Los minutos pasaban y la situación comenzaba a ponerse un poco tensa para el joven, quien aún se encontraba sobre de su espalda en la fría tierra de aquél bosque.
Jimin aún no lograba comprender la situación en la que se encontraba, lucía como una escena sacada de una película infantil. Algo como "Tarzan". Incluso en el momento en el que notó que el chico limpiaba sus lagrimas para después sonreírle al guepardo, se tomó el tiempo de mirar a su al rededor en busca de alguna cámara que pudiera confirmar sus sospechas de que fuera alguna clase de broma.
No encontró nada, tan sólo muchos arbustos y bastantes árboles.
- Deja de llorar, te ves feo - le decía Kali al pálido mientras ponía su pata sobre su muslo, sin dejar caer su peso sobre de él, pues no lo soportaría.
- Tú me haces llorar, el feo eres tú- le intentó atacar, sin embargo lo único que consiguió fue llamar la atención del humano frente a él.
A pesar de que todo era mágicamente conmovedor, el miedo seguía recorriendo a lo largo de sus huesos. No era fácil para él el asimilar que en ese momento se encontraba frente a un lunático junto a su mascota salvaje.
- Mierda, debo haber olido o tocado algo- dijo mientras restregaba sus palmas por su rostro de arriba hacia abajo - este maldito bosque me está volviendo loco.
YoonGi volteó casi inmediatamente al escucharle - ¡¿Maldito?! ¿De qué estás hablando? Discúlpate en éste mismo instante- demandó con un pequeño puchero.
Para él, ese chico no era nadie para andar difamando su hogar, mucho menos después de que lo salvó de las garras de Kali.
- Deberías estar agradecido, si no fuera porque Kali tiene buen corazón ya estarías como el resto- de dejó ver molesto, pues le habían afectado las palabras del pelinegro, quien no era más que otro invasor.
Tal efecto tuvieron en Jimin sus palabras que al instante se dejó ver bastante asustado.
"¿De qué habla? ¿El resto?" pensaba el joven, quien al instante ya estaba mirando a los alrededores en busca de alguna salida. Todo le parecía tan raro que sentía que no podía confiar en aquél hombre de piel pálida.
- Y-yo...- no pudo continuar. Se le cortaba el habla, estaba bastante impactado como para poder formular oraciones coherentes. Temía de ambas criaturas frente a él.
- No eres bienvenido - le contestó casi en un susurro, mientras le dedicaba una mirada llena de odio.
Park simplemente no tenía idea de lo que estaba pasando, se sentía asustado y a la vez tan irreal. No entendía el por qué de la mirada de aquél chico, ni el por qué el guepardo se pegaba cada vez más a él, como si quisiera darle ánimo.
No sabía qué era lo que ocurría, tan sólo estaba seguro de una cosa.
El más delgado le miraba con rabia, sí, pero también escondía temor y tristeza en ella. Lo sabía, lo podía notar.
- Tu pierna- le señaló una vez que recordó la razón por la que había llegado hasta ese punto.
YoonGi inmediatamente bajó la mirada a sus pies, encontrándose con la gran cortadura e hinchazón que habían causado que soltara el primer grito de dolor de minutos antes.
- Está enferma- le dijo con inocencia, olvidándose de quien era a la persona que le hablaba- se lastimó.
- ¿Cómo se enfermó?- habló el pelinegro, siguiendo el cuento del muchacho, quien parecía bastante convencido de que su pierna era "ella".
- Chico tonto, ¿no está viendo o qué?- bufó Kali.
- No seas grosero- le regañó- Me caí sobre ella cuando quería bajar de Tito- contestó con tristeza mientras señalaba al gran árbol que estaba detrás de ellos - No me pude agarrar.
- ¿Puedo verla?
Justo cuando estaba por acercarse el guepardo se colocó frente a YoonGi, rugiendo al humano para evitar que se acercara más a su amigo. Obviamente la primera reacción de Jimin fue retroceder. Aún cuando el chico parecía domar al animal, no podía confiar en que esos no serían sus últimos minutos de vida.
- Kali dice que no puedes, eres malo- le explicó, sabiendo que no podía entenderle.
- N-no, sólo quiero ayudar- colocó sus manos a la altura de su pecho con las palmas hacia el frente, como si estuviera ante un policía- juro que sólo voy a curarte.
- No lo creo YoonGi, miente.
- Kali, no creo que sea malo, no tiene rama negra- le susurró sobre su peluda oreja, dando a entender que Jimin no cargaba con ninguna escopeta.
Poco a poco, obteniendo un poco más de confianza gracias al chico que le susurraba, Kali se hizo a un lado, dándole al pelinegro el espacio suficiente para que se acercara, sin embargo, se quedó cerca de ellos, tan sólo por si acaso.
- ¿Cómo puedes tú ayudarme?-cuestionó con desconfianza.
- No soy médico, pero creo que puedo ayudarte a que al menos el dolor disminuya si es que está rota.
- ¿Qué es un mérico?
Sonrió notando la inocencia del que más bajo- Médico, son las personas que te curan y ayudan a recuperar tu salud.
- ¡Oh! ¿cómo yo?- llevó sus manos a su pecho con una gran sonrisa y emoción, mientras tanto Jimin se colocaba lo suficientemente cerca como para poder tener la pierna del chico a tan sólo unos centímetros.
- ¿Tú puedes hacer eso?- intentaba hacerle plática pues sabía que lo siguiente que estaba por hacer podría doler.
- ¡Sí! Kali dice que soy especial porque puedo curar a mis amigos- contó orgulloso.
- ¿Puedes curarlos?
- Sí, cuando se lastiman yo les digo cositas para que ya no les duela - sonrió con más fuerza, por alguna razón, le gustó que el humano se interesara en él.
- Entonces tú también lo eres- tomó con cuidado la pierna entre sus manos, dejándola descansar sobre su mulso, cuidando no ser muy brusco mientras observaba las reacciones del otro hombre.
- ¡Kali, soy mérico! - presumía sonriente, mientras que el guepardo se dedicaba a mirarlos desde unos metros de distancia, sentado sobre sus patas traseras.
- Médico-corrigió a la vez que tomaba el pie del chico y lo giraba totalmente, logrando acomodar el hueso pero a la vez sacando un grito de dolor desgarrador por parte del de cabello cardo.
Kali se acercó corriendo a ellos en cuanto notó que habían dañado a su pequeño. Sin embargo, para cuando el guepardo llegó a él, Jimin ya estaba a unos tantos metros corriendo por su vida.
No se arrepentía, sabía que de alguna manera lo había ayudado. Ahora el chico sólo tendría que soportar el dolor y un poco de hinchazón, pero al menos con el pasar de los días podría caminar de nuevo.
Su corazón se encogió, pues mientras corría lograba escuchar el llanto del más bajo, un llanto de dolor y tristeza.
YoonGi estaba triste. El humano lo lastimó.
No había nada por hacer, había olvidado su laptop en aquél lugar.