4- Punto muerto

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ABRIL

Sharon Doyle

Me  levanté a las diez ya que estaba enferma y no asistiría al instituto. Hoy jueves día cinco de Abril, hace tres meses exactos desde que Matt entró en coma. No podía dejar de pensar en Matt. Mire mi única foto que tenia de él, suspiré. Apenas le conocía de nada pero, me atraía. Cada vez que le veía en la entrada del instituto o en los pasillos no podía dejar de mirarle. Todo él me encantaba. Él era alto, muy alto en comparación conmigo, tenía el pelo de un color negro muy oscuro y bonito, los ojos era marrones claros como la miel. Tenía un buen físico, seguramente iría al gimnasio o practicaría algún deporte. Deseaba con toda mi alma poder ser su amiga, o como mucho compañera en alguna asignatura, pero eso no podría ser posible ya que yo no iba a su clase. Ser su amiga… o algo mas. Aunque eso seria imposible, el no era de la clase de chicos que van con gente como yo, a él le iban mas las del estilo Helen, altitas, ojos claritos y tetonas, muy tetonas. Yo soy de altura media, ni muy baja ni muy alta, lo que al lado de Matt yo era una enana, tengo el pelo de color negro oscuro como el carbón y me llegaba un poco mas de los hombros, tenia los ojos marrones oscuros, pero muy bonitos según me dice la gente.

Me levanté dela cama y bajé a desayunar. Mi madre estaba en el comedor y al verme levantada se levantó del sofá y me preguntó:

- Sharon cielo ¿Cómo te encuentras hoy?

- Estoy bien mamá.

- Te ves con fuerzas de ir al… -no acabó la frase porque sabía cuanto me dolía oírla, pero fui valiente y la dije yo misma.

- Si, si que iré a su entierro.

Mi madre que se preocupaba mucho por mí, me preparó el desayuno, me preparo una taza de chocolate con churros. Me encantaba.

- ¡Genial! –exclamé. Gracias mamá.

- De nada cielo –me sonrió.

Permanecí callada y sola en la mesa mientras desayunaba, mi madre volvió a sentarse en el sofá del comedor. Cuando acabe de desayunar, enjuagué el plato y luego la taza donde había mojado los churros con chocolate también, y los guardé en el lavavajillas. Una vez guardados le dije a mi madre que me iba arriba a mi habitación y que si quería algo que me llamara.

Subí lentamente cada uno de los escalones hasta que llegué al piso de arriba. Me detuve en el lavabo antes de ir a mi habitación. Me mire en el espejo.

- ¡Vaya pelos! –exclamé para mis adentros.

Cogí el peine y me cepille un poco, aunque fuera para bajarme un poco esos pelos que llevaba. Me dirigí a mi cuarto, cuando entré lo primero que hice fue mirar otra vez, la foto de Matt. No me cansaba de mirarla. Podía permanecer un día entero mirando su foto. Imaginé estar a solas con él, los dos juntitos de la mano, dando una vuelta por el parque al lado del rio. Seguía pensando en las nubes hasta que alguien me llamó e interrumpió mi sueño.

- Sharon –me llamó mi madre desde abajo. Te llaman al teléfono.

- Vale, ya puedes colgar. ¿Quién es?

- Hola Sharon –era una voz que no reconocía.

-  ¿Quién es? –me quedé pensativa mientras esperaba una oír una respuesta.

- Soy el padre de Matt.

- ¿Cómo se encuentra…? –me interrumpió.

- Muy mal, hoy es el día… –esta vez le interrumpí yo.

- Lo sé. Hoy mismo iba a ir.

- Gracias por haberle encontrado ese día en la montaña.

- De nada.

Los fantasmas de MattDonde viven las historias. Descúbrelo ahora