Capítulo 5 - Epílogo

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Chanyeol despertó con los labios de Baekhyun sobre los suyos, dulces como solo los del unicornio podían serlo.

- Buenos días, dormilón -canturreó, tratando de hacerlo reaccionar.

- Buenos días, Baekhyun -respondió él, abrazándolo y atrayéndolo hacia sí.

Baekhyun fingió un grito, pero se dejó abrazar y lo abrazó de vuelta, riendo por lo bajo, contento.

Hacía ya unos años que vivían lejos del castillo y de su encierro. Tenían una casita cerca de los límites del bosque real, ya que a ambos les encantaba aquel sitio y, siendo de la realeza, se les permitía visitarlo. Sus padres entendieron que no quisieran seguir viviendo en el castillo, ni siquiera aunque no fueran a encontrar más guardas o puertas cerradas, y les daban mensualmente el dinero que percibiría Chanyeol de seguir viviendo allí por su estatus real. Con eso y con el huerto que ellos mismos cuidaban, tenían más que suficiente para vivir.

Esa mañana, Chanyeol comenzó a labrar el huerto, pronto podrían recoger parte de su pequeña cosecha de tomates y estaba haciendo un hueco para plantar más semillas. Lo bueno de todo aquello era que Baekhyun nunca dejaba morir a las plantas y, por lo tanto, nunca les salía mal la cosecha. Miró al unicornio, que estaba en ese momento atendiendo unas margaritas que tenían plantadas en el jardín mientras tarareaba, y sonrió.

Le había ofrecido a Baekhyun vivir en el castillo si lo deseaba, a pesar de que él no quisiera hacerlo, le preocupaba su comodidad; e incluso le dijo que podrían vivir en la ciudadela con el resto de los súbditos de su padre, como si fueran uno más. Pero Baekhyun prefería la naturaleza y, además de su deseo por complacer al menor, el alto sabía que necesitaba la paz y la tranquilidad del campo. Sus vecinos vivían los suficientemente lejos como para poder tener su intimidad, pero lo suficientemente cerca como para ir a visitarlos cuando desearan. Baekhyun incluso había aprendido un truco para esconder su cuerno a simple vista con su magia, por lo que nadie más, aparte de ellos, sabía de su verdadera naturaleza.

Pero allí mirando cómo Baekhyun le cantaba a las flores para que crecieran fuertes y hermosas, los sentimientos se agolpaban en su pecho y eran demasiado para describirlos. Lo amaba tanto, tantísimo, que podía sentirlo físicamente en su cuerpo; y era aquella sensación, aquellos sentimientos los que lo habían hecho decidirse a hacer lo que iba a hacer.

Mientras Baekhyun seguía tarareando, entró en casa y se lavó ligeramente. Su pelo negro ahora crecía un poco más largo y salvaje, incluso llegando a ondularse. Se miró en el espejo y se quitó las manchas de tierra más evidentes, antes de ir al dormitorio, donde abrió un cajón y sacó el pequeño regalo. Lo sostuvo entre el índice y el pulgar y sonrió, orgulloso de haber forjado él mismo el anillo con el que iba a pedirle matrimonio a Baekhyun.

No había sido fácil hacerlo a escondidas del chico, y se valió mayormente de su memoria, recordando los libros de forja que había leído durante su encierro. El anillo no era perfecto, podía verlo, pero esperaba que sirviera. De verdad lo hacía.

Volvió a salir al jardín, donde el unicornio seguía cantando suavemente cerca de las margaritas y sonrió. Las margaritas significaban la pureza y la inocencia, como el propio Baekhyun, pero también un nuevo comienzo, y le pareció que era adecuado pedirle matrimonio, una nueva etapa en sus vidas, frente a las margaritas. Había descartado darle flores cortadas porque sabía el amor que Baekhyun ponía en que sus plantas crecieran y él prefería declararse frente a ellas que no con un ramo.

Se acercó al rubio y se agachó a su lado, mirándolo con una sonrisa suave mientras terminaba su cancioncilla para las plantas, y el chico le devolvió la mirada, divertido.

- ¿Qué pasa? -le preguntó el menor de buen humor.

El viento sopló suavemente, meciendo sus cabellos y a las margaritas, que danzaron frente a ellos con delicadeza. Muchos pensamientos se agolparon en la cabeza de Chanyeol, muchísimos, sobre todo lo que habían pasado juntos y también los años que estaban por venir. Aquello lo hizo ponerse nervioso, pero no en un mal sentido, sino que la excitación por lo que iba a hacer hacía que le hormiguearan los dedos. Tomó una respiración honda y ensanchó su sonrisa. Finalmente, alzó la mano en la que aún llevaba el anillo entre los dedos índice y pulgar, y se lo mostró.

- Lo que pasa es... -hizo una pequeña pausa-, que me gustaría casarme contigo, Baekhyun, si tú quieres.

La boca de Baekhyun se abrió de puro asombro, al igual que sus ojos. Éstos brillaron de emoción, y al príncipe no le habría hecho falta nada más porque sus ojos le estaban dando la respuesta, pero de igual modo el rubio se lanzó a por el mayor, abrazándose a su cuello y besando su rostro mientras decía que sí una y otra vez. Chanyeol reía, demasiado feliz, y lo abrazaba mientras el viento soplaba y las margaritas bailaban de nuevo, esta vez con júbilo, como si supieran lo que acababa de pasar.

El anillo encajó perfectamente en el dedo de Baekhyun cuando se incorporaron y el príncipe consiguió ponérselo, y el chico creó uno mágicamente con tallos para ponérselo también. Un anillo hecho con fuego, y otro anillo hecho de naturaleza. Ésos eran ellos, simbolizados en aquellos aros que ahora adornaban sus dedos como símbolo de su amor y pertenencia.

- Te quiero -susurró Chanyeol, recibiendo un corto beso en los labios tras decirlo.

- Y yo te quiero a ti -le sonrió Baekhyun.

Y allí, sentados en su jardín, frente a las margaritas que simbolizaban el comienzo de su nueva vida como esposos, se besaron hasta que los labios se les cansaron. Porque todo lo que necesitaban para ser felices era estar el uno al lado del otro.

E iban a estar juntos por siempre

--FIN--

Ahora sí, ya hemos llegado al final~

Gracias por haber leído este capricho random que me salió escribir xD

Nos leemos pronto~ (espero)

Healing Fire {ChanBaek | BaekYeol}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora