Hunger

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Mientras trabajaba, Anajlis era alguna especie de caballo de carrera, sus ojos estaban tan centrados en el frente que era casi incapaz de mirar hacia los lados, y junto con Myrs, su hipogrifo, podían hacer grandes distancias sin realmente cansarse. La búsqueda estaba tomando demasiado tiempo, y sin embargo, los resultados que indicaban que los Reinos del Este serían la clave para encontrar a su objetivo parecían ser tan creíbles que no pudo dejar ir esa oportunidad.

Su viaje había comenzado meses atrás, cuando incluso había dejado una de las pequeñas familias que tuvo en Ventormenta de lado, el trabajo era prioridad, su propio ser le indicaba tal cosa, era tan complicado ir en contra de sus propias reglas, no solo por amor a su propio trabajo, sino también porque sabía que no podría volver con manos vacías.

Incluso en los momentos en los que estaría pensando siquiera cómo iba a volver a casa, o si alguna vez lo haría, solamente se resumía a pensar en que lo haría de una manera u de otra, pero nunca fallando a las Centinelas.

Tan largo era su viaje que buscaba en cada rincón de los Reinos del este, comenzando desde abajo, desde la punta más recóndita del mismo continente, buscando cualquier pista, y con perseverancia podría encontrar dichas pistas. Yendo desde las misma junglas de la Vega, hasta los oscuros bosques que conformaban el Ocaso que era tal podrida tierra.

No dejaba ningún espacio vacío, y aunque de vez en cuando se detenía para 'comer' y descansar un momento, no parecía sufrir cansancio, pues su voluntad era rígida como el mismo hierro, levemente maleable como la cuerda de su arco, e incontenible como una bestia dentro de una jaula de algodón.

En Ventormenta había tenido leves acercamientos y algo de información, cosa que la había impulsado a rastrillar levemente, y aunque los rastros poco se veían, empezaba a acercarse, pues con solo dar una aspirada fuerte, podía sentir el aroma a miedo, como si fuera frío, como si de olisquear el aire frío que lanzaba el mismo hielo. Pero lo sentía cual tiburón, y lo seguía con esa misma determinación, o tal vez imprudencia.

Sea cual fuera la causa real, mientras ella estaba por hacer la encrucijada de Forjaz hacia los mapeados limítrofes, algo... O alguien la detuvo.

...

Se recordaba caminando en Forjaz, recaudando algunas provisiones, haciendo algo de mantenimiento a su armamento y dejando que Myrs respirara un poco, aunque fueran los aires contenidos del azufre ardiente, no se sentían realmente cómodas, pero podrían sobrevivir allí un momento.

Cuando la Centinela estaba a punto de irse a dormir, escuchó pasos en la rígida puerta que tenía tal horrible habitación en la que se encontraba. Era rígida como la piedra, y hacía tal eco que incluso sus orejas tan afiladas le dolían, solamente se tapó un momento, se puso encima parte de su ropa íntima, alguna prenda para cubrirse junto con algo, incluso su tabardo para cubrir su cintura hacia abajo, no había tenido tiempo para arreglarse lo suficiente. Myrs por su lado solamente había alzado la cabeza y mirado hacia la puerta, de saber siquiera qué era eso, se hubiera puesto en guardia, más parecía comprender que tales pasos no estaban mal intencionados.

Myrs era inteligente, demasiado, incluso siendo incapaz de hablar, parecía nunca hacerle falta, comprendía tan bien el Darnassiano que si fuera capaz, lo hablaría ella misma.

"Tranquila, Myrs" Dijo la Centinela, su cabello despeinado y notablemente sobrecrecido, era tiempo de un corte, seguramente.

No tardó ni un momento en abrir la puerta, y su mirada sin expresión estaba hacia abajo, pero lo único que encontró fue un ser pequeño, seguramente un enano, y basado por su enorme barba, además de algunas de sus notables prendas, deducía que era alguna clase de... Mensajero.

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2018 ⏰

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