Te escuché.

14 1 0
                                    


Tres meses habían pasado y yo no me había acordado de tu existencia en todo ese tiempo, porque decidí que no me enamoraría de ti e hice todo lo posible por cumplir mi palabra, así que los primeros días evitaba verte o toparme contigo, aunque compartíamos algunas clases, me esforzaba por no buscarte con la mirada en todo el salón. Después de las primeras dos semanas, te fuiste haciendo menos relevante y así fue sucediendo hasta que finalmente, me olvidé de ti. 

Hasta aquel asqueroso día. 

Maldigo aquel día, en el que la maestra de psicología nos obligó a hacer un ejercicio de "fraternidad". Ni siquiera entiendo para qué lo hizo, y eso me hace odiar ese día, Noah, porque fue el día en el que, después de tres meses, volví a fijarme en ti. 

La profesora Rita nos había hecho levantarnos de nuestros asientos y mover nuestras sillas hacia las paredes del salón, después nos hizo ponernos a todos en círculo.

-Muy bien.- Rita lucía más entusiasmada de lo normal.- Tomen de la mano a su compañero de alado y cierren los ojos.

En ese momento no me había fijado quiénes estaban a mi lado, y la verdad es que seguí sin hacerlo porque no me interesaba saberlo, ni siquiera hacer este ejercicio. Sentí cómo una mano demasiado grande en comparación de la mía, rozó mi muñeca e intentó entrelazar sus dedos con los míos, yo me asusté y fruncí el ceño. Rita nos pudo haber mandado a tomarnos de las manos, pero no teníamos que entrelazar los dedos. Sentí que invadían mi privacidad, tomarse así de la mano con alguien, suponía (al menos para mí), algo más íntimo, y no iba a permitir que un apenas conocido me sujetara de esa forma, así que uní mis dedos con firmeza y forcé a la mano intrusa a tomarme de forma normal. Desvié mi mirada de mi mano ahora unida con la del desconocido, hacia la cara del susodicho, solo para darme cuenta, de que aquel susodicho, eras tú. Debí saberlo, Noah, debí saber desde ese momento, que yo no significaría nada para ti, porque ni siquiera te molestaste en mirarme. 

Aún recuerdo ese momento, tan claro y vívido, como el dolor que me causaste. Mi corazón empezó a desbocarse y me regañé, no podía actuar de forma tan estúpida frente a un hombre, frente a ti. 

Decidí ignorarte otra vez y enfocarme en el ridículo ejercicio que la Srita. Rita intentaba hacer.

----

Una vez más, había logrado evadir lo que me hacías sentir de forma involuntaria. Estuve bien por unas semanas, aunque de repente, mi mente me traicionaba y me llevaba a un viaje en mi memoria de aquel momento en el que nuestras manos se tocaron por primera vez, y recuerdo que detesté con todo mi ser lo que causabas en mí. 

"Es solo un chico, no tiene nada de especial, ni siquiera es tan guapo".  Esa frase me la repetí tantas veces para evitar enamorarme de ti y ahora que no estás, me la repito para poder olvidarte. 

Once de junio. Mi cumpleaños número dieciocho había llegado. Siendo honesta, no recuerdo lo que hice para celebrar mis dieciocho, lo único que recuerdo (como la mayoría de las cosas de los últimos dos años), es lo que tiene que ver contigo, Noah. Invadiste mi mundo y te odio por eso, porque no significaste demasiado para mí, significaste todo. Absolutamente todo, durante dos años y ahora no puedo ver atrás porque ahí estás tú, con tu estúpida sonrisa y tus bromas de mal gusto. 

Recuerdo que estaba acostada en la cama de mis padres, jugando mi celular y respondiendo a las personas que me felicitaban por facebook y whatsapp. Recuerdo, Noah, cómo mi corazón y mente me traicionaron, porque ambos estaban alertas, esperando una felicitación en específico: la tuya. Ni siquiera sabía cómo rayos se supondría que tú sabrías mi cumpleaños, pero estaba esperando tu felicitación de todos modos. 

Nuestros compañeros de clases empezaron a felicitarme por el chat grupal, yo les agradecía pero en realidad, ninguna felicitación de ellos era relevante para mí. Hasta que llegó la tuya. Fue algo tan estúpidamente banal, pero hizo que todo mi día fuera mejor. Aún recuerdo tus palabras, esa excelente ortografía que te caracterizaba tanto, un punto más a tu favor que no pude evitar notar cuando me empecé a enamorar de ti. El mensaje exponía algo así:

¡Feliz cumpleaños, Erika!  ¡Pásala bien!

Eso fue todo. Me quedé como estúpida sonriéndole al celular como por media hora, en el fondo de mí sabía que me habías felicitado por solidaridad y porque todos en el chat lo estaban haciendo, no porque supieras quién era yo, ni porque te interesaba que realmente la pasara bien en mi cumpleaños. Pero igual sonreí como una niña. Fingí haberle restado importancia a tu mensaje y te respondí:

¡Gracias! :) 

Ese día, también fue el día en el que recibí los resultados de la universidad a la que había aplicado. Había decidido estudiar gastronomía, no porque estuviera convencida de que eso es lo que quería, sino porque el tiempo y la presión me habían forzado a hacerlo. Siempre he querido ser escritora, pero me dejé llevar por los comentarios de personas diciéndome que me moriría de hambre y etcétera. Además, no se estudiaba para ser escritor y mis papás querían un título colgado en la sala. Opté por gastronomía, porque me gusta cocinar y en ese momento creí que tarde o temprano terminaría enamorándome de la carrera, y logré convencerme por un tiempo. 

Había sido admitida. Me sentí feliz porque al parecer mi vida tendría un futuro prometedor. Estudiaría una carrera y mis padres estarían feliz. No podía pedir más. 

---

Algo más que recuerdo, es que, las vacaciones de verano ya habían empezado y yo estaba junto a Mary, una compañera que teníamos en común, estábamos saliendo de la escuela, fuimos a recoger nuestros papeles porque ninguna de las dos habíamos asistido a la fiesta de fin de curso.  Ella escuchaba los audios de un chico que estaba contándole cómo se iría de vacaciones a Hawaii con su familia y de lo feliz que estaba. Recuerdo que me enamoré de la voz de aquel chico, era tan grave y masculina como seductora, quedé tan embelesada, que le pedí a Mary que repitiera los audios a lo que ella accedió amablemente.

-¿Quién es?- Le pregunté. Tenía que averiguar de quién era tan hermosa voz. Su respuesta me cayó como una bomba y una burla de la ironía hacia mí.

-Noah.- Fue todo lo que dijo mientras me daba una sonrisa de boca cerrada. Yo me aparté  y fingí que habían ido por mí, me despedí de ella con la mano y me alejé lo más rápido que mis pies me permitieron sin necesidad de correr y llamar la atención. No me alejaba de ella, sino de ti, de los audios, de tu voz, de todo lo que estuviera llevando a mi corazón hacia ti. 



No Merecías Tanto AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora