Capitulo VII

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La noche pasó demasiado rápido para mi gusto. 
Desperté sintiendo que no dormí absolutamente nada, me levanté, una vez más, de malas. Me vestí con el estúpido uniforme, el cual consistía de una falda azul marino, una blusa de botones blanca, una corbata azul, y un saco gris, que casi nadie usaba. Bajé por mi desayuno y lo subí. Mi madre se iba muy temprano a trabajar así que no veía necesario sentarme en la mesa a comer. 

Me peiné, maquillé e hice todas las cosas necesarias para después irme a la escuela. Salí de mi casa, y comencé a caminar tranquilamente hacia la escuela, con audífonos y una tranquilidad envidiable. 

Al llegar, me encontré a Ash en la entrada, esperándome. 

— Hey. — dije sonriendo. 

No hubo respuesta más que un movimiento de cabeza, lo golpeé, mirándolo con el ceño fruncido

— Lo siento...— suspiró cerrando los ojos — lo de Lucía me tiene muy mal, _____.

Bajé la mirada. Por un momento había olvidado aquel tema. Le dediqué una sonrisa a mi amigo para después apurarlo a entrar a clases. Nos sentamos en nuestros pupitres. Las clases empezaron. 

Todo era demasiado aburrido. Los profesores hablaban demasiado lento. Se movían demasiado lento. Todo en general era demasiado lento. Alcé la mano, el profesor en turno me miró, le pedí permiso para ir al baño a lo que él dijo que sí. 
Salí del aula y me dirigí al baño más cercano. Bufé al ver el letrero de "fuera de servicio" pegado a la puerta. Eché la cabeza para atrás y me dirigí a las escaleras, las subí con una pereza que te cagas. No había dormido bien y lo último que quería hacer era ejercitarme. Me sentí aliviada cuando llegué al último escalón. 

Cuando finalmente subí al segundo piso por completo, deseé no haberlo hecho nunca. Me encontré con una escena que no sólo me entristeció, me confundió. 

La maestra Lucía estaba justo fuera de la oficina de Rubén, jalándolo de la corbata para después robarle un beso, en ese momento dejé caer mi celular al suelo, llamando la atención de aquellos dos. Lucía se quedó como si nada, obviamente, ya no tenía que esconderse, no tenía nada de malo salir con un colega, ¿pero él? Me miró fijamente, con una cara de preocupación.

— _____...— susurró. Lucía le miró raro. 

— Señorita Miller, — dijo ella, mirando a Rubén con el ceño fruncido,— ¿le puedo ayudar en algo? 

Negué con la cabeza sin dejar de mirar a Rubén, o bien, al Sr. Doblas. 

— No necesito nada. — dije con un hilo de voz. 

Me dí la vuelta y bajé por las escaleras rápidamente. Quería llorar, y estaba a punto de hacerlo. Agradecí a todos los dioses, ya que en ese preciso momento, el timbre de salida sonó. Suspiré aliviada, agaché la mirada y me dirigí al salón a por Ash. Todos cogieron sus cosas y salieron corriendo a la salida, por lo que nadie realmente notó mi estado. 

— ¡Volviste! ¿Quieres hacer la tarea...— se detuvo al verme. — ____, ¿qué pasó? 

— Tenías razón...— reí, limpiando mis lágrimas. — Lucía y Ru...— me corté— el Sr. Doblas, están juntos, o algo así. 

— Ya...— suspiró. — Quizá sea mejor, ¿no? Lucía es sólo 2 años mayor que él, ambos son adultos y...no sé, quizá está mejor sin mí. 

Rompí en llanto. Ash se quedó quieto, confundido, se lanzó a abrasarme sin saber qué decir. 

— Hey, no tienes que sentirte mal por mí, eh. Que hay muchos peces en el mar. — dijo acariciando mi cabeza.

— No es por tí — dije con la voz quebrada— Ash, yo tenía algo con Doblas. — lo miré fijamente. 

(.....)

Obviamente no me quedé a las asesorías. Ni de coña. Sólo quería caminar por ahí, perderme por Madrid, un ratito aunque sea. Comencé a pasear por ahí. 
Logré ver a lo lejos aquella cafetería en la que Rubén me invitó el café. Decidí entrar. No por él, si no porque el café estaba buenísimo. Me formé en la no muy larga fila de gente y esperé mi turno. 
Ví todos los sabores y me decidí por un frappé de mocha, sonaba muy rico. Esperé a que la persona frente a mí termináse de ordenar sus cosas, una vez así, me dispuse a ordenar. 

— Buenas señorita, ¿qué va a llevar? 

— Un frappé de mocha...umm...mediano, por favor. — dije amablemente. 

— Por supuesto...Serían 2 euros. 

Saqué mi cartera, pero una voz demasiado familiar me interrumpió. 

— Aquí tiene. — dijo...Rubén. 

Cerré los ojos y tragué saliva. Cogí mi café y salí a gran velocidad, sin siquiera agradecerle por haber pagado. 

— ¡_____! — dijo él, corriendo detrás de mí. — ¡Para! 

Paré en seco y me dí la vuelta. Lo miré con una expresión seria. 

— Déjame explicarte...

Rodé los ojos, me dí la vuelta y seguí caminando. No tenía tiempo para explicaciones estúpidas. 

— ¡Por favor! Si lo he hecho es por tí, joder. Porque te quiero a tí. 

— ¿Te has follado a otra porque me quieres a mí, Rubén?! — dije casi gritando, llamando la atención de varias personas. — ¡Pues qué puto amor apache! — me dí una vuelta una vez más y huí de ahí. 

Rubén gritó varias veces. Pero lo ignoré y seguí caminando. Eventualmente se cansó de rogar, escuché como maldijo en voz baja, y dejé de escucharlo. Sentí ese vacío una vez más. Lo quería, pero joder, ¿tirarse a alguien mas porque me quiere a mí? No tiene sentido.

Sentía cómo las lágrimas caían sobre mis mejillas, gota por gota, cayendo al suelo. Llegué a casa, mi café ya se había derretido, la crema batida ya era agua. Lo metí a la nevera para después tomármelo. Subí a mi habitación, rendida. Me lancé sobre la cama y oculté mi rostro con una almohada. Gruñí. 

Maldito seas, Rubén Doblas.

Sr. Doblas (Rubius & Tú) | HOT |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora