¡A MEDIAS!

BAILANDO SOBRE LA LUNA.

Todo llega en su momento.
Así debe iniciar esta historia.
Con la mística de que llegaste, de que te encontré, de que coincidimos... en un mal momento.
La vida es así de caprichosa. Te coloca algo lo suficientemente cerca para que pienses que vas a llegar a tocarlo, a sentirlo.
Y lo coloca ahí, no sin antes decirte: "Si lo alcanzas, es tuyo".
Que hija de puta es la vida. Nos insinúa que el triunfo es posible, más nunca nos menciona que jamás vas a vencerla. Que ella va a decidir en qué momento dejará de divertirse contigo.
Si. Así fue.
Tantas noches soñando contigo, tantos besos que te di, tantas veces roce tu piel... tantas veces volví a despertar.
Al despertar me doy cuenta que cada segundo que pasa te alejas de mi. Que cada segundo que pasa vas perdiendo interés.
Y vaya que lo entiendo. ¿Me cuesta mantenerme queriendote como te quiero?
Claro. Es lo más difícil del mundo querer sin ser correspondido. Temes caer en un vacío de sentimientos. Temes perder por completo la razón y el corazón. Temes enamorarte de un espejismo, de un sueño. De alguien que seguramente desea encontrar otros brazos que le brinden calor, consuelo, alegría y seguridad.
Mi lugar ya está con el resto. Ella no quizo hacer crecer la emoción, la ilusión. Decidió tomar asiento y ver como poco a poco me iba enamorando de ella.
Que inteligente. Yo nunca habría pensado en hacer eso.
Quizá porque la quiero de más.
Quizá porque es más de lo que ella cree.
Quizá porque ella sabía que nunca habría aceptado tomar la valentía e irse conmigo a bailar sobre la luna.
Esos insignificantes destellos de cariño, esos pocos corazones dibujados, esas risas fingidas y atoradas entre sus dientes.
Ella creyó que yo seguiría ahí a pesar de su indiferencia.
Pero no, no me puedo permitir entregar el alma a quien no la quiere, a quien nunca la pidió.
Ella logró lo que nadie en la vida sin ponerme un sólo maldito dedo sobre mi cuerpo.
Ella logro tocar el alma con una sola mirada. Y eso. Eso es lo que me da cólera.
¿Bailar sobre la luna es tan poco?
Disculpa. No pude ofrecerte más que eso. No hay tesoro más grande en el mundo que el corazón que pude darte. Y más en estos tiempos que el amor es pasajero y el deseo carnal es más importante.
El bosque se quedará esperando eternamente nuestra llegada, la luna nunca escuchará la señal para comenzar a sonar el vals que con tanto amor preparé para ti.
La vida me ha enseñado a no pedir amor. A nunca mendigar atención y mucho menos suplicar una muestra de interés.
Una vez más fallaste, corazón.
¡Vámonos! Y pensemos cómo le vamos a explicar al alma que tendrá que bailar sola esta noche sobre la luna.