4. Aquel Lugar

10 1 1
                                    


                                                                 ..."Sólo el tiempo lo dirá todo"...

Sabía justo en ese momento que debía sacar a la Princesa de aquel lugar ya nada era seguro y menos ahora después de él terrible asesinato que hubo.

Entré a la habitación y sin previó aviso tome a la Princesa en mis brazos y sólo pude pronunciarles con un poco de rabia aquellas mujeres que habían hecho de mis emociones una ardiente fogata sin fin;- Salgan en este instante, y nunca más se les vuelva a ocurrir proferir alguna blasfemia en contra de Nuestros Reyes y menos en contra de la Princesa.

Ya habiendo corregido lo sucedido antes de salir de aquella habitación sólo pude prometerle a mis Reyes que mi vida entera estaría unida siempre a la Princesa y que jamás dejaría que nada malo le sucediera.

Mientras dejaba atrás aquella escena de horror, pensaba que iba hacer de ahora en adelante, una Nación entera necesitaba un líder alguien que les hiciera saber a su pueblo que no todo se había acabado y que aún teníamos lo más importante esperanza. Quise rendirme justo en ese instante pero aquel Ángel en mis brazos no me lo iba a permitir pues ella me dio una mirada que sólo hacía de mi ser una cosa sin sentido ni dominio propio, pues sin querer ella estaba más presente en mi vida que nadie más.

Salí del Castillo y me esperaba un carruaje; donde habían 5 mujeres jóvenes que de ahora en adelante serían el servicio real de la Princesa. Antes de partir les deje un comunicado con uno de mis soldados pues me ausentaría un mes pero regresaría a tomar la posición de la Princesa como única Gobernante viva mientras cumplía la edad pactada para tomar posesión de su Trono y Reino.


Mientras el carruaje se aleja del Castillo conmigo se desprendía una enorme parte de mí vida, pues todo lo que era lo había construido en aquel Reino que ahora estaba marcado para siempre por la oscuridad y la misma muerte. En todo el camino la Princesa dormía nunca había visto una bebé más tranquila hasta ahora; ni siquiera mi hija tuvo tal comportamiento, pero en ese mismo instante me cuestione un poco y si aquella mujer que me visitó y dijo que ella traía consigo una gran maldición? En ese mismo instante que hice el pacto de sangre y ligue mi vida a la de la Princesa, condene mi alma a vivir un camino de pecado ? En ese instante mire el rostro de la Princesa y ver tanta belleza junta comprendí que daría mi corazón y mi vida entera por ella sin dudarlo ni un instante.

Después de haber recorrido un camino tan lejano llegamos por fin dónde había crecido, dónde toda mi vida o gran parte de ella estaba viva en cada una de las paredes de aquella cabaña.

Al principio fue difícil ver aquel lugar pero tenía que ser valiente y afrontar mi realidad pues no tenía tiempo y espacio para el pasado volviera a inundar mi mente y mi vida, pues bien ahora mi mayor tarea era cuidar de aquella dulce y bella niña que se encontraba bajó mi cuidado.

Entramos aquella cabaña donde sin duda era acogedora, había olvidado lo hermoso que era este lugar sentir el cantó de los pájaros y el susurro de los árboles era algo único en verdad. Justo en ese instante mi mirada se inclinó hacía aquel horizonte donde su camino y su resplandor eran sin duda algo mágico y sin palabras; -Señor!. dijo una de las mujeres sacándome bruscamente de mis pensamientos más profundos.

-Dime, que pasa ? Qué necesitas... La Princesa empezó a llorar y hemos tratado de calmarla pero ha sido difícil cree usted que pueda lograr que se calme y sea la misma niña dulce que es cuando esta a su lado. En ese momento sólo miré aquella joven y pensaba en cada una de las palabras que acababa de decir. Pues tenía mucha razón aquella dulce bebé se transformaba en otra persona al estar justo a mi lado, su mirada se volvía más cristalina y sus mejillas más rojas que miles de rosas en fulgor y sin dejar aún lado sus labios y su cabello que sin duda era el vivo color de la sangre más roja y siniestra que pudiéramos ver en los campos de batalla; en ese momento me cuestione un poco pues mi forma de ver a la Princesa iba más allá de ver a una simple bebé hermosa.

Sólo pude mirar aquel horizonte y ver como el sol se escondía cada vez más y pedirle a Dios misericordia de mi alma y espíritu pues estaba entre una encrucijada tan difícil y que sólo era el comienzo...

Llegó la noche y con ella la dulce y espesa niebla que siempre me ha acompañado desde que deje mi hogar para vivir mi vida y hacer de mis días mil batallas cada día, mire hacía los cuartos para estar tranquilo de que todas en casa estaban tranquilas y durmiendo. Mi hija se encontraba descansando tranquilamente, sólo me acerqué y le di un beso en la frente que al instante me hizo recordar a su madre pues su esencia y su aroma vivía en nuestra hija era tan dulce sentir que algo tan precioso me había dejado aquella mujer que me robó el aliento apenas la vi por primera vez; sin duda puedo decir que fue amor a primera vista pues sus ojos iluminaban mi alma de una manera única y sin miedo a lo desconocido me arriesgue a que aquella mirada fuera siempre mía, y así lo fue pues Dios me dio la maravillosa oportunidad de tener la familia que siempre soñé.

Mientras recorría los cuartos llegué al final del pasillo donde estaba el de la Princesa pero justo en ese momento al tocar aquella puerta mi cuerpo, mente y corazón sintieron un ardiente y siniestro calor recorrer todo mi ser. Era como si el mismo fuego se pudiera tocar sin ser quemado o lastimado. Fue la experiencia más escalofriante de mi vida, pero algo me decía que no tuviera miedo que esto que sentía jamás me haría daño.

-Me acerqué a la cuna y pude contemplar como el sol y los ardientes rayos de aquel amanecer recorrían las mejillas y labios de la Princesa y como la misma y siniestra niebla abrazaba su piel volviéndola así un ángel tan blanco más blanco que el mismo cielo; sin duda cada momento admirando su belleza se hacía más hipnotizante  pues era algo adictivo y difícil de resistir. 

Justo en ese instante vi como en la mano derecha de la Princesa recorría una luz dorada entre sus venas me sorprendió bastante que en ese momento sólo lo único que pude hacer fue tomar su mano tan delicada y mirar que era aquella luz. 

En ese momento algo dentro de mí empezó a recorrer aquella luz estaba en mi mano y podía sentir como recorría un calor absurdamente feroz dentro de mis venas hasta llegar a mi corazón donde el impacto se sentía como miles de lanzas atravesando mi pecho lo único que pude hacer fue caer de rodillas y suplicar que se acabará, pues el dolor era demasiado fuerte en ese momento mis cicatrices de Guerra empezaron a arder como si fueran recién hechas no podía soportar el dolor que sentía lo único que pude hacer en ese momento fue levantar mi mirada hacía el cielo y pedirle a Dios misericordia de mi vida y que se acabará pronto este sufrimiento.

Caí desmayado y mientras perdía el conocimiento y mi visión se tornaba más oscura pude ver el rostro de aquella bruja y su siniestra sonrisa que me hacía sentir que esto no era ni la mitad de los acontecimientos que iban a suceder en mi vida de ahora en adelante.

Detrás de un Puñal...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora