Chanyeol estaba durmiendo boca abajo en el sofá de su casa mientras que tú estabas a su lado, en un pequeño hueco del sofá, no querías molestarlo, estaba tan lindo durmiendo que veías un crimen el hecho de molestarle.
Chanyeol y tú habíais sido mejores amigos desde la infancia, pues vuestras madres se conocen desde el instituto, pero a medida que el tiempo pasaba los sentimientos hacia Chan se hacían más y más fuertes. Estabas enamorada de él, pero tenías miedo de decírselo, estabas convencida de que él no sentía lo mismo. Lo habías visto estar con múltiples chicas, mientras que tú solamente, estabas esperando al chico adecuado, Chanyeol.
Lo miraste, una. Dos. Quizás tres veces.
Mordiste tu labio, no podías resistirte. Te acercaste a él y pasaste tu dedo por su desnuda espalda.
Y entonces escribiste algo.
La misma frase.
Una y otra vez.
Repitiéndola.
Sintiéndola.
Te amo.
Chanyeol abrió los ojos y rápidamente te incorporaste, te miró. Le miraste. Ambos sonrieron.
–Buenos días. -dijiste tú en un tono gracioso.
Él no dijo nada, algo que te sorprendió. Se incorporó en el sofá y se acercó a ti. No dejaba de observarte.
–¿Por qué me miras tanto? -reiste, pero en el fondo estabas nerviosa. Él te ponía nerviosa.
Seguí sin decir nada.
–¿Chanyeol?-unos segundos de silencio.- Debería irme ya.
No sabías que hacer o decir, así que lo mejor sería irse a casa. Te levantaste del sofá pero él, rápidamente, te agarró por el brazo y tiró de el hacia ti.
–Pero ¿que te...?
Ni siquiera pudiste terminar la frase. Chanyeol había puesto sus labios sobre los tuyos, y los movía con sutileza. Aún perpleja pero feliz rodeaste su cuello con tus delgados brazos y decidiste dejarte llevar por él.
–Yo también te amo. -murmuró él.
