acomodar su atuendo. 

Me siento como un tonto por todo el preámbulo que causé para voltear y ahora no puedo quitarle los ojos de encima. Me preocupé precipitadamente una vez más, no debió ver todo el ridículo que hice.

  — Supondré por tu silencio que no lo recordaste, a menos de que quisieras que interpretara tu conversación de ayer con la planta como si la tuvieras conmigo. 

O quizás sí.

Hola preciosuras, bueno sí sé que desaparecí como el humo, pero hay una buena razón detrás de ello, aunque es la misma de antes, al ser mi último año del colegio he estado algo bastante atareada y realmente lamento toda la espera que les hice pasar, ojalá y haya valido la pena, ah

Espero que les haya gustado y lo hayan disfrutado muchísimo.

Gracias por leer hasta aquí mis cosas aburridas y explicaciones, les quierooou. Gracias por tanto, perdón por tan poco.

Hasta la próxima, baibai.



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⏰ Última actualización: Nov 21, 2018 ⏰

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The writter. [Jicheol] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora