Capítulo 3

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Se comenzó a hacer tarde. Habíamos estado en el carro sin parar por alrededor de 3 horas. No había sido tanto, pero ya estaba comenzando a anochecer y no queríamos manejar por la noche. Además yo me encontraba agotada y quería descansar, a pesar de que yo no era la del volante.

Por lo tanto, decidimos quedarnos una noche en Zacatecas. Buscamos un hostal y encontramos uno económico cerca del centro. Adam puso la dirección en su celular y siguió el mapa. Mientras tanto, yo admiraba por la ventana la bella arquitectura de esta ciudad; Zacatecas era verdaderamente precioso.

Llegamos al centro unos minutos después. Zacatecas era muy colonial, por lo que los edificios y las casas que rodeaban el centro tenían un estilo barroco y churrigueresco. Como era de noche, las calles estaban iluminadas por luces amarillas, que resaltaban la arquitectura de la bella ciudad. Pero lo más bonito era la hermosa Catedral que se encontraba en el centro de esta pequeña ciudad. Además, habían varias plazas y restaurantes que demostraban que Zacatecas tenía una vida nocturna activa. Habían varias personas caminando por las calles, tanto turistas como residentes, que se dirigían hacia restaurantes, bares o de regreso a casa. Yo estaba fascinada, todo de este lugar me encantaba.

Llegamos al hostel que se encontraba a unas cuadras de la Catedral y las calles principales. El edificio ers pequeño pero verdaderamente acogedor. Se veía viejo, pero seguía el estilo colonial de la ciudad y era de color rosa. Al ser tan chico, no contaba con estacionamiento. Y como las calles eran tan estrechas, se nos dificultó encontrar un lugar cerca del hostal. Por lo tanto, nos estacionamos en un estacionamiento público como a 10 minutos de nuestra estancia.

Sin embargo, al llegar al hostal nos recibieron muy bien. La gente de servicio eran muy amables y nos enseñaron a nuestro cuarto, que compartiríamos con otros 4 extraños. Por dentro, el hostal también era de color rosa. Había un patio en el medio y las habitaciones se encontraban alrededor de este mismo.

Llegamos al cuarto y nos instalamos. En el cuarto no se encontraban los demás huéspedes, sin embargo habían maletas encima de algunas camas, indicando que teníamos compañía.

Las camas eran literas y todos compartíamos un pequeño baño. Yo me apañé la única cama de arriba que quedaba libre. Mientras que a Adam no le quedó otra opción que instalarse en la cama de abajo de la litera.

Me acosté un rato para descansar mi cuerpo. El tobillo aún me lastimaba un poco y mi espalda me dolía, probablemente por haber pasado tanto tiempo en asientos de coches y autobuses y colchones incómodos. Sorprendentemente, esta cama sí que era cómoda.

Adam puso sus cosas cerca de su lado y también se acostó un rato. Probablemente el también estaba cansado. No sabía cuanto tiempo había estado manejando, pero probablemente más de un día. Ahora que lo pensaba, en realidad no sabía mucho de Adam. No sabía de que país era, hacia donde se dirigía y de donde había emprendido su viaje. Ni siquiera sabía su nombre completo o a que se dedicaba. Literalmente era un completo extraño para mi.

"Adam" lo llamé.

"Hmm" contestó. No lo podía ver, ya que estaba abajo de mí, pero por el tono de su voz me imaginaba que tenía los ojos cerrados.

"¿De dónde eres?" le pregunté.

"De Holanda" respondió él. "¿Tú?"

"Nací en Estados Unidos, pero toda mi familia paterna es de México" le dije y agregué, "¿qué te trae a este país?"

"Yo estoy viviendo en México desde hace unos años. Trabajo en los Cabos y tengo un amigo que está viviendo en Cozumel, entonces lo voy a ir a visitar. Ahí es a donde me dirijo. Pero antes quería explorar un poco el país porque aún no conozco mucho" respondió. Y yo asentí aunque me di cuenta que Adam no me podía ver.

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