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En definitiva Izuku no recordaba que la casa de Bakugō fuera tan... ordenada. Esperaba desastres por aquí y por allá. Esperaba fuego y la entrada directa del infierno. Esperaba que el mismísimo Satán estuviera tomando té sentado en su cama.

Pero tenía mucha imaginación.

— Cierra la boca, ya habías venido.

— Es que se ve tan contraria a ti Kacchan.— Recorrió lo que Katsuki le permitió hasta que se sintió jalado del cuello de la camisa.— Me ahorcas, auxilio ¡mamá de Kacchan! Me matan.

— Faltas no me ganan, cállate.— Llegaron al cuarto. Ordenado.— Nadie está a esta hora, es mejor empezar.

Estaban solos. Midoriya entonces de recargó contra la puerta y lanzando la mirada más seductora que pudo, dijo su primer piropo.

— Entonces ¿a que hora sales por el pan gu...?

Las tutorías no iniciaron hasta quince minutos después cuando Deku despertó después del golpe que le dió Kacchan. Con un ojo hinchado, siguió mirándole sonriente.

— Que difícil eres de conquistar.

— Cállate Deku.

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