Ella

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La podía observar a través de las enormes cristaleras del pasillo de la biblioteca, siempre estaba allí, sentada, con un libro entre sus manos y la mirada fija en él. Llevaba puesto un precioso pañuelo de cuello rojo con lunares amarillentos. Se podía ver desde una cualificada distancia que estaba demasiado concentrada en esas hojas de papel llenas de tinta. Esa tinta describía una historia la cual daría comienzo a una nueva forma de pensar de ella. Magia, brujería, asombro...esto es lo que te ofrece una historia. 

- La vida es una historia - Susurré vagamente para que nadie me oyera, pero, a pesar del duro cristal reluciente me oyó, o eso creo. Eché una sonrisa al aire y eso me delató demasiado...hay pobre de mi. Me callé y su suave voz se rió posteriormente, la tenían que haber oído, resonante, dulce y amable...con un poco de eco. La miré, en realidad no estaba leyendo mi libro de historia universal. La volví a ver, era de una belleza idílica, nunca antes vista. Luego me di cuenta de que eso es lo que piensas cuando alguien llama tu atención exageradamente. No había experimentado la esencia del amor, de la eternidad, o...como algunos deciden llamarla: La Oda Divina. Qué más da lo que fuese...solo estaba mirándola como un pobre apampado,no estaba enamorado, o sí.

Ésta vez noté que ella me miraba, por primera vez había levantado la mirada de ese pesado libro...ya me estaba empezando a caer mal.  Estaba a gusto, supuse que ella lo estaba. La miré para rematar mi apuñalamiento al amor y de repente sentí ese mismo puñal en mi pecho, el amor me lo había devuelto, nuestras miradas habían cruzado y, por primera vez, lo sentí tan grande que me quedé sin palabras durante toda una vida, durante todo un segundo.

El sonido de un hilo tan frágil como tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora