Adam no regresó hasta en la noche. Yo ya estaba acostada, aunque no podía dormir, ya que a pesar de todo lo que había sucedido, me preocupaba por Adam. Sin embargo, cuando llegó, todas mis preocupaciones se desaparecieron y fueron reemplazadas por un sentimiento de enojo. ¿Cómo se le había ocurrido dejarme de esa manera? ¿Cómo se le había ocurrido desaparecerse todo el día y llegar a las 2 de la mañana? Se estaba comportando como un verdadero patán.
-Nora- llamó mi nombre, sin embargo cerré los ojos rápidamente. -¿Sigues despierta?- preguntó, pero yo lo ignoré y fingí estar dormida.
Oí que suspiró y el sonido del cerrar de una puerta, que supuse era la del baño. Y continué hacerme la dormida, hasta que sentí su cuerpo acostarse a lado mío. Gracias a Dios yo había volteado mi cuerpo de lado, por lo que le estaba dando la espalda. Y finalmente, me quedé dormida.
A la mañana siguiente, me levanté antes que Adam y comencé a hacer mi maleta. A los dos se nos había olvidado poner la alarma, por lo que ya era más tarde de lo esperado. Sin embargo, ya estábamos cerca de la Ciudad de México.
Yo empecé a alistar mis cosas. Me dí una ducha rápida, me peine, me lavé los dientes y me puse ropa limpia. Después, agarré mis cosas de baño y mi ropa, y lo puse ordenadamente en la maleta que había comprado.
-¿Nora?- me llamó Adam, con su voz ronca de las mañanas.
No le contesté.
-¿Qué hora son?- preguntó.
-Las 11:30- respondí y continué haciendo mis cosas.
-Mierda- exclamó, -es tardísimo, ¿por qué no me despertaste?-
Aventé la camisa que estaba doblando al piso. -¿Es enserio?- exclamé.
Adam me miró sorprendido, nunca antes me había visto así de enojada, porque nunca antes había conocido a alguien tan pendejo como a él.
-¿Primero te desapareces todo el día, después llegas a las 2 de la mañana oliendo a alcohol, y después todavía tienes los huevos de decirme que yo debí de haberte despertado!?- alcé mi voz.
-Nora yo...- antes de que pudiera disculparse, lo interrumpí.
-La verdad no quiero oírlo- le dije, -no quiero oír ninguna disculpa, simplemente me quiero ir- le dije, intentaba no llorar. Estaba dolida y no quería verlo a la cara. Me sentía rechazada y avergonzada por lo del día anterior.
-Okay, si quieres agarro mis cosas y ya salímos de aquí- me dijo.
-No estás entendiendo, Adam- le espaté, -me quiero ir sola.-
-Nora, porfavor no hagas un berrinche, prometo...-
-No es ningún berrinche, simplemente no tolero este tipo de cosas. Y en este momento me caes del hígado y no se me antoja estar contigo en el mismo coche- le dije. -Te agradezco que me hubieras traído hasta aquí, pero yo de aquí puedo seguir mi propio camino.-
Antes de que pudiera decir algo más, cerré mi maleta y salí del cuarto sin decir nada más. Bajé a la recepción y pagué la mitad de mi estancia con el dinero que había ganado en el concurso.
Después, le pregunté al de la recepción en dónde quedaba la estación de autobuses más cercana y caminé hasta allí, aunque tardé un gran rato en llegar. Compré un ticket a la Ciudad de México con el poco dinero que me sobraba y me subí al camión sin pensarlo dos veces.
Tenía que cumplir una misión y no iba a dejar que un chico estúpido arruinara mi viaje.
Se podía ir a la fregada.
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Iba en el camión, en camino a la Ciudad de México.
Me logré comprar unos audífonos en una tienda por solo 100 pesos, por lo que iba escuchando la música de mi playlist de spotify. Intentaba poner canciones felices, ya que mi estado de ánimo estaba muy bajo por culpa de Adam.
Además, ya me estaba cercando al destino de mi misión y los nervios comenzaron a incrementar conforme nos acercábamos a la Ciudad de México.
No tenía un plan y eso apestaba. Únicamente tenía la dirección de la casa de mis tíos y sabía que tenía que llegar a ellos. Pero no sabía que es lo que les iba a decir. Hace años que no los veía.
Entonces comencé a preocuparme. ¿Y si no estaban? ¿Y si se habían ido de viaje? ¿Y si no me reconocían? o peor aún, ¿y si no querían recibirme?
Mi corazón comenzó a latir a 1000 kilómetros por hora y me faltaba la respiración. Me acordé de los ejercicios que mi terapeuta para calmar mis nervios. Así que los apliqué.
Coloca tus manos en tu estómago
Inhala 4 segundos
Sostén
Exhala 6 segundos
Repite
Lo repetí unas 10 veces, porque al parecer mi cuerpo no cooperaba. Finalmente logré tranquilizarme.
Decidí dejar de escuchar música, ya que no me estaba ayudando en lo absoluto y decidí dormir el resto del camino.
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Cuando desperté, ya nos encontrábamos en la Ciudad de México.
Agarré mis pocas pertenencias y fui la primera en salir del autobús. Al salir del camión, un sentimiento de nostalgia invadió mis sentidos.
La última vez que había venido a la Ciudad de México tenía unos 10 años. Era Diciembre y mi papá había decidido que celebraríamos Navidad con su familia, ya que no los habíamos visto en mucho tiempo y siempre pasábamos navidad solo los tres. Recuerdo que mis padres discutieron, ya que a mi madre no le caía muy bien mi abuela paterna. Y además, ella quería pasar navidad en Nueva York, como lo habíamos hecho los años anteriores.
Pero mi papá la logró convencer. Le dijo que era importante que yo conociera otra cultura. Que era importante que conociera mis raíces y las tradiciones de México. Además, quería que tuviera mejor relación con mi familia paterna, ya que casi no los veíamos. Así que mi mamá aceptó. Entendía que era importante no solo para él, pero para mí también.
Fue la mejor navidad de mi vida.
Conocí a todos mis primos y mi abuela me consintió todo el tiempo que nos quedamos en su casa. Me cantaba canciones, me cocinaba mis platillos favoritos y platicábamos de todo. La quería tanto y me partió el alma cuando tuvimos que despedirnos de ella.
Celebramos las famosas posadas, abrimos los reglaos de navidad y comí el mejor pavo de la historia.
Recuerdo cenar en un grande comedor, con toda la familia, y recuerdo disfrutar cada segundo de esa cena. Recuerdo también sentarme en las piernas de mi padre en la sala, en donde los adultos disfrutaban de un poco de vino y platicaban sobre temas que yo no entendía a esa edad.
Recuerdo que mi papá me acariciaba y me decía que era lo más importante en su vida. Que le agradecía a Dios por haberme traído al mundo.
Aquellos recuerdos rompían mi corazón un poco, ya que eso es todo lo que eran; memorias. Esos momentos no iban a volver a pasar y deseaba que pudiera retroceder en el tiempo, aunque sea por un solo día. Pero eso era imposible y eso solo me deprimía más.
Decidí que era suficiente y regresé a la actualidad. Me limpié las lágrimas de mi cara y tomé el primer taxi que encontre en el camino.
Le di la dirección de casa de mis tíos y durante todo el camino, no hice nada más que ver el paisaje por la ventana.
Y por una extraña razón, me sentía en casa.
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Nota de autor:
Lo siento mucho por la demora!! He estado super ocupada porque me mudé a Holanda y empecé la escuela, por lo que no he tenido tiempo de actualizar. Pero prometo que intentaré que no vuelva a pasar tanto tiempo.
Espero sigan leeyendo mi historia. Los quiero
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On the Road
Teen Fiction3,950.2 km, 500 pesos, un país, 9 estados, una misión, un desconocido y una aventura que le cambiará la vida a Nora Watson.