Caminé cerca de unos 10 minutos para cuando logré escuchar levemente el sonido del agua chocando con las rocas, con el ánimo un poco bajo, ya que en todo ese recorrido no había visto divisar ni a una sola ave.
Me molestaba un poco, pero seguía igualmente bastante fascinado con cada planta y árbol nuevo que me encontraba al caminar. Todo en ese lugar parecía tan mágico, tan tranquilo, como si fuera algún centro de meditación de los que me contaba mi abuelo cuando era pequeño.
Me pregunté si a esto se refería.
Detuve de repente todos mis pasos, pues ya me encontraba en el lugar que tanto deseaba visitar. Era el río, el tan bello río.
Quedé simplemente maravillado, jamás había visto un agua tan cristalina como la que tenía frente a mis ojos, se podía ver con facilidad las rocas y unos cuantos peces nadando por encima de éstas.
— Hermoso — susurré, hablando solo por milésima vez en el día, cosa a la que estaba un poco acostumbrado.
No tenía duda, era de los lugares más hermosos en el mundo o al menos para mí lo era.
La luz que se filtraba a través de los gigantes árboles, hacían parecer como si el agua brillara con destellos mágicos, reflejo el cual chocaba con las gotas en las plantas más bajas. Simplemente parecía como que todo el lugar brillara con vida propia.
Algo mágico, pues no había mejor palabra para describirlo.
Tomé asiento frente a la gran corriente, que a pesar de ser relajada, lograba transmitir uno que otro sonido al chocar con la tierra a sus costados o con las mismas rocas del lugar.
— DoYeon odiaría esto— dije recordando como se había referido al lugar, como algo "asqueroso". Vaya, pero que equivocada estabas querida mía, no tienes conciencia de tus palabras.
Cerré mis ojos y tendí mi cuerpo en la viva hierba, permitiendo que la calma reinara en mi cuerpo, olvidando todos mis recuerdos y pensamientos, dejando que gobernaran en mí los perfectos sonidos que la naturaleza me ofrecía, encantador.
*Narrador omnisciente*
Jimin se encontraba recostado, disfrutando plenamente de su paz interior, gozando el momento sin siquiera preocuparse de que podría haber animales cerca, él sólo quería disfrutar su viaje aunque fuera por unos minutos.
Sí bien él gozaba de su nuevo descubrimiento, había otra criatura a unos cuantos metros de él.
Miedo, terror, angustia era lo único que podía sentir el bello ser mientras miraba al hombre recostado en su hogar. Y no, no era la primera vez que veía a uno, de ahí su creciente temor por aquella raza cruel.
La joven criatura no sabía que hacer, simplemente atinó a esconderse con rapidez en cuanto notó unos pasos desconocidos venir a su dirección, a su río. Debido a eso, en ese momento se encontraba detrás de uno de los tantos árboles gigantes, escondiendo su cuerpo detrás del gran tronco, dejando salir sólo un pequeño tramo de su cabeza, para poder ver claramente a la persona que invadió su sesión de juego con sus amigos los peces.
"YoonGi" como lo habían apodado los anteriores visitantes al lugar, observaba con precaución al nuevo intruso, cuidando de no hacer ni un solo ruido para no despertar su "ira" sobre él.
Debía tener cuidado y él sabía perfectamente las razones de ello.
Posó sus manos sobre el tronco, recargando su peso en el para ponerse de puntas y lograr ver con mejor detalle el rostro del chico, pues también lucía joven. Deslizó una de sus piernas al frente para sostenerse, sin embargo, como si fuera una mala jugada, su cuerpo cayó al pasto, debido a un resbalón, gracias a la humedad del lugar.
Jimin de inmediato notó el sonido, despertándolo de su pequeño trance, mirando en todas direcciones para encontrar el origen de tal escándalo.
YoonGi no perdió tiempo y se escondió nuevamente detrás del árbol, con la mayor agilidad que su cuerpo le permitía, sin embargo fue muy tarde, Jimin ya había notado unos pequeños pies escurridizos.
— ¿Hay alguien ahí?— preguntó, usando la típica frase de película hollywoodense.
YoonGi no contestó simplemente se puso aún más alerta, sabiendo que había llamado la atención del asesino.
— ¿Disculpa? ¿Necesitas ayuda? — preguntó de nuevo, sabiendo que alguien se escondía detrás de aquél gran tronco.
De nuevo silencio, nadie respondió, por lo que decidido se puso de pie, ya sin importarle si se encontraba con algún niño perdido o con algún loco. Él no solía tener miedo.
Dio tan sólo un paso en su dirección, sin poder avanzar más, se tiró al piso debido al sonido tan agudo que comenzó a sonar a su alrededor. Un sonido alarmante, alto, insoportable. No pudo hacer nada más que cubrir sus oídos y cerrar fuertemente sus ojos mientras se tiraba de rodillas debido al dolor que causaba en sus tímpanos aquella onda sonora.
Sí, YoonGi era quien gritaba, usando la única arma que sabía que le era servible en estos casos. Se permitió gritar tan fuerte como podía, varios segundos en los que tomó el valor y la fuerza para poder trepar el árbol hasta llegar a la cima, donde sabía que el hombre no lo buscaría.
Fue hasta que estuvo a salvo que dejó de gritar, trayendo el alivio para Jimin, quien se a pesar de estar bastante aturdido, se puso rápidamente de pie para buscar detrás del árbol donde se había escondido aquél cuerpo.
Confusión, ese fue el sentimiento que invadió su cuerpo al notar que no había nada por ahí, ni siquiera logró divisar un alma al momento en que giraba su cabeza por todo el lugar.
Por un momento se cuestionó el haber imaginado todo, sin embargo, no habría explicación para el sonido que lo golpeó tan repentinamente. Él sabía que había escapado en el momento en el que cerró sus ojos, así que no le dio muchas vueltas al asunto, regresando por donde había llegado.
Para Jimin ya no tenía caso permanecer ahí más tiempo (al menos por ese día) pues habían arruinado su paz, así que prefería regresar y tan solo notificarle a DoYeon que sí había encontrado el río. Aunque ciertamente, también llamaría a la dueña del lugar, para reclamar el hecho de que había más habitantes, siendo que ella prometió que la única cabaña en funcionamiento sería la suya.
No tenía sentido.
Mientras tanto, YoonGi observaba como el enemigo se iba, dejando su hogar nuevamente en tranquilidad, como debía ser desde un inicio.
La criatura rogaba por no tener de nuevo más "intrusos" en su casa, su hogar y en definitiva su mundo.