Una terrible amenaza

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All shook up.



5.- Una terrible amenaza.



Daba vueltas en su habitación a punto de un colapso nervioso. El dichoso festival de la dichosa primavera de su dichosa escuela, estaba a la vuelta de la esquina y él aún no tenía ni idea de lo que iba a presentar.


"¡Aaagh! Todo por buscar a ese alíen tonto!"


Y por culpa de Goethe, también...


Pero ¿a quién le importaba las confrontaciones por las que hubiera pasado el tipo?
Y para colmo de males ese alíen babo no llegaba. No es que quisiera verlo. O lo extrañara. No. Era solo qué sí por él se había metido en problemas, él tenía que ayudarle.

Un ladrido lo sacó de sus pensamientos. Pelusa. Abrió la puerta de su cuarto y ahí estaba. Exigiendo atención.


- Pelusa, no tengo tiempo para jugar. - Dijo cargándola y metiéndola a su cuarto. Pero Pelusa no estuvo muy de acuerdo. Se puso a mordisquearle la mano. - ¡Pelusa! - Le riñó Saeng bajándola, pero Pelusa, insistente, comenzó a morder su pantalón. - Pelusa, tengo mucho en que pensar. Si sigues haciendo eso te encerraré en el baño.


Nada. Pelusa era rebelde y siguió en lo suyo. Saeng, dejando escapar aire, frustrado, la llevó al baño y cerró la puerta. Unos cuantos ladridos más se escucharon. Luego nada. Seguro se quedaba dormida como era su costumbre. A su madre no le hacía gracia que Pelusa correteara por las habitaciones, pero él no diría nada y seguro Pelusa tampoco.


Ruidos en la ventana. El corazón de Saeng se agitó emocionado.
Al volver la vista, lo recibió la imagen de Hyun trepando por el alféizar, con el sol dibujando pequeños soles en su cabello.

¿Dónde estaba su sombrero?


Ah, lo llevaba en la mano. Y hacía pucheros. Corrió a su lado. - ¡Hyun!


- Heo Young Saeng... Estoy herido.


-¿Qué? ¿Cómo? - Preguntó Saeng mortificado, revisando al Delta en busca de heridas graves, pero Hyun le mostró el índice, que sangraba un poco.


- Me herí mientras subía. Tu planeta es peligroso.


Saeng rodó los ojos y lo ayudó a bajar del alféizar. Tomó su mano y lo guió al baño. - Ven. Yo te curo.


Abrió la puerta y así como Hyun entró, salió. Jaló a Saeng poniéndolo detrás suyo mientras no dejaba de decir de forma atropellada. - Yo te protegeré, Heo Young Saeng. No dejaré que ningún monstruo terrible acabe contigo.


- ¿Qué? ¿Monstruo terrible? - Se asomó por encima del hombro de Hyun mirando al terrible monstruo que meneaba la cola. - ¿Pelusa?


- ¡Sí! Pelusa... Un temible nombre para una terrible amenaza.


Saeng parpadeó. Luego no pudo evitarlo. Comenzó a reír de forma descontrolada. - ¡Kim Hyun Joong! ¡Es sólo un perro!


- Un perro muy temible.


Volvió a reír - ¡No! - dijo rodeando a Hyun y tomando a Pelusa entre sus brazos, quién ladraba al Delta con simpatía. - Es mi mascota... ¡Mira! ¡Le gustas! - Aseguró cuando Pelusa comenzó a olisquear a Hyun con demasiada atención.


Hyun retrocedió, asustado. - ¿De verdad no es peligroso?


- ¡No! Tócalo.


Hyun miró dudoso. Luego estiró la mano. Pelusa, emocionada, comenzó a darle lengüetazos. Hyun, sonriendo, la tomó entre sus brazos. Pelusa ahora lamía su rostro mientras Hyun Joong reía.


- ¿Ves? Te lo dije. Pelusa no representa ningún peligro.


- Te creo Heo Young Saeng... - Volvió a hacer un puchero levantando el índice. - Pero yo sigo herido.



Saeng le quitó a Pelusa y la bajó, guiándolo después al baño. Ya ahí, le lavó la herida y le puso una bandita. - Listo. Has quedado cómo nuevo.


- Gracias, Heo Young Saeng.


- De nada Kim Hyun Joong.


Se miraron fijamente. Solo él lo miraba con esa dulzura solemne. Con esos ojos claros y dulces cómo los de un cachorro. El mundo estaba en orden si Hyun Joong estaba ahí, a su lado, mirándolo de ese modo. - ¿Dónde te habías metido?


- ¿Yo? Heo Young Saeng, estaba en mi nave.


- ¿En tu nave?


El Delta asintió. - Realizando algunos preparativos.


Saeng no quiso preguntar preparativos de qué. No quería. No era necesario. El Delta era suyo.


No había nave. No existía ese otro planeta. Vamos, el Delta ni siquiera era Delta. Saeng pasó saliva. "¡Eres un maldito mentiroso!" Pensó. O tal vez no mentía. Hyun Joong realmente creía en esa historia.


Si alguien de bata blanca llegaba e intentaba separarlo de su lado, Saeng pelearía con uñas y dientes. Su corazón tembló. Esa era la única y terrible amenaza a la que tarde o temprano se enfrentaría: A saber quién era en realidad ese Delta ahora llamado Kim Hyun Joong y que decía venir de una quinta galaxia.

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