Pequeños Cielos

320 19 0
                                    

El día estaba horrible, parecia que el cielo se caria en cualquier momento.

O que las nubes estaban demaciado tristes.

Al menos eso queria pensar el pequeño Marin de 4 años. Quien suspiraba pegado a la ventana viendo las gotas caer.

- Mami, mami ¿Puedo jugar?-. Preguntó saltando el pequeño apuntando a fuera

La madre estaba acunando a la pequeña bebita de 8 meses en sus brazos, está acababa de despertarce hambrienta y si que tenia buenos pulmones.

- Cariño, esta lloviendo mucho afuera. Ademas de que puedes enfermarte-. Dijo con voz calma.

-Campeon!-. Entró gritando Tom.

Y el llanto de la pequeña comenzo nuevamente, y el hombre recibió una mirada fea por parte de su esposa.

- Lo siento cariño- se disculpo rascandose la nuca.

- Papi mao!- el pequeño lo señalaba con una sonrisa juguetona y el seño fruncido.- despelto a Mari-. Dijo

Aun le costaba algunas palabras, pero ese no es el punto.

- Marion, tengo una importante mision para ti-. Dijo su papá arrodillandose.

- ¿Mision ninja?-. Pregunto con sus oscuros ojos brillando.

- Tienes que cuidar a tu pequeña hermanita ¿Si?. Mamá y papá van a buscarte dulces -.

La señora dupaing cheng se fue a acostar a la pequeña que se habia dormido (nuevamente) en la cunita

- ¿Crees poder cumplir con tu mision?- pregunto la de ojos azules.

- Shi mami, shi puedo-.

Y él no se arrepentía, habia pasado mucho tiempo (1 hora) desde que sus padres se fueron y el como buen niño no hizo desorden. Se sentó en el sofa y prendió el televisor, sus carcajadas se oian pero semi ahogadas ya que intentaba no despertar a la bebe.

Hablando de la bebe, escuchaba de parte de su madre que los ojitos de ella eran realemente bonitos y pequeños. Más nunca escuchaba el color de ellos y la curiosidad le invadio, y como todo niño queria satisfacer su naturaleza curiosa.

Se hacerco a la cuna que habia dejado su madre, se paro de puntitas y ni haci llego a ver a la princesita.

Corrió una de las sillas que estaba cerca y ¡Que bonita! Su hermana estaba durmiendo con su pequeño pulgar dentro de la boca.

-Mari si te desperto ¿No lloraras?-. Preguntó a la dormida bebe.- Esta bien.

Con cuidado estiro su bracito para acariciar la suabe piel de su hermanita. Le acuno la regordeta megilla y vio como el cuerpito se removia ante los toques suabes

- Hola mari-. Dijo cuando la bebe comenzo a balbusear, pero con sus ojitos cerrados.- Abre tus ojos, pol favor-. Pidió.

Y como si la bebe lo entendiera, fue abriendo lentamente sus ojitos, y marion pudo jurar que eso era lo mejor que vio en su vida.

Los ojos de su hermana le recordaban al cielo, era de ese color azul-celeste del atardecer. La niña rió por la cara rara de su hermano y le estiro sus brasos, sus pequeñas manos golpearon las mejillas del pequeño de cabellos negro azulado quien saltó a la cuna para estar con ella.

Para cuando los señores de la casa llegaron, encontraron a su hijo despierto acariciando la megilla suabemente.

-¿ Qué haces ahi adentro Marion?-. Preguntó divertida la madre alsandolo.

- Queria ver a Mari-. Se excuso con una sonrisita.- Sus ojos son muy bonitos.

Y desde ese día, cada ves que se nublaba y llovia Marion tan solo miraba los pequeños cielos de su hermana.

Mi Hermana y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora