t r e s

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"Querido Rafinha...

No sabes lo hermoso que te ves cuando sonríes, dios, tu cara toda bonita siempre me hace sonreír.

Es increíble como estamos tan cerca pero a la vez tan lejos, quiero tener todo de ti, no solo tu amistad

Quiero que te des cuenta cuanto te amo, y hagas algo al respecto

Eres mi brasileño favorito, mi pequeño niño

Cada vez que te miro, mi corazón se acelera. Dios, Rafinha, te amo tanto...

Atte.: un cursi que te ruega"

Rafinha se sonrojó al leer la carta, ¿Cómo alguien podía estar diciéndole todas esas cosas? Era totalmente cursi, y bonito. Se sentó en un banco y la releyó, era simplemente alucinante, esa persona sí que estaba flechada por él. No podía creerlo, en su vida le habían escrito algo así.

Rafinha nunca se consideró un hombre "cursi" o siquiera "romántico" y siempre le ha parecido una tontería eso de las cartas. Sí, tenía que admitirlo, las cartas de Lionel a Neymar le eran algo lindas solo por el hecho de saber los sentimientos de ambos; pero el que alguien le estuviera mandando a él las cartas era raro. Sí, no podía mentir, esta carta lo hizo sonrojarse y mentiría si dijera que no le gustó.

— Princesa— río Neymar mientras se sentaba a su lado. Tenía ya tiempo llamándolo por ese apodo y ahora, hasta le daba igual—, ¿Qué es eso?

Rafinha intentó alejar la carta; pero Neymar fue más rápido que él. Así que se la arrebató y empezó a leerla en voz alta captando la atención de varios del vestuario, entre ellos estaba Marc-André.

Marc-André escuchó que Neymar repetía textualmente las palabras que le escribió para que solamente Rafinha las leyera, y se sonrojó levemente. Se sentía un poco avergonzado ya que todos estaban escuchando las palabras tan cursis que había escrito, no podía evitarlo su romanticismo salía a flote con solo ver a Rafinha.

— Ow, que tierno, princesa— Neymar rió. Rafinha se sonrojó y Marc rió al notar eso—. ¿Te gustan estas lindas cartas? Que tierno

— Cállate— fue la respuesta borde de Rafinha

Y a Marc-André se le rompió el corazón al ver como Rafinha le arrebataba la carta a Neymar, la rompía en dos y la tiraba a la basura.

— ¡No me gustan estas cursilerías, déjame en paz!

Y eso había sido el quiebre de toda esperanza de Marc-André, sintió como Iván le colocaba una mano en su hombro, dándole apoyo, e intentó darle una sonrisa. Los dos rubios cogieron sus cosas y salieron del vestuario.

Cuando ya todos habían salido del vestuario, Rafinha, que seguía estando ahí, miró a todos lados verificando que nadie estuviera siquiera en la puerta. Cuando verificó que no habría nadie, Rafinha volvió a la basura, donde había tirado la carta, y la sacó de ahí. Algo le decía internamente que no debió tirarla, le había gustado y mucho. Era un detalle muy bonito que alguien había tenido con él y se sintió un estúpido al haberla roto y tirado.

— Tengo que arreglarla en casa

Y con un suspiro, Rafinha salió del vestuario con dirección a su casa para arreglar la carta.

Querido Rafinha. » Terfinha [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora