08 | Michael

366 41 27
                                    

Una risita delatadora me despierta.

Me acurruco como puedo en el sillón e intento volver a dormir.
Reprimo un bostezo mientas noto un cosquilleo recorrer mi brazo derecho.

Abro los ojos con molestia y me quedo paralizada. Una enorme araña de ojos rojos está andando por mi antebrazo.

Sin poder evitarlo, pego un chillido y le doy un manotazo para apartarla al tiempo que me levanto de un salto. Cuando me aseguro de que no la tengo encima, fulmino con la mirada a mi antiguo equipo, que se está desternillando en el suelo.

- De... Deberías haber visto tu... Cara- Exclama Joey entre carcajadas.

Hasta Nate se está riendo desde su camilla. Traidor. Se acabaron las gomitas de estrella para él.

- Ja. Ja. Ja. Muy graciosos.- Contesto, obviamente molesta.

Ellos no pueden contestarme por culpa de la risa, así que salgo de la habitación a zancadas, cerrando de un portazo.

- Vaya, parece que alguien se ha despertado con el pie izquierdo.- Comenta Harper.

Llevaba puesta ropa de calle, lo que significaba que acababa de llegar. En sus manos llevaba el uniforme y los resultados de unos análisis.

Se acercó a mí con una sonrisa afable, pero cualquiera que la conociese bien sabía que sí no te tomabas la medicación pasaba a ser un auténtico monstruo. En el buen sentido.

No estoy de humor para forzar una sonrisa, así que me limito a hacer un gesto con la mano a modo de saludo.

Cuando llego a la habitación de Michael me sorprende la presencia de un gotero conectado a su muñeca. La vía intravenosa me provoca escalofríos, así que elevo la mirada hasta el rostro del pelinegro.

Tenía los ojos cerrados y su respiración era lenta pero constante. Me acerqué a él en silencio y me senté en el borde de la cama. Observé su expresión, sus cicatrices, sus manos. Los recuerdos de momentos juntos me asaltaron mientras le acariciaba la mejilla.

<-Papi, no quiero ir a la escuela.- Gimoteo al tiempo que mi padre me pone el abrigo sobre los hombros.

- Lo siento princesita, pero si quieres ser una niña mayor tienes que ir a la escuela. Además, allí podrás hacer muchos amigos.- Contesta con su típica sonrisa afable.

- Pero tengo miedo... ¿Y si nadie quiere ser mi amigo?

- Eso no pasará, tranquila. Eres una princesita muy divertida, todos querrán ser tus amigos.-

Asiento, más tranquila tras las palabras de mi padre y le cojo de la mano para salir a la calle. Cuando llegamos a la nueva escuela, mi padre se despide con un beso en la frente y un abrazo de oso. Entro con la cabeza baja en el aula y no despego la mirada de mis zapatos hasta que un chico se aproxima.

Me llamaron la atención sus ojos, negros como la noche, que contrastaban con su piel pálida. El chico se detuvo a un paso de distancia y me tendió la mano.

- Hola, me llamo Michael Andersen y también soy nuevo. ¿Tú cómo te llamas?-

En ese momento estaba tan nerviosa que sentía que no podía moverme (mucho menos hablar) y el rostro se me tiñó de rojo al ver que bajaba la mano, decepcionado. Se dio la vuelta para alejarse y entonces reaccioné.

- ¡EMILY!- Grité, haciendo que la clase entera se girase. Me puse aún más roja y Michael se giró en mi dirección, sorprendido por mi arrebato.

Mar De Luna (Inazuma Eleven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora