3- Emociones fuertes

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Eran las ocho y veinte de la mañana cuando me levanté a causa del ruido del despertador que había programado el día anterior. Pulsé el botón derecho de éste y lo apagué. Me incomodé, encendí la luz y me levante de la cama. Me quité el pijama y me puse la ropa que había dejado encima de la silla del escritorio. Una vez vestido miré el horario para ver que asignaturas me tocaban, no me gustaba ninguna, por suerte, estaba sentado junto a Helen. Volví a mirar el horario para ver a que día estábamos. Día dos de enero.

- Oh no! –exclamé. No me acordaba que hoy nos íbamos de excursión-.

Abrí la puerta de mi habitación y bajé corriendo las escaleras, fui hacia la cocina para hacerme un bocadillo, encendí el fuego, puse aceite en la sartén y la puse a fuego rápido, quería acabar pronto. Batí dos huevos y una vez caliente la sartén los vertí. En cinco minutos ya había acabado de hacerme el bocadillo de tortilla francesa y fregado lo que había utilizado. Subí corriendo las escaleras, guardé el bocata en la mochila y cogí el libro de tecnología, era una mierda y un tanto absurdo, pero a primera hora hacíamos clase normal, por lo menos nos dejaron entrar a las nueve. Miré el reloj, aún eran las ocho y media. Me metí rápidamente en el lavabo, me lavé la cara, me limpié los dientes, me enjuagué la boca y me mojé los pelos para peinarme. Eran todavía las ocho y treinta y siete. No me daba tiempo a desayunar. por lo que bajé a la cocina y me comí un trozo de bizcocho con trocitos crujientes de chocolate. Me puse la chaqueta y cogí la mochila. Me dirigí a la habitación de mi padre, piqué en la puerta pero nadie contestaba, cogí el móvil y le llame. No me lo cogía por lo que le dejé un mensaje de voz:

Hoy nos vamos de excursión, se me olvidó decírtelo. Volveremos a las tres. Si no te fías de lo que te digo llama al colegio, tienes el numero apuntado en la nevera, adiós!

Abrí la puerta y Helen ya estaba ahí de pie esperándome. Me sonrió por lo que yo hice lo mismo. Nos saludamos dándonos un beso en los labios y luego permanecimos los dos callados. Al entrar al caminito del bosque empezamos a hablar un poco, no soportaba estar en ese silencio. Una vez adentrados, me fijé en el tiempo, era un día soleado pero habían muchas nubes a lo lejos que posiblemente traerían lluvia. Seguimos andando callados. Teníamos que hablar de muchas cosas que desconocíamos el uno del otro, pero al mismo tiempo no hablamos de nada. A medida de que íbamos caminando, me di cuenta de que Helen se iba acercando más a mí. No le di importancia, ella me gustaba. Si esa situación la estuviera viviendo con Avril...

Un momento, ¿Qué hago pensando en ella? –pensé.

No entendí porque me había venido ella a la cabeza. Puse cara de pocos amigos.

- Matt, ¿te sucede algo? –me preguntó Helen, seguramente se preocupó por mi al verme con esa cara-.

- No, no me pasa nada.

- ¿Entonces porque pones esa cara de pocos amigos? –nunca mejor dicho-.

- Nada, pensamientos míos.

- Ah… ¿Y en qué piensas?

- Tonterías sin importancia –lo dije de una forma que ella entendió que di por finalizado el tema.

Una vez llegamos enfrente del colegio vi a Stan y Dylan que me miraban sin intención de saludar, seguramente sería porque yo iba con Helen y pensarían que los dejaba por ella, pero no, sólo que ella me había venido a buscar para venir al instituto. Les saludé y me miraron pero sin hacer ningún gesto. Me daba igual lo que pensaran al verme con ella. El mismo grupo de chicas de siempre me volvieron a llamar a voces como cada día.

- Matt guapo!

Les miré y les sonreí. Se sonrojaron. La nueva me volvió a mirar, me dio la sensación de que hoy me miraba más bien con admiración que con la cara del día anterior. Me acerqué a ellas y Helen me siguió. Exactamente, iba hacia la nueva, no entendía por qué el día anterior me había mirado con esa cara y hoy con esta, todo lo contrario a la vez anterior. Me paré delante de ella, le iba a hablar cuando de golpe se presentó ella misma.

Los fantasmas de MattDonde viven las historias. Descúbrelo ahora