Jimin es un bailarín con habilidades excelentes. Intenta escapar de esa oscuridad que planea consumirlo entero. Si tan sólo se encontrara con un bella persona que le enseñe la perfección. Inari es hermosa. ¿Realmente lo es? ¿Se supone que Inari sana...
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Domingo 10 de febrero
Enredado en mi cama últimamente suelo preguntarme si no soy un maldito enfermo. Un maldito enfermo que debería estar encerrado, alejado de la sociedad que te enaltece o desprecia. No creo tener lo necesario para convivir en este ambiente. En este ambiente que te puede dar todo o nada a la vez. Que te puede poner el mundo a tu disposición y luego quitartelo en un segundo.
Sólo quisiera ser un hombre normal, no tener estos pensamientos que me mantienen despierto en las noches haciéndome daño. El oscurecer se empezaba transformarse en un infierno del que no me podía desconecta. Estoy empezando a barajar la posibilidad de ponerme a rezar. Un dios podría escucharme y volverme un humano simple, es lo único que pedía, convertirme en un muchacho común. Me conformaba con que ese ser divino me concediera la posibilidad de dormir.
También estaba harto de mi pesimismo. De creer que aquello que me proponía conseguir era una pérdida. ¿Alguien cómo yo porque podría conseguirlo? Mis respuestas solían ser devastadoras y duras conmigo mismo. ¿Qué si lloraba en mi habitación a solas? No, no lloraba. No, podía incluso sintiendo la tristeza en mi pecho. No me entendía. ¿Estaba dañado? ¿Estaba roto? ¿Tan diferente al resto era?
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