Nunca hubiera imaginado lo rápido que se pasa la vida. La vida, la muerte, dos palabras con el mismo significado. La vida no es más que ir muriendo día a día. Por otra parte, la muerte te libera del dolor de la vida.
Eran las cuatro cuando me dirigí a coger mis maletas a la habitación del hotel, por fin volvíamos a nuestra casa. Al salir, mi padre ya me estaba esperando con el coche para irnos, al estar lo bastante cerca, me giré de cara al hotel y dije:
-¡Ya era hora!-. Una vez dejé mis maletas en el maletero y entre en el coche, mi padre me dijo:
- ¿Por qué dices eso?
- Pues porque estoy harto de tener que estar siempre en hoteles. ¿No me podría quedar solo en casa?
- No, sabes perfectamente que no. Mira a tu madre lo que le paso estando sola –Bajé la cabeza–
- A mí no tiene porque pasarme lo mismo -. Lo dije con un tono de voz tan bajo que dudé si mi padre me había escuchado o no -.
- Lo sé, pero no quiero volver a pasar por eso.
Perdí a mi madre tan solo hacía un mes, mi padre se encontraba fuera de la ciudad a causa de su trabajo y yo estaba en el instituto. El día anterior a su muerte, mi madre me prometió ir a buscarme al colegio para comprar los regalos de navidad.
Al día siguiente salí puntual para verla, pero no estaba allí, no la veía por ningún lado. Pasó media hora y siguió sin aparecer. Cogí mi móvil y tecleé su número sin tener que mirar en la agenda porque me lo sabía de memoria. Pip, pip, pip... Sonaba el teléfono pero no lo cogía. Llamé a casa para ver si por lo que fuera todavía se encontraba allí. Después de esperar un rato sonó el contestador automático y deje un mensaje de voz:
- Mamá soy Matt, como aún no has aparecido por el instituto ni me has cogido tú móvil, iré ya hacia casa. No te preocupes por los regalos, ya iremos otro día-. Justo antes de colgar, vi que había cogido el teléfono así que no tuve que preocuparme de si venía a buscarme o no.
De camino a casa me pareció oír una voz conocida que me llamaba, me giré, y vi que era Avril, la chica que tanto me irritaba nada más verla. Vestía unas bambas lila oscuro con unos calcetines rayados de color negro y gris que le llegaban por lo menos hasta las rodillas, unos pantalones tejanos normales, aunque un poco rotos –seguramente porque a ella le gustarían así– y una camiseta negra con un dibujito en el medio, que no sabía qué era, los pelos los llevaba como siempre, bufados, parecía que nunca se peinaba.
Levanté el brazo como saludándola para que me dejara en paz, pero sucedió el efecto contrario.
Ella al ver que le saludaba en vez de ignorarla, se pensó que quería hablar y vino corriendo hacia mí para ir conmigo hacia casa, ya que éramos vecinos.
- Hola Matt!-. Exclamó ella sorprendida de estar a mi lado.
- Hola-. Le contesté intentando no decirle –¡Aire!-.
- Quién lo hubiera dicho, tú y yo, solos, hablando. –Más bien hablaba ella sola–
- Oye Matt ¿me escuchas? – Me preguntó mientras me cogía del brazo y me movía tanto, que no pude contenerme y le solté.
- ¡A ver Avril, que te entre ya en la cabeza que tú y yo ni somos, ni fuimos ni seremos amigos nunca! Así que suéltame y deja de hablarme y vete por ahí con tu amigo imaginario.
-Pero...
-¿Me has entendido?
-...
-¿Eh?
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Los fantasmas de Matt
Roman pour AdolescentsMatt vuelve a clases después de faltar un mes por el fallecimiento de su madre. Intentará llevar el curso lo mejor que pueda, acompañado de su acosadora vecina, su mejor amigo y una chica que ha llegado nueva al instituto.