Capítulo 11

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Louis está sentado en una mesa circular de madera, con ambas palmas envueltas en una taza de lata llena de lo que el anciano llamaba "té", pero en realidad solo es agua caliente con una rodaja de limón flotando en ella. Sin embargo, no le importa, considerando el hecho de que casi está muriendo de sed.

El viejo se llama Gilbert Hawthorne, y su familia ha dirigido esta pequeña granja por generaciones y generaciones. Él y su esposa viven aquí solos, ya que sus dos hijas se han casado con hombres locales y ahora tienen nuevas familias.

Gilbert golpea la mesa con los dedos y deja que sus ojos observen el amanecer anaranjado entre las montañas desde su pequeña ventana de vidrio.

"Vivimos una vida simple", dice en voz baja. "Pero la disfruto". Louis escucha en silencio mientras continúa. "Por supuesto, me estoy volviendo demasiado viejo para atender los cultivos yo solo. Mi yerno tiene una pequeña posada en el camino, pero viene a ayudarme cuando tiene tiempo libre. Mi nieto va a heredar la granja cuando finalmente patee el cubo*". Se ríe un poco ante la idea, lo que sorprende a Louis.

"¿Cómo puede reírse ante la idea de su propia muerte?". Murmura, parpadeando un par de veces. El viejo lo mira a los ojos y se encoge de hombros.

"Con la edad viene una indiferencia hacia perecer, Su Alteza..." Se detiene para fruncir el ceño. "¿Es así se supone que debo llamarle?"

Claramente, tiene poca, si es que tiene alguna, experiencia relacionada con la jerarquía social y los modales adecuados que la acompañan. El príncipe se encoge de hombros y sonríe suavemente.

"Sí, está bien. Tengo unos pocos títulos, pero ese suele ser reservado para mi padre. Aunque me gusta bastante... Me hace sentir importante". Se siente como si hubiera compartido demasiado y cierra la boca. Su mirada se centra en los desgastados arañazos de la mesa, evidencia de sus años de uso.

Gilbert sonríe, su rostro iluminado por el suave resplandor del sol de la mañana afuera, y apoya sus manos cruzadas en su regazo.

"Me recuerda a mi nieto", dice, antes de corregirse rápidamente. "Eso es un cumplido, Su Alteza. Él está muy inocentemente deleitado por el mundo".

Louis frunce los labios. Claramente, el viejo lo ha juzgado mal. Si alguien se siente herido y agotado por un mundo injusto e implacable, es Louis Tomlinson.

"No estoy seguro de sentirme tan deleitado", susurra, los dedos golpeando contra su taza. Él exhala, y la expresión del viejo cae.

"Desearía poder hacer más para ayudarle", dice. "Pero no puedo. Mi esposa está enferma y no puedo dejarla." Le ofrece al príncipe más té, pero Louis niega con la cabeza.

A medida que se prolonga el silencio, sus pensamientos vagan hacia Harry, lo cual es algo que suelen hacer a menudo cuando hay un espacio desocupado en su conciencia. Le duele el pecho, pero aleja la sensación.

"Tal vez vaya a la posada entonces, que su yerno maneja. Seguramente me llevará ", el príncipe se está convenciendo a sí mismo más que al viejo, que solo asiente.

"Me encantaría acompañarle", comienza, pero el príncipe lo interrumpe.

"No, estaré bien", insiste, levantándose de su asiento y estirando sus miembros exhaustos. "Sólo necesito algunas indicaciones y me pondré en marcha".

Gilbert lo conduce hacia la puerta y la mantiene abierta, mientras el príncipe sale al aire libre. Probablemente sean solo las siete de la mañana, y el día aún sigue puro.

"Gracias", dice, volviéndose para mirar al hombre, que está apoyado contra el marco de su puerta y le informa sobre el paradero de la posada. "Le prometo que enviaré regalos a su casa tan pronto como regrese a la mía, así como una visita del médico del palacio. Para su esposa".

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