ANNIE
Era un lugar oscuro y húmedo, solo un foco de un tenue amarillo iluminaba la habitación. Supuse que estábamos en un sótano. Era pequeño y sentía que me asfixiaba. Mi cabeza palpitaba de dolor pero no podía aliviarlo con el cariño de mis manos porque me encontraba atada a una silla con las manos en mi espalda. Fue cuando escuché una puerta cerrarse que mi corazón galopeó con fuerza y recordé todo lo sucedido. Desde las imágenes de mi mamá besuqueándose con un chico de mi escuela hasta uno enmascarado con ojos pardos golpeándome hasta la inconsciencia. Fueron esos mismos ojos pardos que bajaban por la escalera. Su cabello oscuro y tenía una piel pálida como si no hubiera visitado el calor del sol hace mucho tiempo. Calculaba que tenía unos veinte años, no tan mayor que yo. Y lo peor fue que su anatomía me parecía hermosa. Pero esto no era una situación para estos pensamientos. Estaba secuestrada y esa anatomía era mi secuestrador.
"¿Acaso eres estúpida?" Aún tenía su pistola en la mano y de vez en cuando me la apuntaba a la cabeza. No sabía si no lloraba porque estaba demasiado asustado para pensar en ello o si pensaba que estaba en una clase de pesadilla. "¿Qué pensabas, que iba a venir la policía de inmediato y te iba a salvar a ti y al imbécil de la gasolinera?" No podía contestarle porque tenía una venda tapándome la boca. Suerte porque no sabía qué ni cómo contestarle. Me sentía paralizada. Mis respiraciones disminuyeron cuando se acercó y sus labios estaban a centímetros de los míos. Eran carnosos y rosados y se movían en una forma singular. "No vas a salir de aquí, muñeca. No hasta obtener mi dinero." Mis ojos se abrieron enormemente y traté de zafarme de la venda. "¿Quieres hablar?" Dijo entre risas. "Hablemos, preciosa." Añadió quitándome la venda.
"Por favor déjame ir." Balbuceé pero sin una gota amenazando en salir. "No tengo dinero, salí de mi casa sin nada."
"¿Crees que soy un idiota?" Sus fosas nasales se abrieron con furia y apretó la pistola a mi frente de segura dejando una marca. "¿Crees que no he visto tu carita de porcelana en televisión? ¿Crees que no sé que tu papito es dueño de una casa de más de siete millones de dólares?" Sabía que quería gritar más fuerte pero murmullaba sus palabras con ira. Alguien en esta casa no sabía que yo estaba aquí y ese alguien no debía de saberlo. Así que me preparé a gritar pero rápidamente me tapó la boca. "¿Acaso quieres que te mate?" Me volvió a colocar la venda y se sentó en una silla frente a mí. "Pronto tu padre dará una recompensa, yo obtengo mi dinero y te devuelvo con tu familia rica. ¿Está bien?" ¿Ahora mostraba caballerosidad? "¿En serio crees que fue mi idea secuestrarte?" Esa palabra me dio escalofríos y me hiso darme cuenta otra vez en dónde estaba y en la situación en la que me encontraba. "Pues, no lo fue, princesa. Tú no eras parte del plan y la verdad quisiera que no lo fueras pero caíste del cielo a ayudarme. Eres mi ángel." La dulzura en su voz me estremeció. "Así que estas son las reglas: no te atrevas a gritar, no intentes escapar y después de que te devuelva con tus millones no me describas a nadie. ¿De acuerdo?" Yo me tuve que limitar a asentir. "Está bien. Ahora solo esperamos a que salgas en las noticias pronto."
Pero él no sabía que nadie se iba a dar cuenta que yo no estaba, al menos eso era lo que yo pensaba. A papá nunca lo veía, de seguro que mamá después de lo sucedido se iba a tomar unas vacaciones para no verme y las mucamas y sirvientes sabían que estaba absolutamente prohibido entrar a mi cuarto. Yo la ordenaba y limpiaba, era la mejor forma de seguir con mi plan de la soledad. No sabía cuánto iba a demorar hasta que alguien se percatara que estaba desaparecida.
Y eso le molestó aún más al chico porque al día siguiente bajó las escaleras galopando estrepitosamente y con el semblante enfurecido.
"¿Por qué carajo nadie te está buscando? ¿Acaso no eres un muñequita de porcelana?" Tiraba las manos al aire con desesperación. Una desesperación que extrañamente quería entender. ¿Qué lo motivaba a hacer estas cosas?
Como vio que quería responder me quitó la venda que me había estado incomodando toda la noche al igual que las ataduras en mis muñecas y la posición en la que dormí.
"Perdón pero no creo que se den cuenta en un buen tiempo." Le expliqué con calma. Aún no sabía cómo estaba tan calmada, sin ninguna lágrima amenazando en salir. De repente era más valiente y fuerte de lo que pensaba.
"¿Por qué?" Preguntó botando humo por sus fosas nasales.
No sabía cómo responderle. No quería que sienta lástima por mí sabiendo que nadie se percataba de mi existencia, que no tenía amigos y muchas veces dudaba si tenía familia. Pero luego pensé en su situación, alguien que cometiera estas atrocidades debía de entenderme.
"Nadie sabe que existo." Por un momento sentí comprensión en sus ojos, no lástima. Pero sacudió su cabeza y subió por la escaleras.
Cuando regresó me sorprendió que llegara con comida, un panecillo.
"Ni creas que esto es simpatía, esto es ser humano. Al menos eso pienso que sigo siendo." Dijo mientras me desataba las manos. "No te atrevas a subir, está con llave pero si escucho algún sonido proviniendo de acá abajo juro que te mato."
Morir. No sabía si le tenía miedo o no. Pero la idea de no ver el sol antes de partir fue lo que me impulsó a llorar cuando el chico volvió a subir. Lo peor era que no me importaba no volver a ver a mis padres, o a mis supuestos amigos, me daba tristeza no poder admirar por última vez el sol, la gran estrella.
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A Los Lugares Más Oscuros
Teen FictionAnnie vive entre riquezas mientras que Franco hace lo posible para sobrevivir cada día. Annie, es invisible aunque el dinero le sobre. Franco, se está haciendo notar con cada robo. Annie, tiene una lucha por dentro. Franco, es un luchador nato. Dos...