Me gire y...
— ¡Markus!
Hace dos años cuando había dejado California huyendo del entorno... No había estado solo huyendo del entorno, sino también de él. Era difícil, ahora después de haber superado todo aquello, verlo aquí y revivir todos aquellos momentos.
Aquellos momentos juntos en los que me había sentido querida, pero, como siempre, la realidad se impone a los sueños y la realidad había demostrado que solo yo había sido la enamorada, él simplemente había... Pero... ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué estaba permitiendo que todo eso volviera a tocarme las narices?
En lo que a mi respeta él está muerto y enterrado, y así permanecerá para siempre, nada podría cambiar lo que él había hecho. Puede que, por aquel entonces, estuviese enamorada de él e incluso me hubiera planteado cambiar nuestra vida juntos. No obstante, todo eso había quedado atrás cuando, por casualidad, descubrí su juego. Él había suplicado, jurado que, aunque en un principio todo había comenzado por aquello, me amaba... Yo no había podido creerle. No después de enterarme de sus intenciones, no después de todas sus mentiras.
Por desgracia, cuando todo había salido a la luz ya era casi demasiado tarde. Ya le había presentado a mi Mia y está ya estaba super encantada con él.— De echo, Joshua y ella se habían conocido en California, cuando Mia nos visitaba.— Cuando corté con él, o más bien dicho huí de él, no tuve el valor de contarle a mi hermanita la verdad. Me limite a decirle que las cosas no habían salido como yo esperaba y que Markus y yo no estábamos hechos el uno para el otro. Una mentira muy grande teniendo en cuenta lo que paso y una que dejo en muy bien lugar a mi ex; por lo visto, dado su invitación a la boda.
Durante el trascurso de todos estos pensamientos, Markus se ha acercado a donde yo estoy, todavía, medio petrificada. Es cuando intenta agarrar mis cosas, cuando reacciono apartándome a mi y a ellas de él. Mi mirada le muestra el desagrado que siento al verlo y la desconfianza hacia su presencia.— O al menos espero que sea así.— No, puedo creer que esté aquí, no puedo creer que Mia lo invitase y menos puedo creer que él aceptase. A caso disfruta haciéndome la vida imposible, recordándome la sensación de libertad que se sentía detrás del volante... No, no pienses en eso... Mejor volver a la zona segura. Ya la cagaste una vez Phoebe y conseguiste salir del infierno, tú sola. A la segunda, a lo mejor, no puedes.
Parece que se ha cansado de esperar a que yo diga algo, cosa que no tengo pensado hacer; por lo que habla, mostrando su enfado hacia mi reacción:
— Phoebe, ni que estuvieses delante de un asesino de niños... No crees que esa mirada es un poco exagerada...
— Nada es demasiado exagerado si se trata de ti, Markus. Eso lo aprendí bien hace dos años.— Mi voz sale fría y calmada; aunque, por dentro, mis sensaciones son todo lo contrario. Me siento furiosa y mi corazón late con mucha fuerza, casi dolorosamente.
— Tú siempre tan fría.— Ese comentario es la gota que colma el vaso para mi.
— Preguntate quién y qué me hicieron así de fría—. Contesto mientras paso de largo a su lado hacia la salida.
Él se queda congelado en el medio de la terminal, yo me apresuro a buscar un taxi o autobús que me lleve a casa de Mia y Joshua. Aunque parece que no tengo demasiada suerte. Es como si todos los taxistas estuvieran ocupados cuando te hacen falta urgentemente, cosa bastante común por otra parte. Y a pesar de que lo busco con insistencia no doy encontrado un taxi; al menos no a tiempo para que Markus, ya recuperado del shock que le provocó mi comentario, me alcance en la salida.
— Vamos tengo el coche por aquí.— Dice de forma escueta, pero con autoridad. Se nota que mi comentario anterior le ha tocado fondo, o al menos lo más fondo que algo le puede tocara un tío como él.
— Si piensas que voy a subir a un coche contigo, creo que estás algo mal.— Mi nuevo comentario hace que se pare en seco y se gire, ya que había emprendido la marcha hacia su coche.
— Vamos, Phoebe, sabes que a esta hora no vas a encontrar ningún taxi libre y Mia te espera en casa.— Me chantajea sutilmente, o no tanto.
— Y tú sabes que prefiero esperar aquí tres horas a subir en tu noche.— Afirmo con vehemencia.
— Tú siempre tan tozuda... Bueno, pues me voy yo solo y cuando llegue a casa de Joshua y Mia, le explicó a esta última la razón por la que nos separamos y por la que no quieres subir a mi coche.— Chantajea ya abiertamente esta vez.
— ¿No te atreveras!— No puedo creer que sea capaz de llegar tan lejos, tan solo para que me suba a su coche. Este no es el Markus que conocí...
— Phoebe, es tu familia no la mía, tú misma te encargaste de recordármelo cuando rompimos.— Su expresión muestra fastidio casi como si le molestara recordar aquellas palabras, pero pronto su cara de póker vuelve a él.
— ¿Y si es mi familia y no la tuya porque demonios estás aquí?— Su aparente calma hacia este asunto, que puede tranquilamente romper la de mi familia, me enfada de manera sin igual.— ¿Para qué? ¿Por qué narices...?
Mi contestación no ha sido lo que se puede llamar tranquila, sino de echo todo lo contrario. Estoy básicamente gritando, lo que hace que la gente que espera un taxi, o a sus familiares en la salida, se gire hacia nosotros. Estoy montando un buen escándalo y esto último me pone todavía más nerviosa.
Mientras que él me mira tan tranquilo esperando mi respuesta. Sabe que aunque por otra parte no tiene por donde cogerme, en esta estoy un poco indefensa.
Siempre puedo dejar que le cuente a Mia la verdad... Se que ella, a pesar de todo, me apoyará. Y es muy probable que acabara librándome de Markus, Mia lo echaría al saber lo que hizo, como me engaño. Pero también se que le disgustara que yo no se lo haya contado. Y no quiero que se aflija en vísperas de su boda, sería un shock muy grande para ella. No, no puede enterarse; al menos, no ahora. Mas adelante cuando ya este felizmente casada si, pero ahora no.
Mi conciencia no aguantaría el saber que le hubiese estropeado la boda a mi hermanita, mucho menos que ella pudiera dejar de hablarme. Y, bueno, Mia es una persona que se toma muy enserio las leyes y yo, al fin y al cabo, me las salté. No debe saberlo.
Miro hacia él. Me observa con su típica sonrisa de suficiencia. Sabe que aceptaré. Ha encontrado mi punto débil y parece dispuesto a sacarle partido...
— Está bien.— Digo con reticencia, pero aclaro.— Si te saltas un solo semáforo, yo me bajó; aunque sea en marcha.
Se equivoca si piensa que soy la misma de antes. Se equivoca si piensa que voy a permitirle salirse con la suya y manejarme a su antojo.
Yo ya no dejo que nadie me diga lo que tengo que hacer y él se va a dar de cuenta pronto. Él piensa que me tiene en su saco: cazada, muerta y servida ya. Va a darse cuenta de que, al final, la presa va a ser él.
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La detención antes de la huida
Phiêu lưuEn el fondo sé que la gente espera de mi algo más de lo que les doy. También sé que tarde o temprano tendré que darles entrada a lo que pienso. Es por eso que cuando se aproxima ese momento huyo. Huyo hacia otro lado, hacia otra vida. Siempre ha sid...