Te vi

27 3 0
                                    


Estoy sentada frente al ordenador. Tuve que dejar pasar varios meses para tener la valentía de escribirte esto, Noah. Tuve que esperar a que la herida empezara a cicatrizar, para no desmoronarme antes de siquiera empezar a escribirte esto. Pero está bien, sé que te da lo mismo lo que siento o no por ti. Sé que en realidad, nunca te importó. Ni siquiera sé por qué decidí escribir esto. Tal vez, porque la escritura siempre ha sido mi escape, mi método de desahogo y tal vez necesito hacer esto para poder dejarte ir por completo y continuar mi vida sin ti. Doy un largo y muy profundo suspiro, mientras extiendo mis manos, y comienzo a teclear:

Aquí voy, intentando contar aquello que pesa en mi interior. No soy buena con las palabras, pero sí con el corazón, tal vez eso pueda ayudar a expresarme. No lo sé. No sé qué salga de todo esto. Dejaré que mi corazón hable y mis manos escriban. Así que, aprecia lo que estás leyendo, porque no es nada más, que los secretos de mi alma.

¿Cómo empezar a contar todo el enredo que es mi vida? Son tantas cosas que tengo por sacar. Intentaré poner en orden mis ideas, para no hacerte un revoltijo y puedas entenderme. O al menos lo intentes. Tal vez así comprendas, Noah, el daño que me hiciste.

Todo empezó hace poco más de dos años. La vida iba bien, o al menos era menos complicada. Fue a finales de enero, inicios de febrero. Un día tan normal, aburrido y monótono de escuela. La preparatoria no era más que ir a convivir, estudiar momentos antes del examen, y pasar de puro milagro. Un juego de supervivencia, en el que extrañamente, siempre salía librada.

Ahí estaba yo, con mi elegante y concurrente impuntualidad, llegando tarde al primer módulo de clase, el profesor ni siquiera se molestó en mirarme mientras me apresuraba por ocupar un lugar. El único bendito lugar disponible. Justo alado de ti. Si alguien me hubiera advertido lo que sentarme ahí desencadenaría, me hubiera saltado la clase, ¿o tal vez no?

Aún no sé si te miré por casualidad o por destino. La vida tiene misterios que no siempre puedo comprender, pero lo hice, te miré. ¿Por qué, por todos los cielos, te miré? Tú me miraste de vuelta y todo se detuvo. Nunca olvidaré la profundidad y la casualidad con la que lo hiciste, ¿qué pensaste en aquél momento? ¿También el mundo se detuvo para ti? Supongo que es tarde para esperar una respuesta, pero guardaré en la memoria de mi corazón, que sí. Que también aquél día, aquél momento, también el mundo se detuvo para ti.

Y en aquél segundo, que parecieron horas, vi mi alma reflejada en la belleza de tus ojos; de esa mirada tan profunda, me sentí desnuda y ni te conocía. Fue como si me hubieras quitado todas las barreras, dejándome a flor de piel. Dejándome a tu merced. Esa fue la alarma, aquella alerta que me decía por todos lados que me apartara, pero no lo hice, sino que corrí a toda velocidad hacia el precipicio de tus brazos.

Me removí, incómoda sobre mi asiento, e intenté parecer serena. No dejaría que notaras el nerviosismo que me provocaste. Qué ridícula me sentía.

-Ho... Eh... Hola.- Mi voz apenas salió, fue como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago, dejándome sin aire.

-¿Perdón?- Levantaste una ceja, haciendo evidente mi torpeza, aquella torpeza que deseé, hubiera pasado desapercibida.

-Hola, soy Erika.- Hice un esfuerzo por sonreír, pero creo que pareció como si hubiera estado teniendo espasmos sobre mi cara.

Tú medio frunciste el ceño.- ¿Qué?- Dijiste. No me habías escuchado.

Quise golpearme en ese momento, Dios, eras sólo un chico, me había prometido hace mucho, que no me volvería a pasar nada de esto y lo había logrado. Tres años sobreviviendo al encanto masculino, sin darle mi corazón a nadie y sin impresionarme por cualquier sonrisa. Y tú... ya me tenías más que impresionada, cuando lo único que habías hecho hasta ese momento, era mirarme con desconcierto y desdén.

No Merecías Tanto AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora