Capitulo 34

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PDV de Zabdiel

¿Llamado? ¡Oh, joder! ¿Cómo se me pudo haber pasado? Saqué mi móvil y marqué su número. Coloqué el altavoz para que todos pudieran oír. Al cuarto pitido, respondieron.

—¿Aló? —Austin dijo.
—Austim. Hace mucho qué no te escuchaba —una voz masculina, gruesa y ronca, sonó por la habitación. Me tensé, sabiendo lo que significaba.
—Alexander, dime dónde mierda la tienes. Ella no tiene nada qué ver con esto.
—Ahí te equivocas. Ella me ayudará para poder conocer sus puntos débiles.
—¡No sabe nada, maldita sea! —grité.
—¿Zabdiel? —escuché su voz de fondo. Estaba allí, con él hijo de puta— ¡Zabdiel, ayúdame! —sollozó.

Escuché el gruñido de Alexander.

—¡Cállenla!

Lo que escuché, fue mi perdición: un golpe, piel contra piel. Dos, seguido de un grito desgarrador de parte de ella. Tres y silencio. Silencio absoluto.

—Así está mejor —murmuró él— Nos volveremos a ver, Austin—y colgó.

Coloqué mis manos sobre mi cabeza, jalando mi cabello hacia atrás. La desesperación por mi cuerpo. Respiré, intentando calmarme. Sabía que la habían golpeado para hacerla callar, la dejaron inconsciente. Debía ser fuerte por ella, debía encontrarla.

—Zabdiel, dame tu móvil —la voz de Austin sonó lejos de mi. Aún así, le tendí mi celular sin levantar la vista. 

Él me lo quitó.

(…)

Llegué a mi casa y estacioné. Me bajé y, con la mochila puesta en mi hombro, caminé y entre a mi hogar. Mamá estaba en la sala viento la televisión cuando lo hice. Ella me miró y cuando se dio cuenta de que ______ no venía conmigo, aquella sonrisa desapareció.

—¿Y _______?

La miré fijamente sin decir nada. Subí las escaleras y fui directamente a mi habitación y dejé la mochila sobre mi cama. Me senté allí y suspiré, cubriéndome el rostro, intentando calmarme. Mi madre entró, la sentí, sentí su forma de caminar en el suelo. Se detuvo frente a mi.

—¿Zabdiel? ¿Hijo, qué tienes? —me preguntó, la preocupación detonando en su tono.
—¿Papá?
—Dime que sucede, cariño…
—Llama a papá y les contaré todo.

Alcé la vista y la vi allí, su rostro asustado, nervioso, preocupado. Asintió levemente y fue en busca de mi padre. Cuando los don vinieron, suspiré y comencé a contarles todo, desde mi trabajo por las tardes y noches hasta el secuestro de _______ y la causa. Ellos me miraban, extrañados, molestos, preocupados, asustados. Todo en uno. Cuando terminé de hablarles, un silencio abrumador llenó la habitación por completo. Se miraron unos minutos y pude ver las lágrimas que recorrían las mejillas de mi madre mientras que con una mano se cubría la boca para acallar sus sollozos. Se acercó a mi y, acuclillándose, tomó mis manos entre las suyas y las besó con fuerza, manejándolas de tal forma que una estaba ahuecando su mejilla en mi palma mientras que se apoyaba en ésta. Sollozó dos veces, mientras la intentaba calmar acariciándole el sedoso cabello.
—Mamá, perdóname… Nunca quise…

Ella solo me abrazó desde su lugar, haciéndome callar. Papá me miró y se acercó lo suficiente como para sentarse a mi lado y pasarme un brazo por el hombro.

—Jamás pensé eso de ti, Zabdiel. Debes saber que estoy muy decepcionado. Ya sabes que pusiste la vida de ______ en riesgo, pero no te culpo por eso. Sé que no lo sabías —suspiró, frotándose la parte trasera del cuello— No estoy enojado contigo por eso.
—Yo tampoco —gimió mi mamá, alzando la húmeda vista hacia mi. 

Suspiré aliviado, eso era lo que más me preocupaba; que no me perdonarían por esto.

—¿Dónde está Jazmín?
—Ella está en su habitación viendo una película —dijo papá.
—¿Saben quién tiene a _______, verdad? —preguntó mamá.
—Si. Austin está rastreando su ubicación.
—¿No le dirán a la policía?
—Si los policías interfieren, podrían… matarla —murmuré— No quiero que nada le suceda. Ella no tiene nada que ver con esto.

Mamá me miró fijamente. Jazmín gritó un ‘’¡Papá, ven, no sé que le pasa a la película!’’ por lo que él se levantó y fue con ella. Mamá se sentó a mi lado.

—¿La quieres, hijo?

La miré y asentí.

—Más que eso, creo… No estoy seguro, pero la quiero mucho.

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