Capítulo 9

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Eran las 6 am. Me desperté por la luz del sol que entraba por las ventanas; se nos había olvidado cerrar las cortinas.

Agarré mi celular y comencé a checar nuevamente mis mensajes. Mi madre continuaba mandándome mensajes, al igual que mi mejor amiga Lucy. Sin embargo, los demás de mis compañeros ya habían dejado de intentar.

Leí el último mensaje que me había enviado mi madre, el cual había recibido a las 5:30am.

De mamá: regresa a casa, porfavor.

Me sentía un poco mal por ella.

Para mamá: regresaré mamá, saludos.

Abrí también los mensajes de mi mejor amiga.

De Lucy: amiga, ¿cómo está todo? ¿Porqué no me contestas los mensajes?

De Lucy: estoy preocupada...

De Lucy: dime que estás bien

De Lucy: te extraño :(

Para Lucy: estoy bien, te extraño también

Después de responderle a ambas, apagué mi teléfono. Y comencé a preparar mi ropa de hoy. Adam no estaba en ningún lado y al ver la puerta del baño cerrada, supuse que estaba dentro.

Sin embargo, después de 15 minutos, comencé a preocuparme. Adam no tardaba tanto en el baño, ni cuando se bañaba. Además estaba muy callado y él normalmente no era callado. Siempre lo oía cantando en la regadera o haciendo algo de ruido.

Me acerqué al baño y toqué la puerta unas cuantas veces para asegurarme de que no estaba ahí. Y al no recibir una respuesta de su parte, decidí abrir la puerta.

Esperé encontrarme con un Adam muerto—ya había visto muchas películas de terror— pero en vez, el baño estaba vacío.

Mi corazón se acelero y me surgieron todo tipo de preguntas y escenas catastróficas. Aunque la parte racional de mi cerebro me decía que pudo haber ido a tomar un paseo o por algo de comer, la parte irracional me ganaba. Me aseguraba que algo malo había sucedido; que me podía haber abandonado o que estaba lastimado o muerto en alguna parte de la ciudad.

Agarré las llaves rápidamente y me salí del cuarto. Seguía en pijama y andaba descalza, pero no me importaba. Necesitaba asegurarme de que Adam no se hubiera ido con el coche.

Lo busqué primero en el restaurante del hotel, después en el bar y después pregunté por el en la recepción. El recepcionista no lo había visto.

Entonces lo supe: Adam se había ido.

Me senté en una silla de la recepción y respiré profundo. Estaba a dos de tener un ataque de ansiedad o llorar. Ahora si no había manera de que cumpliera mi misión, al menos que encontrara una forma de volverme millonaria en un día.

Antes de que me pudieran salir las lágrimas, alguien tocó mi espalda.

Salté del susto y al voltear me decepcionó ver a una señora de servicio. Tenía la esperanza de que hubiese sido Adam.

-Perdona señorita, pero la escuche hablando con mi compañero y creo que yo vi al chico que buscaba. ¿Es un hombre alto con greñas y barba, verdad? ¿Medio güerito?- me dijo.

-Sí- contesté rápidamente, aunque no consideraba a Adam güero.

-Lo vi salir. No tiene mucho que se fue- me dijo.

-¿Sabe hacia que dirección? ¿Salió caminando o con el coche?- pregunté.

-No se llevó ningún coche. Se dio una vuelta a la izquierda- respondió.

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