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Había sido un día malo, muy malo, terrible.

Midoriya acababa de reprobar la única materia que era total y completamente pan comido, y si su mala suerte no fuera poca, debía quedarse hasta el final de la clase por orden del profesor.

Rezó a todas las divinidades que conocía e inventaba las necesarias.

— Ay santo trasero de All Might, líbrame de los castigos de Aizawa y dame la fuerza para continuar.— Repitió continuamente, abochornado.

Entonces se encontró con los ojos de su profesor y vio lo que sería su final, le asignaría un tutor, un tutor malvadamente sexy y con quien no se concentraría y oh Dios que ahí venían las mariposas...

— ¡Kacchan!— Gritó.— Ahora si me llevó el Gran Torino.

[Homo]ristic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora