Eran las nueve de la mañana, como cada día a esa hora Amara se encontraba en la cocina preparándose el mismo desayuno. Un huevo frito, una tostada, aguacate y una loncha de pavo acompañado del mismo café con leche de todas las mañanas, nunca cambiaba. Después, en su habitación se vestía con la ropa planchada que había dejado la noche anterior para ir a la universidad.
Su rutinaria vida era cada vez más perfecta y agobiante gracias a su perfecta familia y al perfecto prometido que tenía desde hace dos años. Una casa perfecta, unos padres perfectos, todo a su alrededor era tal y como tenía que ser o al menos eso era lo que parecía y lo que ella misma se había hecho creer, pero el hastió ya estaba empezando a aflorar en la mente de la jovencita Amara.
¿ era ella una esclava de los sueños sus padres o de su prometido? No, desde luego no era ese el problema, supongo que no había ningún problema, todo era como cada día, milimétricamente perfecto.
Ella siempre había tenido claro que quería casarse, estudiar ciencias, tener una familia con dos niños y un perro llamado Toby, una buena casa en un buen barrio, ser una mujer de éxito y casarse con un hombre también de éxito, ese era su plan y parecía todo dispuesto a que así fuera.
Los fines de semana salían a dar algún paseo o lo pasaban en casa con futuras promesas de viajes y otros eventos.
-Yo sé que ahora es todo muy corriente pero te prometo que cuando termine la carrera viajaremos mucho e iremos a todas esas cosas que te gustan.
Siempre las mismas promesas que acababan cumpliéndose, porque claro, todo era perfecto, pero siempre eran los mismos programas de televisión, las mismas conversaciones sobre lo bien que a ambos le iban o los sueños que cumplirían.
Lo que jamás se imaginaba Amara era que después de todos estos años con las ideas claras su corazón se truncaría de nuevo, con una sola mirada, al encontrarse con aquella persona que pareció aparecer para aflorar en ella las dudas y un significado completamente diferente de la felicidad.
Todo comenzó un día como cualquier otro, después de seguir la misma rutina de todos los días se dirigió hacia el supermercado. Sin percatarse, de manera involuntaria se quedo anonadada delante del escaparate de la librería mirando una preciosa edición de la poesía de Pablo Neruda. Hacía ya tiempo que no leía desde que entro en la universidad, sus padres pensaban que aquel tipo de lecturas eran artificiosas y la distraían de sus obligaciones y ella acabo creyéndoselo, entre su novio y los estudios había dejado de dedicar tiempo a la lectura y echaba de menos el olor a libro, el tacto al pasar las páginas, la belleza de las diferentes ediciones de los libros y la sensación de sumergirse en una realidad diferente o incluso de relajarse en una introspección fomentada por una obra existencialista o algún poema.
Allí, pasó unos minutos, decidiéndose a entrar, extrañando volver a leer y preguntándose el por qué se acabó esa satisfacción de su vida. En ese momento la puerta de la librería se abrió y de ella salió un apuesto hombre que llevaba del brazo una preciosa edición de veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Aquel hombre apuesto de ojos verdes y pelo castaño haría palidecer a cualquier mujer con solo una mirada, pero no fue eso lo que dejo a nuestra protagonista anonadada, sin darse cuenta que le estaba mirando descaradamente. Lo que a ella le interesó era el libro que llevaba. - Pedro jamás estaría interesado por un libro como esté- pensó para sí misma.
Aquel hombre de varonil barba le esbozó una sonrisa y ambos continuaron sus caminos. Al llegar a casa su marido se encontraba en el sofá viendo la televisión.
- ¿Dónde has estado? hoy te has retrasado más de lo normal
- Me he parado por el camino, oye, estaba pensando en volver a leer
- Sí, está bien, hazlo
y la conversación terminó de manera repentina.
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El idilio de su amor
RastgeleCuando Amara se sentía más atrapada en su perfecta vida, apareció aquel chico que la volvería totalmente loca y que la conduciría por una vida totalmente diferente. Amara comienza a verse así misma de manera diferente y ya no se siente agusto con la...