Capítulo 1

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ANNIE

Todas las invitaciones estaban pegados en cada pasillo de la escuela. No era extraño verlas los viernes. Y no era extraño que el local de la inolvidable y alocada fiesta fuera en mi casa. Por supuesto que yo no las organizaba, odiaba la fiestas y más si nadie de los invitados eran mis amigos. La verdad no tenía amigos. Las personas solo se acercaban a mí, solo me hablaban, solo fingían quererme porque mi padre estaba en la lista de las personas más millonarias del país. Muchas personas le sacaría ventaja a esta cuestión pero yo solo encontraba soledad. Aunque siempre estaba rodeada de gente igual me sentía completamente sola. Nadie me conocía, nadie quería conocerme. Su compañía solo se basaba en sacarle provecho al billete de mis bolsillos. Todos querían dinero. Todos querían regalos, fiestas, diversión. Y es que todos era unos imbéciles codiciosos.

Entonces ¿por qué habían fiestas en mi casa todos los viernes? Mi mamá pensaba que era la chica más popular de la escuela, y quizá lo era pero por las razones equivocadas, y pensaba que de esta manera podía seguir con mi querido reinado en la escuela. Mi supuesta mejor amiga Melanie era más unida a mi mamá que era a mí. Ellas dos se pasaban la semana organizando el tema de cada fiesta; blanco y negro, máscaras, hawaiano, etc. Y a mí no me podía emocionar menos.

La emoción de mi mamá para estas cosas era desconcertante. La verdad eran los viernes en la noche que la veía al fin. Toda la semana mi madre era un gran mito. No sabía exactamente qué hacía porque papá nos mantenía más que suficiente, pero cada vez que le preguntaba parecía que tenía que hacer algo importante. Mi papá por el otro lado era invisible a mis ojos hasta Navidad. Ese era el único día que lo veía. Supongo que era la típica chica millonaria que dudaba si sus papás en verdad la querían o si sabían que existía. Después de clases me la pasaba encerrada en mi cuarto, encerrada en mi computadora y conectada a páginas de internet donde nadie sabía quién era.

"Annie, ¿ya estás vestida?" Me preguntó mamá entrando a mi cuarto a pocas horas de comenzar la gran fiesta. Como era Halloween obviamente el tema de este viernes era disfraces y mi mamá no me podía haber comprado el disfraz más seductor de esta tierra. Un vestido roja ajustado de los pechos hasta el borde de mis glúteos. Unos tacos altos del mismo color y una capa roja que le combinaba. Claramente era la caperucita roja en versión prostituta. Y claramente no quería vestirme así.

"No, aún no estoy lista." Le contesté bajando la cabeza.

"Bueno, Annie, apúrate que ya van a llegar lo invitados." Me ordenó. "Necesitamos dar una buena impresión. Melanie me dijo que los Williams están haciendo la misma fiesta de disfraces pero te aseguro que todos van a venir a la nuestra." A la nuestra, como si mamá tuviera la misma edad que yo. Como si en tan solo meses por fin se iba a ir a la universidad, porque ese era un día que estaba añorando vivir.

"No me voy a demorar, no te preocupes." Le aseguré.

"Bueno, te espero abajo."

Nunca podía decirle que no a mi mamá, la verdad nunca podía decir que no. Tenía miedo de perder la poca afección que la gente tenía hacia mí, o al menos fingía tener. Así que me deslicé el aquel vestido rojo, me alisé mis ondas castañas, me puse mis accesorios y me maquillé para la ocasión. La peor parte era cuando me miraba en el espejo. Veía a esta chica desamparada, sola, sin alguien en quien contar. Era ahí que pintaba mis brazos con frustración. Los pintaba con mis uñas, los pintaba con las rasuradoras de mi baño pero siempre con el mismo objetivo, aliviar el dolor que llevaba dentro.

Lamentablemente fui muy estúpida al acabar con las muñecas marcadas así que en vez de ponerme mi capa roja terminé poniéndome una chompa roja. Igual la idea podía ser captada. Lamentablemente no para los ojos de mi madre.

A Los Lugares Más OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora