Elizabeth aprovechó la ausencia de Gelda para tomar un breve descanso. Meliodas descansó su cabeza en el hombro de la chica, provocándole un pequeño sonrojo. Él la vio de reojo y gracias a la cercanía, podía ver sus delicadas facciones con más detalle. El ambiente era tranquilo, dándoles paz a los dos. El sonido del reloj era lo único que resonaba en la habitación.
- Joven Meliodas... - Dijo Elizabeth con nerviosismo, debido a la cercanía del chico y por lo que iba a preguntar. - Usted... ¿Usted tiene novia?
Él rió ligeramente, antes de contestarle. - No... Eso quiere decir, que estoy libre... - La mirada profunda de Meliodas en ella, la puso roja. Él comenzó a acercarse a su cuello con una sonrisa. - Sabes a lo que me refiero... Elizabeth.
La chica comenzó temblar por su cercanía. Podía sentir su aliento cálido en su cuello. - Jo-joven Meliodas... Por favor...
- ¿Por favor...? ¿Por qué dices eso...? - Murmuró Meliodas con travesura. El aliento lo sentía en su oreja roja de la chica de cabellos plateados.
- N-no... - Balbuceó Elizabeth, intentando no ceder sus nervios.
- Ya bésala. - La voz seria de Zeldris asustó a la pareja, provocando a Elizabeth ocultarse en sus brazos y a Meliodas restregándose contra ella sin vergüenza, un poco molesto por la interrupción.
- Zeldris, ¿qué haces aquí abajo? - Dijo Meliodas un poco sorprendido y algo molesto. Según Elizabeth, había fallado en traerlo aquí. Vio que tomó asiento en el sillón mediano. - ¿Ya terminaste tu tarea?
- Ya y está bien. - Dijo Zeldris sin dudarlo, Meliodas lo miró confundido. - Por eso, no hay necesidad de revisarla.
El rubio lo miró con sorpresa por la declaración, su hermano solo hablaba así cuando estaba muy seguro. Elizabeth notó el ambiente en Zeldris, se veía más tranquilo, incluso su rostro había dejado de fruncir el ceño.
- Joven Zeldris... ¿Se encuentra bien? - Dijo Elizabeth preocupada por el cambio de atmósfera en él. Se veía más tranquilo, ¿podría ser que tomó pastillas u otra cosa? - ¿Tiene hambre?
- Sí y no. ¿No puedo estar aquí? - Dijo un poco ofendido, preocupando a Elizabeth, no quería ser odiada más de lo que ya era por el chico.
- ¡Por supuesto que no! Es su casa, usted puede estar en donde guste. - Exclamó Elizabeth nerviosa y algo asustada. Zeldris la miró sin mucho interés, en cambio Meliodas la observó con alegría, verla en ese modo lo cautivaba.
- Sabes que soy un niño, ¿verdad? - Dijo Zeldris algo curioso. - No te voy a morder... Posiblemente, patearte, pero no lo voy a hacer.
Meliodas rió ante la declaración de su hermano y la mirada apenada de Elizabeth. Y era cierto, Zeldris podría parecer serio y un poco enojón, pero en realidad era muy paciente y muy raras veces se enojaba. Todo lo contrario al rubio que tendía a perder más el control.
Gelda bajaba la escalera con curiosidad de la situación que estaba en la sala. Elizabeth sonrojada, Zeldris con una mirada seria y Meliodas risueño. Con ánimo, se acercó al trio. - Hola... ¿De qué me perdí?
Los tres se giraron hacia la chica de cabellos trenzados, quien les sonreía con dulzura.
- ¡Yo! - Exclamó Meliodas, mientras se sentaba bien. No quería verse como un pervertido enfrente de la amiga de la chica que le gustaba, pero Elizabeth se decepcionó un poco ante la falta de calidez de rubio. - ¿Todo bien?
- Sí. Veo que aquí también está todo bien. - Dijo Gelda con cierta burla.
- ¡Gelda! - Gritaron Elizabeth y Zeldris, una con un toque de puchero y el otro con alegría.

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Mi dulce niñera
FanfictionElizabeth es una chica tímida, por lo que decidió trabajar como niñera para desenvolverse. Ahora debe cuidar por tres días a dos chicos, pero quien iba a imaginar que terminaría siendo gran "amiga" de uno de ellos. Melizabeth (Meliodas x Elizabeth)...