Las cosas en casa no cambiaron nada en aquellos últimos meses, todo seguía siendo tan perfecto que agobiaba. El único cambio fue que Amara comenzó a escribir y a frecuentar aquel bar donde los poetas podían expresarse libremente, pero claro, ella siempre era una mera espectadora, leer su propia poesía era un paso que todavía no era capaz de dar.
-Hola, ¿vienes a tomar algo?
De todas las veces que había ido se había encontrado con aquel chico apuesto, pero era la primera vez que la invitaba a salir después del recital. De todos modos ella debía llegar a casa temprano.
- Lo siento, tengo que ir a casa.
Pero cuando Amara volvió a casa se dio cuenta de que ella era demasiado joven para tener que volver pronto para hacer la cena, de que no tenía ganas de quedarse en casa con su prometido.
- Cariño, podemos salir a tomar algo ¿Qué te parece?- Preguntó a su prometido con la esperanza de que compartiese el mismo entusiasmo que ella.
- No, hoy echan el partido, además ¿para qué vamos a salir?- Dijo él con desgana.
- De acuerdo...- Por un momento Amara se planteó que su obligación era estar en casa con él, o al menos así habían sido siempre las cosas- Oye, ¿te importa que salga yo con unas amigas?
- Vale, pero a ver que es lo que haces por ahí a estas horas...
Amara decidió ignorar el comentario, en unos minutos ya había llamado a aquel chico para preguntarle si podia encontrarse con ellos, se había duchado y vestido para salir.
No sé por qué estaba tan nerviosa... no era la primera vez que salía a la calle sola y tampoco iba a quedar con tantas personas como para que fuese una situación incomoda, cuanto más cerca me encontraba más se me revolvía el estómago y más nerviosa me ponía, incluso se me doblo el tobillo de camino al lugar donde ellos se encontraban.
Aquella noche Rafael me presentó a dos chicas y a un chico muy simpáticos a los que también les encantaba la poesía, una de ellas Julía, una chica con tatuajes y un rollo muy reivindicalista, era maravillosa recitando poesía en aquel bar. Después de disfrutar de un par de horas con ellos, todos se marcharon, a excepción de Rafael, el cuál seguía mirándome fijamente a los ojos como en nuestro primer encuentro, parecía una costumbre que no iba a dejar.
- ¿Te quieres ir ya? o ¿te apetece dar una vuelta?
- Bueno... ya es tarde pero...tampoco es que tenga nada que hacer.
No sabía por qué pero no quería que la noche se acabase, no quería despedirme de él, ni aquella noche ni nunca.
Después de un largo paseo acabamos sentados en la playa hablando de millones de cosas diferentes, resultaba que teníamos más intereses en común de los que creíamos.
- Asique, estás estudiando biología...
- Si, bueno, no es como si hubiese podido elegir.
- ¿Qué?
- Mis padres siempre pensaron que era lo mejor para mí y bueno... yo siempre he creído que ellos tenían razón...
- ¿Y ya no? Me preguntó mirándome a los ojos con una cara de preocupación, debía notar que yo no era muy feliz con las decisiones de mis padres.
- La verdad, es que llevo un tiempo planteándome en que momento decidí hacer todo lo que me decían, hasta estoy prometida con el marido que a ellos les parece perfecto.
- ¿ Y a ti no?
- Bueno... es agobiantemente perfecto.
Empezó a reírse con esa preciosa sonrisa de dientes perfectos - Creo que deberías hacer lo que tú realmente quieras sin importarte lo que opinen los demás... Mis padres querían que estudiase medicina pero en el último momento me cambie, ahora soy feliz estudiando letras.
Aquella noche me hizo reflexionar mucho sobre mi futuro y mi vida en general.
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El idilio de su amor
RandomCuando Amara se sentía más atrapada en su perfecta vida, apareció aquel chico que la volvería totalmente loca y que la conduciría por una vida totalmente diferente. Amara comienza a verse así misma de manera diferente y ya no se siente agusto con la...